OPINION: ¿Show de qué?
La Asociación de Cronistas de Arte (ACROARTE) debe explicar claramente cuáles son los parámetros o las bases para premiar, periódicamente, a meritorios exponentes del arte popular de entretenimientos y demás renglones.
No se sabe si el soberano otorgado al Show del Mediodía, es por la calificación de un buen rating como programa de variedades y entretenimientos “apegado” al arte popular, o por las confrontaciones político-partidarias en su escenario. ¿Tendrán el mismo peso esas dos razones?
Aquí suceden varias cosas: o ACROARTE ha desnaturalizado su papel y la politiquería se ha engullido hasta el arte popular o tal vez no es el merengue que ha perdido vigencia como dicen algunos, sino nuestros exponentes del arte popular generalizado. Y hay varias preguntas más: ¿La entidad premia la variedad aunque se margine lo artístico? ¿Cuáles fuerzas influyeron para que, precisamente ahora cuando en ese show no prevalece como espina dorsal el arte, luego de décadas, se le otorgue un soberano?
Aunque damos por merecida la distinción, todas estas interrogantes no dejan de tener sus capitales significaciones. Sin desmeritar el programa meridiano, si es cierto que ha crecido en público como sucede en el exterior, la sociedad dominicana ha sido tan envilecida por los asuntos políticos que, contrario a otros tiempos, hemos perdido hasta el amor por la música, por populachera que esta sea.
Realmente se ha perdido lo diletante de los melómanos dominicanos, ávidos de innovados esparcimientos musicales que nos disuadan del marasmo de lo político-partidario. Lo sublime de nuestras recreaciones ha mermado y podría darse el caso de que ese disfrute haya sido suplantado por sectores políticos que han colocado fichas políticas para promocionarse.
La anomia que a todos los niveles azota a los dominicanos nos ha alejado de la producción de calidad del arte popular; resulta más fácil el montar un podio donde se sucedan las confrontaciones de los litorales políticos que inciden en la República Dominicana.
El actual productor y conductor del Show del Mediodía Iván Ruiz se ciñe a su “tele-realidad” y a sus “transiciones dramáticas”, muy bien; pero es evidente que luce como todo un publicista a secas, no como alguien que entiende de eventos y escenarios musicales que lleve un remanso meridiano a todos los hogares.
Aún con sus méritos y sensibilidad que, evidentemente los tiene, todavía Iván luce como un desconocedor de ciertos vectores del medio. Y aunque las segundas partes nunca fueron buenas, al programa le hace falta algo más que un publicista-animador. Aparejado con los exordios politiqueros, se necesita de una idónea reingeniería del entretenimiento.
Además no sabe de algunas veleidades; lo manifiesta cuando se presentan al programa uno que otro comunicador y dice “ése es un periodista serio” (hablamos de referencias mal fundadas y visitas ocasionales). Por demás, son muy repetitivos los artistas sometidos a sus “pimpones y paredones”. Y ni hablar de su actitud pueril y falta de conocimiento de conciencia de talento, cuando pide a uno que otro cantante que entone, a capela, cualquier trozo de melodía.
Sin embargo le admiramos como un producto fresco y vital en la televisión criolla, pero, es necesario que se emplee el esfuerzo intelectual que tienda a reforzar y equilibrar el gusto de segmentos que demandan de eventos espectaculares de un arte que, aunque más diverso, satisfaga las demandas de sanas entretenciones con menos contaminaciones politiqueras.
Ante el desenlace del pasado proceso electoral, ahora hay que profundizar en otros menesteres que distraigan a un sector tan exigente como el que más, en cuanto al mundo del espectáculo y lo puramente artístico. Es nuestra bien intencionada petición.
jpm
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