Para Luis Abinader en Navidad

En abril de 1999, hicimos una propuesta a los pre candidatos del Partido Revolucionario Dominicano, a fin de que concurrieran a la convención previa a las elecciones presidenciales del año siguiente con una acuerdo entre las fuerzas mas determinantes de la organización. El pacto que propusimos contenía -entre otros puntos- que Hipólito Mejía y Milagros Ortiz participaran en las primarias del PRD con el compromiso de que si uno de ellos ganaba, escogiera al otro como su compañero de boleta.

Las primeras reacciones fueron de repudio al novedoso plan, tanto de parte de los equipos de la doctora Ortiz Bosch, como del doctor Rafael Suberví Bonilla. La gente de doña Milagros -incluidos los mismos amigos que me indujeron a entrar al PRD un año antes- me calificaron de pretender “liquidar” la carrera política de la dirigente mas votada del partido en el Distrito Nacional, pues en 1994 había sacado mas votos que el propio doctor Peña Gómez. Durante dos semanas fui sometido al mas intenso repudio por los simpatizantes de la que era consideraba por todos -incluido yo mismo- como la principal dirigente de avanzada del partido blanco. Ellos entendían que asociarse a Hipólito Mejía resultaba pecaminoso.

 Los seguidores del doctor Suberví Bonilla igualmente rechazaron la propuesta que presentamos, pero por diferentes motivos. Ellos argumentaban -con alguna razón- que nosotros los proponentes, discriminábamos en su contra. El asunto es que estábamos absolutamente convencidos de que Fello Suberví no le agregaría voto alguno al candidato ganador y que Milagros Ortiz, por su prestigio dentro de la sociedad civil, si podría sumar ciertos sectores progresistas a la cantera del PRD.

 Pasados unos quince días de haber publicado la propuesta, Hipólito y Milagros anunciaron con bombos y platillos un acuerdo que recogía en su totalidad las sugerencias nuestras. El ambiente cambió a partir de ese momento y ya no éramos vistos como parias, mas bien nos observaban con cierto recelo, pues los perredeístas no están acostumbrados a ese grado de independencia de criterio y no conceden crédito a nadie, excepto a ellos mismos.

 Como resultado del pacto entre los dos dirigentes mas importantes del partido de Peña Gómez, Milagros Ortiz fue vicepresidente de la Nación, a pesar de haber recibido el apoyo de tan solo el 5% de los votos depositados en las primarias; Mejía sacó el 75%, Suberví el 15%, Decamps el 3% y don Rafael Abinader el 1%. En el gobierno de Hipólito, la popular senadora del Distrito Nacional fue también Secretaria de Educación, además de controlar otras cinco dependencias estatales; y no llegó a ser candidata y presidente electa quizás, porque se le interpuso el esperpento de la reelección de Hipólito Mejía.

Hoy que ya no somos parte orgánica del PRD como antes y que la pasión por el partido blanco ya no nos seduce, modestamente queremos hacer otra propuesta que de aceptarse, podría ayudar a la recuperación del partido en el que militamos desde 1998 hasta 2003. Por supuesto que en esta ocasión el planteamiento no va dirigido a los mismos pre candidatos del año 1999 sino, a un joven y prometedor dirigente nacional que por estar inmerso en las confrontaciones que otros han generado, no alcanza a ver a plenitud las aristas que presenta este pleito sin sentido. Se puede afirmar que el bosque no permite a Luis Abinader reparar en la realidad de su propio árbol.

Para que se entienda mejor nuestra propuesta, permítasenos hacer algunas precisiones de carácter histórico y socio político, relacionadas con el accionar del partido mas viejo de la política dominicana:

· El PRD llegó a Santo Domingo el 5 de julio de 1961 y don Juan Bosch, su fundador y principal dirigente, lo hizo exactamente el 20 de octubre del mismo año. En ese interregno de 105 días, en el país se generó una serie de espontáneas movilizaciones en las principales ciudades del país, que se materializaban al anochecer y en las que el pueblo, ávido de libertades, se manifestaba en los barrios hasta bien entrada la noche, coreando consignas contra el “trujillismo” y sus remanentes, y demandando un gobierno popular y democrático.  Para ese momento, el liderazgo de avanzada del PRD (Miolán, Castillo y Silfa) no tenía peso alguno en el país; mientras que los dirigentes locales como Peña Gómez y Casimiro Castro, entre otros, aun no habían prendido en el corazón de los miles de perredeístas que noche tras noche hacían ese ejercicio democrático de manifestarse públicamente. Es de ahí, de esas correrías revolucionarias, que surge la mística de ese “jacho prendío”, por lo general un leño de cuaba, que iluminando las calles, comandaba esas multitudes entusiastas que portaban como banderas, lienzos de paño blanco con tres letras color azul en medio, perfectamente legibles y que decían PRD. Así nació esa leyenda que aún perdura, a pesar del daño que tradicionalmente le ha hecho su dirección y que identifica al mas grande partido dominicano.

· El joven Luis Abinader, con menos de 50 años de edad; con tasa de rechazo de 0% y el respaldo económico de un importante sector de la burguesía nacional, no parece darse cuenta de que el futuro le sonríe y de que tiene toda una vida política por delante.

· Precisamente por las distracciones que genera esa pandilla de dirigentes en los alrededores de Abinader, es que él no alcanza a leer con precisión lo que se puede distinguir en el “tablero político” actual. La construcción de un nuevo partido -y que además sea competidor- es una labor titánica, que aunque no es imposible, es muy difícil de lograr; especialmente para un grupo de dirigentes como el que rodea a Luis Abinader, que no tuvo ni la visión ni la voluntad política para luchar democráticamente dentro de su partido y que optó por “regalárselo” a Miguel Vargas, adoptando primero una actitud abusiva y anti democrática desde dentro y luego, cobarde y conspirativa desde fuera. Después de abandonar una organización donde ellos eran la mayoría absoluta (en proporción 4:1) tratan inútilmente de revertir el orden (o quizás desorden) resultante y que ellos mismos ayudaron a construir.  

· Otra lectura que no parece lograr Luis Abinader y su tropa, es la que dice cuál pudiera ser el resultado electoral de 2016 si el estado de cosas se mantiene como está. El deseo de derrotar al PLD, que es la aspiración de Miguel Vargas, Hipólito Mejía y Luis Abinader es prácticamente imposible, si no varía el escenario actual. Esto debían saberlo los dirigentes de los tres grupos, porque lo sabe el pueblo entero, y hasta lo manifiesta abiertamente en la frase que dice: “Leonel va a ganar de nuevo”. Entonces la pregunta sería: ¿para qué quiere Luis Abinader ser candidato en unas elecciones que no tiene chance de ganar? ¿simplemente por participar?

.Una vez establecidas estas interrogantes y lo incierto de sus respuestas, hay que proponerle al joven líder, echar un vistazo a la historia, especialmente en lo concerniente al comportamiento de dos de sus mas gloriosos antecesores: Mehemed y Murad. El primero tuvo la visión de pactar con Murad y ambos salieron victoriosos en la batalla de Varna, que a su vez fue decisiva para la caída de Constantinopla en 2016, perdón, quisimos decir 1453.

·Hay que tener en cuenta un aspecto muy práctico de esta lucha política, y que Luis Abinader parece haber olvidado, algo insólito para un dirigente de su estirpe y formación. Construir un partido que sea capaz de presentar una oferta realmente competitiva, a menos de dos años de las elecciones, no parece ser tan viable. Recordemos las experiencias de don Juan Bosch, que construyó los principales partidos del país y el tiempo que le costó a cada uno de ellos alcanzar o recuperar la presidencia de la República. Comparemos el tesón y la capacidad de trabajo de este grupo de “suicidas políticos” con la del Maestro, y extrapolemos los resultados posibles. Pero preguntémonos además: ¿cuánto costará?

·Una última consideración: la gran incógnita que habrá de ser despejada en las venideras elecciones de 2016, es ¿Cuánto pesan realmente los símbolos del PRD? ¿Cuánta gente se mantendrá fiel al “jacho prendío”, no importa quién lo sostenga? ¿Cuánta gente abandonará la casilla #1 en la boleta electoral y se irá en búsqueda de ese nuevo partido que a la fecha de hoy, no está ni siquiera definido y que de seguro aparecerá en un lejano recuadro de la boleta electoral?. Cierto es que la respuesta exacta no la tendremos hasta el día de las elecciones, pero no menos cierto es que Luis Abinader -si es que realmente está en política- no necesita esperar que ese día llegue. Todo lo que debe hacer el joven dirigente es leer profundamente en el “tablero político” y maniobrar para ganar, no importa cuáles sean los resultados.

Vistas estas consideraciones, pasemos a explicar en qué consiste la propuesta que anuncia el título de este trabajo.

1.Dado que ya Miguel Vargas es candidato oficial del PRD, Luis Abinader debe reconocer y apoyar su nominación. De hecho, solo la Providencia podría impedir que Vargas esté en la boleta blanca de 2016.

2. La candidatura vice presidencial, debe reservarse para que el candidato, es decir, Vargas, la use como elemento de negociación, tal y como se ha hecho hasta ahora y se seguirá haciendo, porque las elecciones solamente se ganan “construyendo mayorías”, o sea, pactando.

3. Abinader debe condicionar su apoyo a Miguel a que se acepte el retorno de Hatuey Decamps al PRD, con toda la militancia del PRSD y con un alto puesto de mando en el partido y en la campaña. Esto supone la inclusión de Decamps en las negociaciones desde su comienzo.

4. El PRD debe modificar los organismos de dirección del partido, a fin de que la gente de Luis Abinader ocupe el 50% de los cargos, al igual que los seguidores de Miguel Vargas. Sin embargo, cada uno de ellos debe desprenderse de un 10% de sus puestos internos, para acomodar” en la dirección al PRSD y a otros aliados que evidentemente vendrían, por el conocido “efecto dominó”.

5.Las candidaturas municipales y congresuales deben repartirse de la siguiente forma: 40% para Vargas y 40% para Abinader; el restante 20% se reservará para los aliados, incluido el PRSD.

6. Esta última relación debe mantenerse en el gabinete del futuro gobierno, si la boleta resultare gananciosa.

7. Luis Abinader no debe ser candidato a ningún puesto electivo, ya que para él debe reservarse la presidencia inmediata del PRD y la candidatura presidencial de 2020 en primera instancia.

8. La jefatura de campaña del PRD debe recaer en un trío: Luis Abinader, Hatuey Decamps y un tercero que designe Miguel Vargas.

9.Las finanzas de la campaña, incluidos los aportes de la JCE, deben manejarse de manera colegiada por sendos representantes de Vargas y Abinader, o por ellos mismos si así lo acordaren.

10.   Todas la candidaturas al congreso y los municipios, deberán ser refrendadas por el Comité Ejecutivo Nacional, compuesto en base al arreglo que se propone en el punto #4.

El espíritu de esta propuesta es profundamente democrático, pero racionalmente lógico y pragmático. El momento y la crisis que vive la oposición dominicana, en especial el PRD, es de gran trascendencia y significación histórica, por tanto, se impone una solución de características trascendental e histórica para solucionar el impasse. Luis Abinader debe mantener la cabeza fría, muy fría, para interpretar a profundidad lo que se lee en el “tablero político”; porque lo que está en juego es probablemente, el futuro del sistema de partidos y por tanto, de la democracia misma.

Finalmente, reconozco que esta no es ni puede ser una propuesta “consensuada”, y probablemente tendrá el rechazo de ciertos actores que están en el entorno de Miguel Vargas y Luis Abinader, y quizás hasta por ellos mismos. Pero también puede ser enriquecida por el uno y por el otro.

Miguel Vargas ha ganado hasta ahora, porque ha hecho las mejores jugadas, aunque su accionar no ha sido impecable. Ya es tiempo sin embargo de apostar en firme y casarse con la gloria, re direccionando al PRD.

Luis Abinader debe reflexionar sobre los acontecimientos y entender que aunque mucha gente que está en su entorno no tiene mañana, su porvenir es promisorio. Solamente tiene que rencontrarse con sus orígenes y apostar al futuro.

 ¡Vivimos, seguiremos disparando!

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