RD, un país que se desconstruye
Aunque las autoridades de turno y algunos entendidos hablan con entrega sobre los avances que ha registrado el país en los últimos años, la realidad es que como sociedad y como pueblo libre e independiente, el proceso de desconstrucción es vertiginoso.
Se construyen escuelas al por mayor y detalle, puentes, carreteras, iglesias, hospitales y otras numerosas obras de infraestructura, pero nadie piensa en los valores sociales ni el legado de libertad y democracia, por el cual pagaron un precio muy alto los padres de nuestra nacionalidad, Duarte, Sánchez, Mella y Luperón.
Esta es una sociedad en la que a nadie le preocupa la paz, el orden ni la justicia. Si no me cree, basta un recorrido para que se convenza de que hemos vuelto al pasado y que nuestra nuestro país se convierte rápidamente en una especie de vertedero abierto en el que cabe toda la basura y a nadie preocupa el hedor.
Los vendedores ambulantes, acción que había sido superada, han vuelto a las calles, vendedores de caña, de frutas, de vegetales, con poncheras a la cabeza y las aceras ocupadas, sin dejar ni siquiera parqueo ni paso libre a los ciudadanos que deben realizar sus labores cotidianas y por lo que pagan injustos impuestos.
No solo nos han invadido, sino que no nos permiten ejercer nuestros derechos a transitar y expresar que somos dominicanos. Ocupadas las entradas a negocios medianos y pequeños, caos en el tránsito, policías que ven y hacen lo que les conviene, sin importarles el ciudadano, mientras la delincuencia y el crimen organizado se apoderan de todo.
Tribunales y jueces con compromisos y principios políticos de partidos y no de Justicia. Interlocutores inválidos en todas las instancias y supremacía del clientelismo, se han convertido en nuestros himno, bandera y escudo.
Pero de todo esto, lo más preocupante es, que difícilmente podamos volver a contar con héroes ni patriotas que se interesen en liberarnos de esta nueva desgracia que nos cubre como la noche al día.