Orlando cuarenta años después

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EL AUTOR es periodista. Reside en Nueva York.

Ya pasaron  40 años, aniversario del dolor.  Lo recuerdo como ahora. Eran dias difíciles, donde los escuadrones de la muerte gobernaban las calles de Santo Domingo. A diferencia de hoy, que el miedo  de la pobiación es al asaltante asociado con militares y policias, en aquellos años tormentosos la persecución política de opositores estaba a la orden del  dia.
Leiamos con fruición cada columna Microscopio y sentíamos acercarse en cada tarde  los pasos fúnebres de la muerte, detras de Orlando.  Habían fusilado a Francisco Alberto Caamaño,  en Febrero de 1973. Habían acabado con la vida de Gregorio Garcia Castro (Goyito), el 28 de marzo de 1973.
No podiamos esperar que la intolerancia permitiera a Orlando Martinez desahogar su indignación y seguir con vida. Nunca lo traté personalmente, pero fue una de mis  fuentes de inspiración. Era el tema de discusión cada noche cuando ibamos por la Arzobispo Meriño y la Calle El Conde a tomar las clases en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP).
Eramos el grupo de jóvenes soñadores que dirigia la lucha por una escuela en el Club Rafael Leonidas Solano de Guachupita, donde Joaquin Balaguer tuvo que descender con su generalato, como Neit Rafael Nivar Seijas  y Enrique Perez y Perez, para investigar pesonalmete por qué aquel grito desesperado de “Un Block, Una Escuela” que inundó el pais entero de costa a costa “porque los niños de Guachupita tienen derecho  a ser educados”.
A Orlando lo mataron la tarde gris del 17 de marzo de 1975, y nosotros salíamos egresados de la Escuela de  Periodismo del Dr. Salvador Pittaluga Nivar el 22 de agosto del 1975. Guardando las distancias, y sin pretender equipararnos, somos la generación de periodistas hijos de Orlando, el comunicador contestario, irreverente, que enseñó a toda mi generación el valor de combatir contra Joaquin Balaguer con la palabra hablada y escrita por la defensa de la justicia social, la libertad  y  los derechos humanos.
“Soy hombre, nada humano me es ajeno”, Terencio, leiamos a diario antes de entrar de lleno en la lectura de la columna de Orlando, una cátedra desafiante y culta de valentía, valores y principios en defensa de nuestra democracia.En este 40 aniversario, recordemos con reverencia a nuestro Martir de la Libertad de expresion y difusión del  pensamiento.
Entendamos claramente que su muerte es el sacrificio de una vida digna por el derecho a disentir de todos. Comprendamos que si esta democracia imperfecta tiene voces disidentes y avances notables es porque Orlando prefirió enfrentar los escuadrones de la muerte, antes que morir de rodillas,  porque entendía que habia la necesidad de combatir de frente a los enemigos de la democracia y la libertad del pueblo dominicano,  a sabiendas de todos los riesgos que corría.
Orlando sembró en nosotros el amor a la libertad de hablar y escribir. Paz eterna a sus restos!.

  

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