Sin rumbo, sin ideales, sin voluntad de defenderse

 

El drama que ahora viven los dominicanos, por  efecto de la descomposición del Estado haitiano,  fue examinado en toda su crudeza  en la carta que Manuel A. Peña Batlle le escribió al Canciller de Cuba,  Jorge Mañach, el 6 de noviembre de 1945. ¿Cuál era el diagnóstico que hacía Peña Batlle hace setenta años?

Comprendo los puntos de vista de la política haitiana en su conflicto permanente con la política dominicana. Haití es un país de unos veintisiete mil kilómetros cuadrados, con una población de más de cuatro millones de habitantes, tan grande como la de Cuba. No hay posibilidad de que esa población en territorio tan exiguo y tan pobre pueda crear medios normales de subsistencia: la tierra haitiana está en aterrador proceso de erosión que cada vez hace más difícil una adecuada conjugación del medio y del hombre. La industrialización de ese país es poco menos que imposible. ¿De qué manera podrán los cuatro millones de haitianos de hoy resolver sus problemas vitales? ¿Cuál es el porvenir de esa población? La primera respuesta es categórica: Haití no puede ni podrá resolver sus propios problemas fundamentales. Inmediatamente surge esta segunda afirmación: los problemas haitianos pesan tanto sobre nosotros como nuestros propios problemas. La depauperación, la miseria y la incapacidad productiva de cuatro millones de seres arrinconados en un extremo de la isla, sin capa vegetal explotable, sin subsuelo útil y sin riqueza industrial posible, constituyen, necesariamente, para nuestro país una permanente y trágica amenaza de penetración masiva hacia los centros feraces y productivos de la isla, que no podemos, que no debemos, que no queremos descuidar los dominicanos de ahora so pena de conspirar nosotros mismos contra la felicidad y la tranquilidad presentes y futuras de nuestro pueblo.

Esta situación se refleja, a su vez, en el orden político. Hace trescientos años que está planteada (…) El lastre de esa situación ha sido y será muy pesado. ¿Qué hacer? ¿Nos fusionamos con Haití? ¿Sería ése, Ministro, su consejo sincero y cordial? ¿Mantenemos la dualidad existente en la isla desde el siglo XVII? ¿Cuánto nos costará a los dominicanos, en sacrificio, el afianzamiento de esa política?

Este drama ha empeorado brutalmente. La historia  tiene para los dominicanos  un carácter excepcional. Es un teatro viviente. Sólo el esfuerzo y la voluntad de defenderse pueden mantener los  resultados políticos de nuestra independencia de Haití.   Ningún Estado del continente  enfrenta un desafío  que podría arrasar  su Independencia nacional con un mero desplazamiento  demográfico.  Hemos vivido en la incertidumbre e inestabilidad a riesgo de perderlo todo.  Cada generación se halla obligada por la circunstancia y por la lealtad a los próceres del pasado a mantener el equilibrio demográfico en la porción dominicana de la isla que impida la desnacionalización y frene la disolución de la cohesión nacional. No hay ni ha habido mayor problema que el que involucra la existencia de la República Dominicana atraída  hacia el abismo de un agujero negro, y cuya manifestación es el desvanecimiento de la linde fronteriza. La frontera es donde expira la soberanía de un Estado y comienza la de otro Estado.

En el año 2000,  el geógrafo haitiano Georges Anglade calculaba que  la población haitiana había alcanzado los  14 millones de habitantes. De esos,  más de 4 millones, el 24%  vive  fuera de sus fronteras. . El 12% de esa población se halla en la República Dominicana, y la otra mitad en EE UU, Canadá y los demás países del continente. Ninguno de los territorios  de América enfrenta un desafío de tan gigantescas proporciones como acaece en nuestro país. Todos exhiben una densidad de población muy inferior a la predominante en la isla de Santo Domingo: EE UU (34h/km2), Canadá  (2h/km2), Centroamérica (89h/km2), Guayana (1h/km2), América del Sur (22/km2).  Si se comparan esas cifras con la proporción de la  densidad demográfica isla de Santo Domingo:   190h/km2 en R. Dominicana y  350h/km2 en Haití.  Todo ese proceso de  colonización puede llevarse a una fractura social, a la  ruptura irreversible  de la cohesión nacional, a una  desnacionalización  podrían precipitar la decadencia y ocaso de la nación dominicana.

Sin voluntad de defenderse

La frontera terrestre se halla expuesta a riesgos de muy diversa índole: ingresos de personas ilegalmente,  contrabando de mercancías, narcotráfico, tráfico de carbón,  tráfico de armas ilegales, falta de control fitosanitario (animales enfermos, personas en riesgo sanitario etc)

  1. Trata de personas: el desplazamientos de personas sin visado de autorización en busca de las conquistas sociales que de manera aún precaria provee el Estado dominicano a sus ciudadanos: empleo, educación, servicios sanitarios, seguridad ciudadana. La población procedente del Estado haitiano comprende trabajadores que representan un riesgo palmario a los insuficientes yacimientos de empleos, parturientas que suelen agotar los recursos de los hospitales, niños se han apoderado de los hogares infantiles, delincuentes que huyen de las cárceles, y que hayan un territorio con mayores probabilidades de hurto y depredación. La población carcelaria haitiana no resulta desdeñables y finalmente mesnadas de personas en extrema miseria y que ha desplazado incluso a los propios mendigos nacionales. Todo ese tráfico humano ha sido estimulado  por  dos tipos de factores.

Factores internos

  • Los dispositivos del Ministerio de Defensa del Estado (CESFRONT, Ejército, Armada, Fuerza Aérea) no han logrado controlar el ingreso de todas esas personas al territorio nacional ni disponen de los medios para evitar que ingresen personas y animales enfermos. Y una vez han entrado al territorio nacional la Dirección General de Migración no puede aplicar las leyes de repatriación. En sólo un año, penetran millares de haitianos legal e ilegalmente, y el proceso de repatriación  de estas personas apenas alcanza entre las 14 y 18 mil personas. La desproporción entre las multitudes que ingresan y los pequeños grupos de deportados es enorme. Las causas son diversas: corrupción de los militares y, muy particularmente, de los alcaldes y gobernadores de las provincias fronterizas, falta de medios para enfrentar los problemas, ausencias de voluntad política para hacer cumplir la ley etc. Las circunstancias se hayan reforzadas por las políticas internas, que contribuyen a la desmoralización.  Las políticas llevadas a cabo por el Ministerio de lo Interior: decreto 327/13, ley 169/14 y decreto 250/14 se han constituido en un efecto llamada para esas poblaciones que se ha concretado en vertientes: I. la entrega por parte de la Junta Central Electoral de la nacionalidad dominicana a 55 mil personas descendientes de haitianos que hallaban ilegalmente al país, y desde luego la transferencias a los millares de descendientes de estas personas. 2. La entrega del status de residente en la República Dominicana a 200 mil personas que ni siquiera calificaban para residir en el país, y cuyos descendientes durante ese período de tiempo serán, a su vez, considerados como dominicanos. Todo ese desplazamiento jurídico tendrán repercusiones negativas en el porvenir de la República Dominicana.

Factores externos

  • Los dispositivos del Ministerio de Relaciones Exteriores

Las dos cancillerías de los dos países que se reparten la isla de Santo Domingo mantienen una posición divergente.

  • La Cancillería haitiana se ha propuesto traspasarle sus problemas a la República Dominicana. Toda su diplomacia se halla empeñada en presentar el ejercicio de la soberanía dominicana como una violación de los derechos humanos. En vista de ello, solicitan a la Comunidad Internacional (Secretaría General de Naciones Unidas, Organización de los Americanos, CARICOM, Union Europea, Países ACP) la intervención para anular la autodeterminación de los dominicanos. Es decir, arrebatarle las competencias de la Constitución y leyes de su Estado, traspasándosela a la Corte Interamericana de los Derechos Humanos, a Amnistía Internacional y  a las disposiciones que  asuma el Alto Comisionado de Naciones Unidas (ACNUR). Para lograr esos propósitos a) se han emprendido grandes campañas de descrédito internacional en contra del país realizadas por las ONG, por la Cancillería haitiana, por los Estados que han adoptado esos mecanismos de propaganda (el CARICOM, las Granadinas, la Fundación Kennedy  ), con miras a producir una humillación del país,  b) se ha iniciado el desmantelamiento de la frontera jurídica. Todas las exigencias de la diplomacia internacional (EE UU, Unión Europea) se han centrado en la expansión de un proceso de colonización que fijará definitivamente a la población extranjera en nuestro país. El eje de la política exterior de Haití se halla, formalmente, anclado en la colonización de la República Dominicana, siguiendo el lema central de su escudo: la unión hace la fuerza. Se trata de un propósito que anularía los resultados históricos del Estado fundado el 27 de febrero de 1844, cuando se proclamó la Independencia del influjo demográfico y político en el territorio histórico de los dominicanos por parte de Haití.
  • En contraste con esta visión despejada que exhiben los haitianos en el teatro internacional, la diplomacia dominicana con relación a Haití  carece de rumbo político. A) el cuerpo de embajadores se ha limitado a una actitud defensiva ante la salva de estereotipos que han entrado al teatro internacional que tratan de presentar  el discurso acusatorio haitiano como un mecanismo de manipulación para hacer naufragar la soberanía; b) los consulados dominicanos  llevan a cabo una política contraria al interés nacional. En una década los Consulados dominicanos han expedido más de medio millón de visados; el enriquecimiento de los cónsules se ha mostrado  contra el interés nacional. Las políticas llevadas a cabo por el Estado no protegen el empleo ni combaten la introducción de enfermedades ni nos aportan seguridad.

Ante el fracaso innegable de todos  los mecanismos de defensa del Estado dominicano, cabe hacerse la pregunta siguiente: ¿ Puede el país  confiar en que la  legalidad aplicada por la Comunidad Internacional hará prevalecer  los principios fundamentales asentados  en las normas de Naciones Unidas :  el principio de la intangibilidad  de las fronteras y  el de la autodeterminación de los pueblos ?

¿Qué porcentaje de los yacimientos de empleos del país les serán entregados a esta población en perjuicio de los dominicanos? ¿Qué proporción del presupuesto de la salud pública seguirá asumiendo el Estado dominicano a favor de esta población? ¿Qué proporción de escolares y estudiantes penetraran en nuestras instituciones educativas?

En mando social y político ha caído en manos de hombres y mujeres  que han asumido el mayor desafío de nuestra historia sin criterio nacional, sin visión, sin patriotismo, resignados, que han privado al pueblo dominicano de su capacidad autodeterminación.

Hemos entrado en un abismo de nieblas. Ha  comenzado el proceso de transferencia de soberanía 1) a los organismos internacionales que actúan como pro cónsules en el territorio nacional; 2) a las poblaciones haitianas, las cuales una vez introducidas en el registro de identidad electoral se han convertido en un mecanismo de extorsión de todo el mando político

Conjuntamente con esta circunstancia,  aparece el proyecto binacional Quisqueya, que pretende convertir los 10.900 kilómetros de la cinco provincias fronterizas (21% de todo el territorio nacional) en el laboratorio de una fusión entre ambas naciones, capitaneada por empresarios privados, con esta argucia se pretende hacer desaparecer, darle el tiro de gracia a  la soberanía de la República Dominicana.

Postdata:

 Informo a todos mis lectores que las entregas semanales de mis artículos serán interrumpidas por 4 semanas,  porque  estaré convaleciente de una intervención quirúrgica

 

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