POLONIA: El papa clausura Jornada Mundial Juventud
POLONIA.- El papa Francisco ha concluido este domingo su viaje a Polonia para participar en la Jornada Mundial de la Juventud con una misa multitudinaria en la que han participado más de un millón y medio de jóvenes y en la que ha anunciado que será Panamá la sede de la próxima edición en 2019.
Antes de regresar a Roma, Francisco ha tenido un encuentro con los voluntarios en el estadio Tauron Arena y les dijo: «Yo no sé si estaré en Panamá, pero sí estará Pedro».
Francisco llegó a Polonia el pasado miércoles para asistir a las ceremonias de la JMJ en un viaje en el que también ha visitado santuarios y los campos de exterminio de Auschwitz y Birkenau.
La JMJ de Cracovia ha concluido con una misa en la espectacular explanada bautizada como Campo de la Misericordia y ante más de un millón y medio de jóvenes que pasaron toda la noche allí tras la vigilia del sábado.
Tras la misa, Francisco ha anunciado lo que era un secreto a voces, pero que todos querían oír de su boca: Panamá albergará las próximas JMJ.
«La Providencia de Dios siempre nos precede. Pensad que ya ha decidido cuál será la próxima etapa de esta gran peregrinación iniciada por san Juan Pablo II en 1985. Y por eso os anuncio con alegría que la próxima Jornada Mundial de la Juventud -después de las dos de ámbito diocesano- será en 2019 en Panamá», ha revelado.
Tras el anunció, Francisco ha invitado a la delegación panameña a subir al altar y ha saludado al presidente de Panamá, Juan Carlos Varela y a su esposa, Lorena Castillo, quienes asistieron a la misa.
Varela ha afirmado después en un comunicado que el «pueblo panameño da la bienvenida y acoge con orgullo la distinción» hecha por el papa Francisco al designar a este país como sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2019.
El papa anima a creer en una «nueva humanidad» que no acepta el odio
Durante la misa, el pontífice ha animado a los jóvenes a creer «en una nueva humanidad, que no acepta el odio entre los pueblos, ni ve las fronteras de los países como una barrera y custodia las propias tradiciones sin egoísmo y resentimiento».
En la homilía, Francisco ha utilizado un lenguaje coloquial, repleto de guiños a las nuevas formas de comunicación y vida de la llamada generación «millenials», para que llegase mejor su mensaje.
Les ha hablado de la autoestima y del peligro de «no sentirse a la altura» y tener «una baja consideración de nosotros mismos», y que «no sólo tiene que ver con la autoestima, sino que afecta también la fe».
Otro de los consejos del papa a los jóvenes ha sido decir un «no» fuerte «al doping del éxito a cualquier precio y a la droga de pensar solo en sí mismo y en la propia comodidad».
También les ha instado a que «entre tantos contactos y chats de cada día», le puedan dedicar tiempo a la oración y que el Evangelio se convierta en el «navegador» del camino de sus vidas.
Mensajes para romper el inmovilismo y cambiar el mundo
En el viaje a Polonia, Francisco ha enviado a los jóvenes en los tres actos multitudinarios que celebró, mensajes para que rompan el inmovilismo y cambien el mundo.
Ha lamentado en sus homilías los jóvenes «que parecen haberse jubilado antes de tiempo» o los «jovenes-sofa», que no se vuelven del sillón, y les ha invitado a levantarse y construir un futuro mejor.
Las guerras, como la de Siria, y el terrorismo también han estado muy presentes en los mensajes del papa hacia los jóvenes. La solución, ha dicho, no es «vencer el odio con más odio, vencer la violencia con más violencia, vencer el terror con más terror», sino que la «respuesta a este mundo en guerra tiene un nombre: se llama fraternidad, se llama hermandad, se llama comunión», les dijo en la vigilia del sábado.
También durante el rezo este sábado en la iglesia de San Francisco, el papa rezó para convertir «los corazones de los terroristas para que reconozcan la maldad de sus acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión, origen o estatus social».
Una de las imágenes de este viaje será sin duda cuando Jorge Bergoglio cruzó en silencio y completamente solo la entrada al campo de exterminio nazi de Auschwitz bajo el cartel en hierro forjado con la frase «Arbeit macht frei» (El trabajo hace libres).
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