Política y mentira como sustentadoras del retroceso de los pueblos

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EL AUTOR es periodista. Reside en Salcedo.

La política como ciencia es una de las ramas del saber más importantes y por lo tanto, es la vía más expedita para llegar al desarrollo de los pueblos; sin embargo, cuando los actores que interactúan dentro de los diferentes escenarios sociales suelen mezclar esta con la mentira, la misma se desvirtúa para convertirse en un fuerte y lacerante episodio en donde los más perjudicados son precisamente los pueblos.

A diario escuchamos de labios de los políticos que buscan el favor electoral para así llegar a ocupar ciertas posiciones de poder, la inteligente manera de como estos se les introducen a la masa votante, pero de manera especial, a quienes confiando en la palabra de ese que se le acercó para pedirle su apoyo, depositaron su confianza y soñaron que cuando llegara, finalmente conseguirían lo que tan anheladamente estaban esperando.

 ¡Pero qué va! la gran mayoría de los que andan detrás del favor electoral, solo tienen palabras positivas cuando están detrás del voto y nunca dicen NO.

Para ellos esta palabra carece de valor, pues después de todo, lo importante es asegurarse de que las personas sobre las cuales han hecho promesas depositen sus votos y así llegar a obtener ese triunfo  anhelado con el que más que todo dejaría satisfecho su ego, relegando de inmediato a un lejano segundo plano el trabajo para el cual fue escogido, que es el de trabajar para solucionar los males de la comunidad que lo ha seleccionado, no para complacencia o beneficio personal como muchas veces ocurre.

El otro capítulo viene luego que este toma posesión del cargo. De inmediato muchos cambian los números para no ser localizable, pues ese teléfono que apenas daba el primer timbrazo y lo contestaba con las más suculentas palabras elogiosas, de pronto cambia de sentido y todo lo que antes era de “mi hermano, dígame líder, o no se preocupe que cuando lleguemos resolvemos eso”, de pronto sufren la más raras de la metamorfosis.

Ya las llamadas que antes eran contestadas a vuelo de pájaro, ahora resultan molestas, siempre hay una excusa, y para colmo, el presupuesto con el que se manejan en la posición recién entrenada, resulta insuficiente como para cumplir con el o los compromisos hechos meses antes con el compañerito que, apurado, no descansaba tras la búsqueda del voto para lograr el triunfo de ese quien era su líder y que luego de ocupar la posición, es una aventura hasta verlo para saludarlo.

Los párrafos anteriores retratan en pocas palabras y de manera íntegra, la otra personalidad de muchos de los que han escogido, como expresáramos en uno de los temas anteriores, la política como medio de subsistencia para lograr ciertos objetivos ya sean personales o colectivos  y no como debiera ser, como ciencia, para en la medida de lo posible, llevar soluciones a las diversas problemáticas de los pueblos.

Mientras la Política  de acuerdo a lo establecido por Aristóteles se define como “la forma ideológica que centra el poder a un grupo de personas que lideran y velan por las garantías de una población”, la Mentira es todo aquello que contrario a la verdad, es sentenciada por algunos, para alcanzar ciertos objetivos que mediante la misma verdad no son capaces de obtener.

De ahí es que cuando ambas palabras  son unificadas por aquellos que a través de la práctica buscan el favor electoral en una determinada población, los resultados que al final se logran suelen ser devastadores para esa misma localidad que confió en esa persona y que de manera sagaz e “inteligente” (no sabia), utilizó la mentira como vehículo para convencer y así lograr sus objetivos.

Cuando un pueblo es sometido de manera constante a mentiras tras mentiras por parte de los políticos, mayormente por aquellos que ejercen algún tipo de poder o autoridad en la comunidad, a la larga, quien o quienes resultan los más perjudicados son precisamente quienes usan la mentira como vehículo para conseguir o salir bien ante cualquiera de esas situaciones que suelen presentárseles a esos que precisamente se hacen llamar políticos.

Cuando un político miente lo hace porque como es natural, no tiene el o los argumentos suficientes como para dar las respuestas adecuadas a cualquier situación dada que se le presente, y al no querer perder el favor de quien o quienes  les siguen, pues recurre a la lastimosa herramienta de la mentira, como única medida para tratar de convencer a sus correligionarios de que se está mostrando el interés requerido por quienes demandan soluciones a lo planteado.

La Mentira, venga de donde venga, es una falta de ética que necesariamente tiene que ser erradicada del lenguaje de quienes ejercen la Política o de  quienes ostentan algún estamento del poder del estado, pues la segunda, mientras nos habla de la búsqueda de soluciones para beneficio de los diferentes estamentos sociales, la primera, solo ha servido y así lo ha demostrado la historia como una de las principales herramientas de retroceso de los pueblos.

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