OPINION: Todo consumado en Honduras?
De acuerdo a las “últimas informaciones” que nos ofrecen los medios de comunicación con relación a la crisis política que afecta al pueblo hondureño, como consecuencia de “los resultados” de las elecciones realizadas el pasado 26 de noviembre, la reelección es un hecho consumado (consummatum est) en Honduras.
Como en el sistema electoral de Honduras no se contempla una segunda vuelta, quien obtenga la mayoría simple se alza con el triunfo electoral. Esa es la razón por la que el Presidente Juan Orlando Hernández pretende imponer su reelección con un pírrico 42.984% contra el 41.38% de la votación que obtuvo Salvador Nasralla, principal candidato opositor.
En flagrante violación de la Constitución vigente que, mediante un artículo, expresamente, pétreo, el No. 239, prohíbe, en forma clara y expresa, la reelección presidencial; los sectores ultraconservadores de Honduras, en evidente contubernio con fuerzas foráneas, materializaron un doble fraude:
a) Sin agotar el debido proceso y sin tener competencia para ello, gestionaron una sentencia aprobada por cuatro de los cinco miembros de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, para “legalizar” la candidatura reeleccionista del Presidente Hernández.
La vulgar manipulación para permitir la reelección ahora se observa cuando se lee, íntegramente, el Art. No. 239 de la Constitución hondureña:
“El ciudadano que haya desempeñado la titularidad del Poder Ejecutivo no podrá ser Presidente o designado. El que quebrante esta disposición o proponga su reforma, así como aquellos que lo apoyen directa o indirectamente, cesarán de inmediato en el desempeño de sus respectivos cargos y quedarán inhabilitados por diez años para el ejercicio de toda función pública.”
Practicando una doble moral, ese mismo contubernio que ahora respalda la reelección del Presidente Hernández, amparado en ese Art.239, en el año 2009, consideró suficiente la intención de organizar un referéndum para evaluar la posibilidad de modificar el referido artículo para interrumpir el orden institucional y asestar un fatídico golpe de Estado contra el Presidente legítimo y constitucional Manuel Zelaya.
b) Después del primer boletín del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con el escrutinio de más del 57% de las actas, que arrojaban una ventaja y tendencia por encima del 5% a favor del candidato de la Alianza de Oposición, se produjo un inexplicable y súbito “apagón o caída del sistema de cómputos” del TSE por varias horas.
Con la “casualidad” de que al retomar el conteo se presentó una situación totalmente diferente: El candidato de la prohibida reelección aparece en primer lugar con un 42.92% contra el 41.42% del Opositor, lo cual parece irreversible, no obstante los supuestos reconteos de cierta cantidad de actas.
Naturalmente, la oposición política y un importante sector del pueblo hondureño impugnaron dichas elecciones y han manifestado su inconformidad ante las evidentes patrañas en los resultados, y mediante protestas en las calles, con más de una docena de muertos, cientos de heridos y presos, exigen nuevas elecciones que, increíblemente, el informe de la inefable OEA “considera que en las elecciones hubo un cúmulo de irregularidades, errores y problemas sistémicos que podrían anular dichos comicios”.
Ante esta grave crisis política que sufre la república de Honduras, el pasado 9, la encargada de negocios de la Embajada de EE.UU. en Tegucigalpa, Heide Fulton, dio a conocer la posición “imparcial” del gobierno norteamericano cuando “exhorta a los hondureños a que acepten pacíficamente los resultados electorales y afirmó que su país está listo para trabajar con el ganador”. ¡Más claro, ni el agua!
Esta decisión política de EE.UU., significa un consummatum est de la reelección presidencial en Honduras? No lo aseguro, por lo cual exhorto a monitorear el desarrollo y desenlace final de los acontecimientos políticos que están protagonizando la oposición política y un representativo sector del pueblo hondureño.
JPM