OPINION: ¿Trump versus Hillary?

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El autor es miembro del Comité Central del PLD. Reside en Nueva York.

“El hombre es un animal político”. Según Aristóteles, los seres humanos, por su naturaleza, necesitan vivir en las Polis (comunidades), pero se supone que quienes deben dirigir y administrar las Polis son los políticos; terminó diciendo el filosofo.
Si recordamos, las Polis griegas nacieron en el siglo VIII antes de Cristo, crecieron, experimentaron un proceso de desarrollo, evolución, transformación y terminaron en un sistema político de auto administración llamado «democracia», la cual utiliza las elecciones como método de seleccionar y legitimar sus autoridades.
Thomas Jefferson, George Washington, John Adams, James Madison, Benjamin Franklyn y Alexander Hamilton, entre otros fundadores de Estados Unidos, estudiaron, debatieron, y practicaron el legado teórico de los clásicos griegos, romanos, y europeos, entre ellos, Sócrates, Platón, Aristóteles, Maquiavelo, Thomas Hoobes, John Locke, Carlos Marx, Adam Smith, y Jean J Rousseau, de cómo dirigir las ciudades/estados/nacion, y así ejecutaron el experimento político más exitoso al día de hoy: Los Estados Unidos de América.
Lo hicieron asumiendo y respetando lo mejor de esas teorias, adaptándolas, y reinventándolas a nuevas situaciones y nuevas experiencias sin perder sus esencias.
La grandeza de Estados Unidos radica en el uso correcto, justo y equitativo de su política interna y externa en beneficio de sus ciudadanos y en cumplimiento de las mejores prácticas filosoficas sobre el Estado, aplicadas siempre a través de un debate plural, abierto, democrático, de elecciones tras elecciones, con la claridad meridiana de que el objetivo básico y fundamental de la política y los políticos es trabajar en beneficio de todos los miembros de su Polis (Ciudad/Estado/Nación).
La mayoría de los ciudadanos del mundo reconocen que, gracias a esas buenas prácticas de la política, a la lucha dialectica y ordenada del pueblo norteamericano, se han logrado conquistas tan importantes como la primera revolución burguesa en América, que incluye como expresión máxima la independencia norteamericana de los ingleses, la abolición de la esclavitud y la eliminación de la segregación racial.
A eso se agregan eventos trascendentes, como la aceptación de los derechos civiles y políticos de los afroamericanos y todas las minorías de una manera constitucional, la participación y adaptación de los inmigrantes al tejido nacional, los derechos de sindicatos de los trabajadores, el derecho a la seguridad social, el derecho de los pobres a la educación de calidad gratis hasta el bachillerato y la elección del primer presidente de la raza negra, entre otras muchas conquistas.
En el caso que hoy analizamos, la contienda presidencial entre Donald Trump y Hillary Clinton, un eslabón más de la lucha dialectica del pueblo norteamericano, creo que las formas y las maneras de los mensajes del primero son más directas y efectivas que las empleadas por Hillary, debido a que su mensaje es lineal y dirigido al primer nivel del procesamiento cerebral que tenemos los seres humanos desde los 5 años de edad.
Además, Trump apela en el contenido de su discurso a elementos de factura sofista, emocional y afectiva, dándole de comer filete al ego de una buena parte del pueblo norteamericano.
Trump les recuerda y les asusta sobre la importancia de que Norteamérica sea la nación número uno en la tierra y el peligro que significan los extranjeros para su economía.
El proyecto politico de Trump tiene varias limitantes: el partido Republicano está dividido debido a que Trump no representa la real mentalidad republicana, de manera que muchos piensan que Estados Unidos se podría estar arriesgando con él como presidente, debido a que tratará de revisar los tratados de libre comercio y a que dibuja un panorama apocaliptico del futuro de la sociedad estadounidense, pero no presenta ni una sola solucion concreta.
En el caso de Hillary, ella tiene la fortaleza de dos periodos exitosos de gobiernos de Obama, quien revivió la quebrada economía norteamericana.
Además, ella cuenta con el apoyo de las minorías, los sindicatos de trabajadores y el segmento progresista del pueblo norteamericano.
Pero ella también tiene varias limitaciones: la cantidad de ruidos que se han tejido en torno a su persona y familia, el descrédito que afecta a los políticos que han administrado a Washington y una forma y estilo de discurso dirigido al segundo y tercer niveles del procesamiento cerebral que tenemos los humanos, tipico entre las edades de 15 y 25 años.
En conclusión, creemos que las elecciones de noviembre serán reñidas, no por serán entre un hombre y una mujer, sino porque tendremos una disputa entre el pasado y el futuro. Será la elección entre quién debe dirigir el Estado moderno del XXI: un político o un empresario.
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