Respeto y tolerancia

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EL AUTOR es abogado. Reside en Santiago.

Por: FERNANDO HIDALGO JIMENEZ

El respeto es una de las bases sobre la cual se sustenta la ética y la moral en cualquier campo y en cualquier época. Tratar de explicar que es respeto, es por demás difícil, pero podemos ver donde se encuentra.

 

El respeto es aceptar y comprender tal y como son los demás, aceptar y comprender su forma de pensar aunque no sea igual que la nuestra, aunque según nosotros esta equivocado, pero quien puede asegurarlo por que para nosotros; esta bien los que están de acuerdo con nosotros, sino lo están; creemos que ellos están mal, en su forma de pensar, pero quien asegura que nosotros somos los portadores de la verdad, hay que aprender a respetar y aceptar la forma de ser y pensar de los demás.

Pero no solo a las personas se les debe el respeto más profundo sino todo aquello que nos rodea, a las plantas y animales, a la pequeña hormiga y la gran ballena, a los ríos, lagos y mares, todo como parte de la creación se lo merece.

 

Es aceptar y comprender al humilde y al engreído, al pobre y al rico, al sabio y al ignorante, es por pequeña o grande que sea, física, moral o intelectualmente  situarla en el mismo lugar de comprensión y comprender  su forma de ser pues se comprende que ese ser humano se merece toda tu atención, no importando su condición. Si ahora hizo mal o esta mal, respeta y trata de enseñar el camino recto, nunca queriendo imponerlo, solo enseñar el camino  e invítalo a recorrerlo, pero siempre, respetando su decisión de recorrerlo o no.

Respeto hacia los demás supone tener respeto por sus decisiones y por sus sentimientos. Respetar las decisiones de los demás o sus sentimientos no significa que estemos de acuerdo ni que los compartamos, significa que aceptamos que la otra persona tiene derecho a tener sus propios sentimientos y a tomar sus propias decisiones, sean o no adecuadas para mí y sean o no iguales que los míos. Significa que permitimos que los demás pongan nombre a sus sentimientos, aunque no los entendamos, aunque nosotros les llamemos de otra manera.

 

Respeto hacia los demás significa respetar sus diferencias, aceptar que     somos personas diferentes, con experiencias, culturas, ideologías y punto de vista distintos. Significa respetar sus sueños y sus necesidades y no tomar decisiones que les afecten sin contar con su participación. Respeto hacia los demás es aceptar los límites que nos impone y no invadir su espacio privado sin su consentimiento, es no ser arbitrario con él, sino consecuente.

 

Los niños aprenden a respetar a otras personas cuando se les trata con respeto y esa es la base para vivir en un mundo en que la convivencia esté basada en el respeto, respeto por la vida, la propia y la ajena, respeto a todas las personas que viven, como nosotros, en este mundo y por supuesto respeto a la naturaleza, a la flora y a la fauna y a los demás seres inertes, en definitiva, es nuestra obligación, como persona, trabajar día a día para lograr un mundo de respeto y tolerancia.

 

El respeto a la libertad de opinar, a manifestar las propias ideas, es en principio algo ya indiscutible: “no estaré de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta con la vida tu derecho a decirlo”. Está bien, pero lo que no es aceptable es el decir que todas las opiniones son respetables. No es verdad, no todas las opiniones son respetables, solamente el derecho a opinar es digno de respeto. Si digo que a los viejos hay que matarlos, para no cargar con ellos, es una opinión indigna, no merece respeto.

 

La importancia de la tolerancia radica en la posibilidad que nos otorga de convivir en un mismo espacio con personas de diferentes culturas o con diferentes creencias. La tolerancia es la que nos permite vivir en armonía en un mismo país con personas que profesan diferentes religiones, que apoyan otras tendencias políticas, que poseen una condición sexual diferente, etc. La tolerancia no sólo es aplicable a nivel de país, sino que es algo que debemos desarrollar en nuestros hogares con aquellas personas a las que más queremos, como nuestra familia y amigos, así como también, a nivel mundial, donde se intenta convivir en armonía con un sinnúmero de culturas y personas muy diversas.

 

Todos queremos ser buenos, pero no es fácil una persona malvada y una buena persona, la persona malvada puede decir yo soy bueno, pero porque no mira los errores que comete hasta con su propia familia. El malvado puede golpear a su propia madre en el estómago o llegar a casos peores y aún así pensar que es bueno. De pronto si uno le preguntara a esta persona que por que hizo esto, lo mas seguro que diría es que lo hizo por defensa propia o porque simplemente le mando hacer algo y no quiso, mientras que la buena persona no le pega a su mama y le colabora sin reproches en todo.

 

Cualquiera que ha tratado verdaderamente ser bueno sabe que no es fácil. Es por eso que es más difícil para la persona buena verse a sí mismo como bueno. La persona malvada, por otro lado, no se preocupa por ser bueno, y es por eso que nunca siente el esfuerzo es por eso que contesta rápidamente que él es bueno, las personas por mas de que digan que son buenas o que lo tratan de ser es casi imposible, por que la debilidad gana y  algún día podrán ofender a alguien sin intención o sin darse cuenta, o viceversa.

jpm

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