Que lucha contra la corrupción sea
Qué bueno que la población sea capaz de empoderarse, de indignarse ante el manejo incorrecto del erario que hacen aquellos a los que ese mismo pueblo designó para administrarlo.
Esa lucha deben librarla todos los ciudadanos, sin importar que el partido de gobierno sea el suyo, porque un pueblo consciente de sus derechos es fuerte, firme y sabe cuándo y dónde actuar para exigir respeto.
Marchas, libros, cualquier movimiento de repudio a la corrupción es válido siempre que sea autentico, motivado por reales causas de frenar ese monstruo que deja huérfanos de solemnidad a tantos y tantos dominicanos.
Por eso es tan importante la transparencia en los reclamos para que cese la impunidad, para que haya castigo contra los que saquean a un Estado que a ratos parece sin dolientes.
Esta no puede ser una batalla de dirigentes políticos que quieran sacar partido o de “activistas” en busca de protagonismo, que vean en estos movimientos una fuente de proyección o hasta un modo de vida.
No ha de ser una guerra contra una gestión específica, sino contra un mal que carcome a una abatida sociedad cada vez más empobrecida, pese a los anuncios de crecimiento económico.
No puede existir defensa real del pueblo cuando gente autonombrada para eso no escucha ni tiene acercamiento con esas masas y convierte las protestas en asunto de élites, de promoción de figuras.
Qué contradictorio demandar justicia social mientras es observada desde ventanales de cristal la miseria de los de abajo. Sí, como cambiar el mundo desde una silla.
JPM