Reflexión sobre la diáspora dominicana
Según la obra «Nación y Nacionalismo» de Ernesto Gellner, «las diásporas son el resultado de los eventos económicos, políticos y sociales de su época.
La enciclopedia libre (Wikipedia) define la diáspora como la dispersión de grupos étnicos o religiosos que han abandonado su lugar de procedencia por diversas razones y se encuentran repartidos por el mundo.
En los últimos anos, el sustantivo «diáspora» es utilizado por una gran cantidad de políticos y comunicadores para identificar a los nacionales de un país que han emigrado y residen fuera de su territorio, es decir, en otro Estado o nación.
Independiente de su más exacta definición, existen evidencias de que el fenómeno de inmigración o migración viene desde tiempos inmemorables. Por ejemplo, el viejo testamento predice que «el pueblo judío será un pueblo errante, por no haber obedecido las directrices de Dios». Específicamente en el libro de Éxodo se pueden leer las vicisitudes que padeció el heróico pueblo Hebreo para llegar a la tierra prometida (Israel).
Se considera que el capitalismo, conjuntamente con las manos invisibles de su mercado y del capital, la reorganización mundial después de la Segunda Guerra Mundial, la creación de las Naciones Unidas, la masificación de la comunicación instantánea y el proceso de globalización de las economías, han contribuido a la fuga acelerada del capital humano (sean estos cerebros y/o mano de obra calificada de los países pequeños en vías de desarrollo) hacia las grandes metrópolis, y por ende, la creación de las diásporas modernas.
La mejor muestra de este fenómeno es que, según todas las instituciones internacionales, se mueven más de 4 millones de inmigrantes por el mundo y se han acumulado un total de 232 millones al día de hoy, los cuales envían entre 400 a 500 mil millones de dólares cada año a sus países de orígen. Nota: 500 mil millones de dólares supera a la inversión extranjera directa a sus países de origen.
En el caso de la Republica Dominicana, el nacimiento, composición, crecimiento y desarrollo de su diáspora y del mismo Estado Dominicano están estrechamente relacionados a la colonización europea (España) del 1492 y a las intervenciones militares norteamericanas de 1916 y 1965. Estos tres acontecimientos históricos nos explican nuestra migración a esas regiones del mundo y nuestros intercambios comerciales y culturales con Europa (España) y los Estados Unidos al día de hoy.
El origen de la migración dominicana hacia los Estados Unidos está estrechamente vinculado con el posicionamiento de ese país en el mundo como proyecto de potencia mundial luego de las Guerras mundiales (1era y 2da), y sobre todo, luego de la década dorada de la economía norteamericana (los años 60), cuando obtuvo un PIB mayor de un 5% por más de 7 años consecutivos y una baja tasa de fertilidad materna.
Estados Unidos se vio en la necesidad de modificar sus leyes de inmigración y crear lo que se conoce como The Inmigración Act del siglo XIX y XX para atraer trabajadores de todo el mundo, incluyendo de la República Dominicana.
Nuestros orígenes como diáspora también los podemos encontrarla en las décadas del 1960 y 1970, cuando con la ayuda de Estados Unidos se elimina la tiranía de Trujillo (1961), el triunfo de Juan Bosch (1963), la revolución de 1965, cuando Joaquín Balaguer asume la presidencia (1966) y los triunfos del PRD (1978 y 1982).
Con el triunfo del PRD, en 1978, fue notorio el crecimiento de nuestra diáspora en el exterior, especialmente en los Estados Unidos (Nueva York), motivada por la decepción ideológica de la juventud dominicana y por dificultades económicas. Aunque, según datos estadísticos de los Estados Unidos, la mayor migración dominicana ocurrió entre 1990 y 1994, luego del fraude electoral contra Juan Bosch y el PLD (1990), el desplome de la Unión Soviética y el engaño al doctor Peña Gómez en las elecciones de 1994, una combinación de crisis política y mala economía.
Hoy, la República Dominicana cuenta con una diáspora que supera el millón y medio de personas, solo en Estados Unidos, y se estima que el PIB de los dominicanos en el exterior oscila entre los 30 a 40 mil millones de dólares anuales, de los cuales los que vivimos fuera envíamos unos 6,000 millones distribuidos de la siguiente manera: 3,000 vía remesas y 3,000 en bienes y servicios que van en forma de alimentos, electrodomésticos y ropa, entre otros.
Ahora bien, es importante destacar que esos 6,000 millones de dólares van directamente al vientre (estómago) de los pobres de la República Dominicana, que según la página web de la CIA son más del 45% de la población. Es bueno observar que esta cifra (6,000 millones de dólares) representa 6 veces el volumen de inversión extrajera directa que ha llegado a nuestro país y que en la última década (60,000 contra 10,000)
En conclusión, si el Etado Dominicano acepta como buena y valida la teoría del economista Timothy Taylor, de la Universidad de Stanford, en Connecticut, quien en su cátedra «América y la Nueva Economía Global.» nos asegura que cuatro elementos son básicos e indispensables para incrementar la productividad de un país, y por ende, su Producto Interno Bruto (PIB). Estos elementos son: el capital humano, el capital financiero, el número de los trabajadores que está en el proceso productivo y el nivel de manejo de la tecnología de cada uno de estos trabajadores.
Ademas, si analizamos la tesis sobre la sociedad post industrial, del polaco-americano Danile Bell (1930-1975), ex catedrático de las universidades de Columbia y Harvard, quien establece que en esa sociedad, que ya empezamos a vivir hace unos años, lo principal no será la producción de bienes materiales, ni el dinero, ni los recursos naturales, sino los recursos humanos calificados (capital humano).
Si comparamos la comunidad dominicana en el exterior con estas teorías, nos daríamos cuenta que esta posee tres de esos cuatro elementos indispensables para el desarrollo, de los cuales nuestro país muy bien podría beneficiarse. Por ejemplo:
1- Capital humano: En el área conocida como «Tri-estatal» (Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut) y la llamada región de Nueva Inglaterra, compuesta por Massachusetts y Rhode Island, el número de estudiantes de primera y segunda generación de origen dominicano es considerable, es un capital humano inagotable y posible de incorporar al desarrollo del país de diversas maneras.
2- Manejo de la tecnología: Podríamos afirmar que el 90% de los miembros de la diáspora dominicana de primera y segunda generación tiene un manejo tecnológico similar al prevaleciente en los países desarrollados donde hay comunidad dominicana establecida. Son pues, productores con tecnología avanzada.
3- en mi opinión, el Estado Dominicano debería crear mecanismos de integración de los inigualables recursos de la diáspora dominicana, constituida por más de 2,000,000 de compatriotas de varias generaciones y distribuidos en varios continentes. Esto es el capital humano infinito y gratuito de nuestro pueblo.
Finalizando, es importante entender que el futuro de nuestra diáspora y de la misma República Dominicana están íntimamente ligados a la intención, habilidad y capacidad política del Estado de innovar, crear, desarrollar y mantener vivos nuestros hábitos comunes y costumbres, que son parte de los intereses de la diáspora de primera, segunda y subsiguientes generaciones, y al mismo tiempo aprovechar el inmenso caudal de recursos que esta posee en beneficio de los más pobres.
jt/am