Repatriación de haitianos ilegales: ¿verdad o mentira ?

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EL AUTOR ES es un ex secretario de Educación, directivo de la Asociación Dominicana de Granjas Porcinas.

Por PEDRO PORRELLO REYNOSO

¿Estamos condenados a re-independizarnos?

 

El comportamiento de los últimos gobiernos que ha tenido la República Dominicana, ha sido totalmente irresponsable en este aspecto de la inmigración ilegal, y, fruto de ello, puede que ahora se desencadenen acciones violentas cuando intentemos llevar las cosas a donde siempre debieron estar: un control eficiente de los ciudadanos extranjeros que vienen a trabajar al país, y el exigir a cada extranjero, residente o en tránsito, el cumplimiento, al pie de la letra, de nuestras leyes, incluyendo, por supuesto, la Constitución de la República.

El curso de los acontecimientos que se desarrollan, nos llevará inevitablemente a un serio enfrentamiento con nuestros vecinos haitianos. Las medidas que cada una de las partes envueltas está tomando,o dejando de tomar, trazan una trayectoria directa hacia el desastre. El vencimiento de los plazos para la regularización del estatus migratorio de los ciudadanos extranjeros, particularmente los haitianos y el total desinterés del gobierno de ese país en que ese proceso culmine exitosamente, nos pondrá en la difícil posición de tener que cumplir con lo expresado en la ley y proceder a repatriar a todos los ciudadanos extranjeros que no hayan regularizado su situación. Esto es fácil de decir pero no tan fácil de cumplir.

Los dominicanos, altamente motivados por su patriotismo cuando del tema haitiano se trata, han bajado drásticamente su nivel de reclamo a las autoridades para que tomen las medidas de lugar para hacer cumplir la ley y la sentencia del Honorable Tribunal Constitucional. Ante este cambio brusco, el gobierno dominicano no debe concluir que el interés y mucho menos la sensibilidad hacia el tema haitiano ha mermado entre la ciudadanía, simplemente estamos esperando que los plazos se cumplan y las prórrogas se terminen y llegue el momento donde ya no tengamos otro camino que no sea hacer lo que hace tiempo debimos haber hecho: poner las cosas en su lugar.

Naturalmente el gobierno no muestra la seguridad y la firmeza que el asunto necesita, pues poner las cosas en su lugar implicaría colocar a los ilegales fuera de nuestro territorio de forma tal que no puedan, simplemente, reingresar al país al día siguiente cruzando la “imaginaria” frontera que nos divide.

Desde hace tiempo ya, la necesidad del muro fronterizo debió ser atendida de manera prioritaria, pero mucho más hoy, pues nadie cree, ni los más inocentes, que de verdad los extranjeros indocumentados o ilegales, sobre todo haitianos, van a ser repatriados próximamente, si aún no se han creado los mecanismos ni se dan muestras de interés en crearlos, para que esa repatriación no solamente sea legal sino factible.

Ninguna obra del presente gobierno debió ser más importante que el levantamiento del muro que nos debe separar del vecino país, junto a la aplicación de drásticas medidas para controlar la inmigración ilegal. La vacilación mostrada nos perjudica y envía un mensaje negativo a ambos pueblos. Podemos asegurar que si la construcción del muro fronterizo se hubiera iniciado a la vez que se daba inicio al programa de regularización de los extranjeros ilegales en el país, el éxito de ese programa ya fuera una realidad y no estuviéramos dando esta lamentable imagen de que, en este asunto de la repatriación, “amagamos y no damos”.

La construcción del muro no es por si sola la solución, pero no hay solución posible sin el muro. Todos los demás esfuerzos son fracasos previsibles. Algunos meses atras, grupos de ciudadanos haitianos ilegales residentes en el país, procedieron a quemar nuestra bandera. Hoy, ciudadanos dominicanos empiezan ya a quemar la bandera haitiana.

En breve,  con los plazos ya cumplidos, no habrá otra cosa por hacer: O la ley es aplicada, por el gobierno dominicano, como le corresponde, o tendrá que enfrentar a los grupos de dominicanos que pudieran creerse con el derecho y el deber de tener que hacer cumplir nuestras leyes y los mandamientos de nuestra bandera: Dios, Patria y Libertad.

Si la estrategia seguida por el gobierno dominicano no da un cambio radical, las vidas que se perdieron en nuestra guerra de independencia parecerán minúsculas comparadas con aquellas que se perderían en el choque entre dominicanos y haitianos en las luchas que se prevén podrían ocurrir para lograr nuestra segunda independencia nacional, precisamente como la primera, del dominio de nuestros vecinos haitianos.

Basta ya de estar mendigando ayuda internacional a nombre del pueblo haitiano; ya se ha pedido demasiado para ellos, es hora de que sean los haitianos los que tomen sus propias decisiones al respecto. Ni tampoco tenemos de señalarle al gobierno haitiano lo que debe o no debe hacer, ese es su problema. No podemos seguir trabajando para pagar los gastos médicos, ni de cualquier otra índole, de ningún otro pueblo, cuando aquí no hemos logrado hacerlo con los dominicanos que lo requieren y necesitan.

La necesidad de cada dominicano de fijar su posición con relación al tema haitiano, no es un capricho ni un deseo sin importancia, es una necesidad ineludible de cada ciudadano dominicano, de meditación sobre lo que ha estado ocurriendo con las relaciones con Haití, identificando su posición personal al respecto, pues se acerca el día en que esa posición personal le sea reclamada por los acontecimientos y definirá de qué lado estará en esta nueva lucha independentista que se acerca.

¡Esta invasión incontrolada de haitianos indocumentados debe detenerse ya!

 

pedroporrello@hotmail.com

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