¿Qué es el cierre de gobierno en EU y sus  consecuencias?

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El autor es periodista. Reside en Filadelfia.

 En la democracia estadounidense se presentan muchas situaciones que son endémicas de ese sistema  producto del equilibrio de poderes que caracteriza el ordenamiento jurídico en este país. Mucha gente no entiende algunas cosas, como por ejemplo: Cómo puede el  gobierno del país más rico del mundo quedar sin dinero, incluso para pagar los salarios a los trabajadores federales e instituciones oficiales?

Parecería que todo se está viniendo abajo y que el país ha entrado en caos e inestabilidad económica. Pero realmente no es así. Un cierre del gobierno en EU se presenta  sencillamente cuando la administración gubernamental suspende la prestación de todos los servicios públicos, excepto los considerados como esenciales por la falta de consenso partidario en la aprobación del presupuesto.

Específicamente el cierre se presenta cuando diferentes ramas del gobierno federal son controladas por diversas facciones políticas encontradas (Demócratas y Republicanos). En este caso, la aprobación del  presupuesto, que es una atribución del Congreso de los Estados Unidos, compuesto por el Senado y la Cámara de Representantes, quien debe consensual y aprobarlo, pero esta aprobación presupuestaria debe ser finalmente aprobada por el propio presidente de la nación. Si el mandatario veta el presupuesto, este vuelve a las cámaras. El  veto puede ser superado solo con el voto de dos tercios de ambas cámaras, algo imposible en estas circunstancias.

Es así como estamos viendo el actual cierre del gobierno, en donde el Presidente Donald Trump y la Cámara de Representantes no han podido resolver el desacuerdo sobre los 5 mil millones de dólares  solicitados por el poder ejecutivo para la construcción de un muro fronterizo con México.

Es el tercer cierre que afronta Trump desde que llegó al poder a principios de 2017. Este   paro es el  más largo, que empezó el 22 diciembre, 2018 y que al cierre de este artículo lleva 13 días. El primer paro del gobierno de Trump  se produjo en enero del  año 2018, coincidiendo con su primer aniversario en la Casa Blanca  tuvo una duración de tres días, el segundo fue en febrero, 2018  y duró solo  unas cuantas horas.

Desde 1980 van 15 paros parciales del gobierno de EEUU, siendo el más largo en diciembre de 1995 durante el gobierno de Bill Clinton, con una duración  mayor a los 20 días; seguido por el de septiembre, 2013 durante el gobierno de Obama que duró 16 días.

Aunque se esperaba   una solución a partir de hoy 3 de enero, 2019, fecha en que los Demócratas asumieron el control de la Cámara de Representantes, no obstante, después de una reunión de los líderes demócratas y republicanos con el presidente  Trump  en la casa blanca, no se pudo llegar a un acuerdo. Ello obligó a la líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Nanci Polosi a plantear la posibilidad de implementar un paquete legislativo para reabrir la administración basado en leyes que han sido aprobadas por el Senado Republicano y otra legislación separada para aprobar fundos para seguridad nacional hasta el 8 de febrero, con el fin de ganar 30 días más para las negociaciones, evitando el cierre parcial.

Sin embargo, todavía esta iniciativa emprendida por la adquirida mayoría demócrata en la Cámara, podría ser o no ser. Una vez se encuentre con serios y frontales mecanismos de oposición y el gobierno podría mantenerse cerrado por un tiempo incierto hasta que los demócratas no obtemperen los requerimientos de la aprobación de los recursos para el muro con México.

 Cuáles son las consecuencias inmediatas?

 Ipsofacto, varias agencias federales dejan de operar y miles de empleados civiles reciben licencia para ausentarse forzosamente de sus puestos de trabajo. La situación deja enormes pérdidas económicas, por ejemplo en este caso, “La agencia de medición de riesgo Standard and Poor’s estima que el cierre actual  del gobierno podría costarle a la economía estadounidense unos US$6.500 millones por semana”.  Además, en estos cierres, siempre hay una migración de personal altamente cualificado de la administración federal que se pierde y va a parar al sector privado. Así, la mayor parte del personal de los Departamentos de Vivienda, Medio Ambiente, Educación y Comercio,  se quedan en casa. También, cerca de la mitad de los trabajadores del Tesoro, Salud, Defensa y Transporte.

Por ejemplo, durante el cierre temporal del gobierno de Obama en el 2013, que permaneció por 16 días, unos 800 mil trabajadores federales, de 2.1 millones que habían, dejaron sus puestos y se cerraron decenas de oficinas gubernamentales.

En este caso de Trump, 1, 056 trabajadores que laboran directamente en la casa blanca, tendrán licencia y solo 659, esenciales permanecerán en su trabajo. El cierre afecta a 800.000 de los 2,1 millones de trabajadores federales, que no cobrarán mientras permanezca cerrado el Gobierno y están a expensas de la aprobación de un presupuesto.

El 50% de los trabajadores del Departamento de Defensa se irán a casa y ciertas operaciones de mantenimiento, entrenamiento e inteligencia, tendrán que parar temporalmente y se espera que si el cierre persiste más días, los parques nacionales y monumentos cerrarán. También la gestión de visas y pasaportes podrían sufrir retrasos.

Solo los servicios esenciales seguirán funcionando

De mantenerse el cierre temporal del gobierno de Trump, solo los servicios que protegen la vida  y la propiedad de las personas seguirán funcionando. Dentro de estos están Seguridad Nacional y sus agentes, es decir, el ejército, departamentos de policía, servicios de emergencias, urgencias médicas, asistencia ante desastres, control de tráfico aéreo, servicios postales y las prisiones.

En definitiva, todos los cierres de gobierno en este país  tienen sus causas en intereses políticos-electorales partidistas. En este caso, Trump apuesta   por materializar  una de sus promesas de campaña más importantes, la construcción de un muro fronterizo, lo cual lo conecta con un electorado cada vez más grande y que lo llevó al poder. Los demócratas lo saben y por el contrario apuestan a frustrarle esa iniciativa a los fines de también conectar con los grupos pro-inmigrantes-izquierdistas, que puedan fortalecer su plataforma política  con miras a las próximas elecciones del 2020, donde todo parece que Trump será el candidato sólido del Partido Republicano a vencer.

 

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