Psiquiatría Animal
Mortal alguno puede afirmar con razón, que no se ha equivocado, que no ha cometido errores, que nunca ha hecho lo incorrecto.
Unos más otros menos, todos hemos cruzado la raya de lo prudente, de lo sensato y hemos violentado las normas sociales, las leyes establecidas.
Que esas inconductas o indelicadezas no hayan tenido consecuencias, no quiere decir que debemos repetirlas y promocionarlas.
Por lo general, al ser humano le fascina mirar la paja en el ojo ajeno. Los errores del otro, para magnificarlos y echar al olvido los propios.
En el mundo de la política es que la pelota pica y se extiende. Muchos pasan la vida en el acecho de sus rivales, de sus contricantes, de aquellos que no pertenecen a sus parcelas políticas.
Ante el menor fallo o error, cuando lo planeado sale mal, se aprovecha y “nos lo comemos vivos” olvidando que se transita en el mismo camino y con coberturas de cristal donde una de esas piedras lanzadas puede convertirse en bumerang y rompernos el cráneo…aunque en estos tiempos hay cristales a prueba de balas.
¿Es difícil para un político reconocer errores? “Los errores deben tener consecuencias. Si asumes un error y luego no pase nada es complejo”. Sostiene Antoni Gutierrez-Rubi, Asesor de Comunicación Política.
¿Miedo al costo político electoral? Algunos analistas sostienen, que cuando el error es reconocido, el votante, el elector, el ciudadano sitúa al político, en el terreno de la normalidad.
Es decir, “admitir un fallo, te humaniza, al final, te hace creíble” afirma Gutierrez-Rubi.
No obstante, otros consultores políticos señalan que los políticos nunca piden perdón, debido a que “reconocer un error “demuestra inseguridad, flaqueza y debilidades que parecen poco compatibles para los líderes políticos” Eupredio Padula.
En el amplio y convulso campo político de República Dominicana, cuando uno de nuestros “preclaros” políticos se les señala alguna irregularidad aducen que “pasaron por el lodo sin ensuciarse”, o que actuaron, aprobaron o firmaron algo que perjudica al colectivo, sin haber leído el documento…
La mayoría recurren al silencio o a hacerse los chivos locos, hasta que a la mayoría de ciudadanos les tome por estudiar “Psiquiatría Animal” y aplicarla en las elecciones.