Reformemos la Constitución

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EL AUTOR es comunicador y diplomático. Reside en Honduras.

 

 

        La Constitución no es estática ni está petrificada en el espacio y el tiempo. Nuestra Carta Magna   es un instrumento jurídico-político  dialéctico, que se va desarrollando y enriqueciéndose  en cada estadio histórico de la nación. La Constitución es un reflejo del momento en que vive la sociedad. La Constitución es un ente dinámico. 

 

        La actual Constitución presenta indefiniciones  cuando se refiere al mandato presidencial en el artículo 124, que parece más inclinado a favorecer al partidismo político que al buen ejercicio gubernamental. La reforma constitucional del 2010 soslayó establecer con meridiana claridad ese tema. Pero ha llegado la oportunidad de  legislar para dejar establecido un periodo presidencial prudente y a tono con una sociedad que echa raíces en su deambular por la democracia.

 

        Nuestra carta sustantiva  exhibe un sesgo en ese aspecto, por lo que es tiempo para  asumir  el compromiso de modificarla a fin de hacerla moderna y acorde con los nuevos tiempos.

 

        Las bancadas tanto del  PLD como de la oposición  en el Congreso deberían   aceptar  el proyecto que presentará el Comité Político del PLD  y refrendarlo. El país en general y nuestros legisladores y legisladoras en particular saldrían gananciosos. En el caso de la bancada peledeísta, esta debe tomar en cuenta que el presidente de la República, Danilo Medina, y dirigente de su organización política cuenta con más del 60 por ciento de aprobación de su gestión gubernativa por parte de  la población que le apoya en otro nuevo mandato, lo que  mantendría a ese partido  en el poder por otro período.    

 

        Sin embargo, la aprobación por parte del Comité Político del PLD de una reforma a la Constitución ha levantado  voces  en contra de dicha modificación, resultando  risible el desacuerdo, pues  gran parte de los opositores a una reforma a nuestra Carta Magna son los mismos que en el año 2010   denostaron y realizaron una campaña sucia en contra de la reforma constitucional. En esa oportunidad estos cabezas de grupos políticos asumieron la consigna de que: “…Esa no es mi Constitución…”, propugnando por el  menosprecio hacia nuestro conjunto de leyes que le dan forma a nuestro Estado Dominicano aprobadas en esa época. Escucharlos ahora “defender” la Constitución del 2010 es aberrante.

 

         Pero también resulta sintomático ver la rabiosa oposición de otros que participaron en la reforma a la Constitución llevada a cabo por el ex presidente Hipólito Mejía. Aquí cabe perfectamente la frase en latín del poeta Virgilio que dice muy acertadamente, “Quantum mutatus ab illo”, que traducido al español significa  “muy diferente de lo que eras antes”.

          

        La ocasión es  idónea para reformar la Constitución y resolver de una vez y por todas, los deslices de nuestro soberano código estatal. Modifiquemos la Constitución y establezcamos dos periodos a nuestros mandatarios,  pues resulta una inequidad que un presidente ejecutando un acertado programa gubernamental de desarrollo,  y con una alta popularidad no pueda continuar con su obra de gobierno.

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