Por una nueva Cámara de Cuentas
Como se puede observar, si no hay rendición de cuentas no es posible la evaluación de la gestión de los recursos públicos ejecutados por las instituciones y, si no se hace, existe una flagrante violación a la Constitución, siendo la Cámara de Cuentas “el órgano superior externo de control fiscal de los recursos públicos, de los procesos administrativos y del patrimonio del Estado” que debe hacer cumplir, en virtud del art. 248 de la constitución y la ley 10-04.
La Cámara de Cuentas tiene la misión de que los órganos constitucionales, las instituciones y los organismos descentralizados y autónomos, el poder judicial y demás organismos que manejan fondos públicos rindan cuentas, por lo que la Cámara de Cuentas tendrá que cambiar su visión a mediano y largo plazo con el propósito de elaborar un plan de auditoría plurianual para que no se hagan informe inoportunos, con atrasos hasta con más de tres años, y el Congreso pueda tomar decisiones más oportunas.
Una de las nuevas políticas públicas que debe aplicar la Cámara de Cuentas es la evaluación anual de todos los funcionarios públicos para determinar cuales están en capacidad de administrar los recursos públicos sin acompañamiento y, los que no, ofrecerle apoyo en la elaboración de planes, estrategias, normas, sistemas y procedimiento que posibiliten hacer una gestión más eficiente, eficaz y económica.
La Cámara de Cuentas debe ser un ente de control de calidad que evalué la gestión de las instituciones y establezca premios para aquellas instituciones de mejor desempeño y proponer castigo y penalidades para aquellas instituciones que su gestión están fuera de los parámetros de productividad establecidos por ellos, en sus planes estratégicos.
No importa que las instituciones dispongan de planes, estrategias, sistemas, normativas y procedimientos, si quienes dirigen las instituciones no se sienten obligados para cumplir con el control externo. Si no rinden cuentas, no podrán ser evaluados ni por los órganos de control y mucho menos por los ciudadanos que observan impotentes sus actuaciones.
Sin rendición de cuentas no es posible la transparencia, no es posible el control de la corrupción y no es posible asegurar el sistema democrático. Es ahí donde se pierde la equidad, el respeto a las
personas y la vulnerabilidad de los recursos del estado. La auditoria y el control fiscal que establece la constitución, para que sea ejercido por la Cámara de Cuentas, no es posible que se alcance bajo este esquema tradicional.
Sin rendición de cuentas no hay democracia y el Congreso Nacional es el encargado de fiscalizar todos los fundos públicos y llamar a los funcionarios que manejan esos fondos a rendir cuentas públicas (sabiendo que la rendición de cuentas debe entenderse como un sistema de prácticas institucionales a través de las cuales los funcionarios públicos son evaluados por el ejercicio de la autoridad que se le ha delegado), e interpelarlos si es necesario y garantizar el estado de
derechos y el sistema democrático. Se necesita una Cámara de Cuentas que cumpla con esos informes al Congreso.
Concluimos, que la Cámara de Cuentas debe ser transformada su visión y misión, y que la Ley 10-04 está acorde con la Constitución. Se necesita replantear su plan estratégico e incluir las nuevas políticas que la van adecuar a las necesidades de hoy, citamos: 1- Una nueva plataforma tecnológica con sistemas integrados a la actividad del estado en línea. 2.-Establecer un sistema de evaluación de funcionarios públicos. 3.-Preparar el plan de auditoría plurianual. 4.-Crear una unidad de control de activos fijos. 5.-Actualizar la Visión y Mision 6.- Preparar un plan urgente de auditoría para aquellas instituciones que nunca se han auditado 7.- Revisión de las normativas y los programas de auditorías. 8.- Que todo el personal utilice el Internet de las cosas, acorde con la cuarta generación Industrial.
Los ciudadanos y ciudadanos mantienen la esperanzas vivas en la gestión de la Cámara de Diputados, que tan dignamente dirige Lucia Yomaira Medina y a esa comisión que bien dirige Ramón Dilepsio Núñez, y que está llevando a cabo por primera vez, un proceso transparente y
organizado, que del mismo se reclutarán las personas con mejores condiciones para dirigir los destinos de esa nueva Cámara de cuentas para que exija rendición de cuentas a las personas e instituciones que manejan fondos públicos.