OPINION: Priorizar las intervenciones más costo-efectivas
Con motivo del día mundial contra el cáncer de próstata, la Sociedad Dominicana de Urología criticó la subestimación de la prevención y el tratamiento del cáncer de próstata en el PBS, a pesar de que esta terrible enfermedad afecta a uno de cada seis dominicanos, y provoca la muerte de 3,600 hombres al año en el país.
En lo personal, y como paciente, concuerdo con esta preocupación, ya que varios especialistas me han confirmado la gran ausencia de los medicamentos necesarios para controlar el riesgo de crecimiento de la próstata de los afiliados diagnosticados con prostatitis benigna.
En adición, su presidente, el Dr. Rafael Sánchez Caba, señaló que “la población más vulnerable que depende del Plan Básico de Salud (PBS), está limitada en el acceso a fármacos y técnicas de última generación para tratar el cáncer de próstata, al no incorporar procedimientos vanguardistas para su oportuno diagnóstico y tratamiento”.
Los urólogos consideran desfasado el PBS porque no incluye a fármacos y a técnicas de punta. Se trata de una demanda muy generalizada de parte de todas las sociedades médicas, que se inscribe en el viejo axioma de que “la salud no tiene precio”.
Esa es la lógica imperante en los Estados Unidos, fruto de las fuertes presiones de poderosos laboratorios multinacionales. Pero esa propensión “vanguardista” es la responsable de un gasto en salud que ya supera el 17% del PIB, el más elevado del mundo y que, no obstante, arroja indicadores sanitarios inferiores a los de Canadá y Europa, donde el gasto es mucho menor.
Aún en las economías más desarrolladas, el financiamiento de los seguros de salud depende de la política salarial, y de otros factores cuyo crecimiento suele ser más lento que la inflación y que el costo de las tecnologías sanitarias de vanguardia. Esta diferencia obliga a racionalizar los recursos disponibles, considerando la tecnología de punta en función de su eficacia social.
Como norma general, los sistemas de seguridad social no incluyen, per sé, las técnicas y medicinas de vanguardia, debido a que su costo es muy elevado, y no necesariamente garantizan un mayor impacto en la salud individual y colectiva. Más bien priorizan aquellos tratamientos y fármacos más costo-efectivos.
Tres reformas pendientes, 12 años después
Lamentablemente, 12 años después y a pesar de un mandato específico de la Ley 87-01, el Seguro Familiar de Salud (SFS) está limitado por tres grandes falencias: 1) no cuenta con el Plan Básico de Salud, que constituye su columna vertebral; 2) no se prioriza la atención primaria, esencial para extender los años de vida saludables y productivos; y 3) no se ha establecido el primer nivel de atención como puerta de entrada a la red, a fin de racionalizar el costo.
En cambio, se mantiene el llamado Plan de Servicios de Salud (PDSS), una herencia de las antiguas igualas médicas y seguros de salud, lleno de limitaciones y copagos ilegales, ya que el único copago que autoriza la Ley 87-01 es el 30% en la compra de los medicamentos ambulatorios.
Lejos de reducirse, como es el objetivo de la seguridad social, el gasto de bolsillo crece y crece. Pero la distorsión no se queda ahí. Se establece una cápita global de RD$1,013.62, sin especificar cuáles son las frecuencias, los precios de referencia, y el costo de cada uno de los 12 grupos de servicios que comprende.
La demanda de la Sociedad Dominicana de Urología de incorporar las técnicas y fármacos de vanguardia para el cuidado de la salud de todos los dominicanos, sólo será posible cuando la transformación del sistema curativo de salud eleve el nivel de eficiencia para incorporar nuevos servicios, preservando el necesario equilibrio financiero del PBS. ADS/291/13/06/2019
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