Saña e hipocresía

 

El preso es preso y por más que se trate de ‘acomodar’, la cárcel es la cárcel.

 

Es una hipocresía de los que se rasgan vestiduras porque se permitan ciertas ‘comodidades’ a los imputados del caso Odebrecht en el recinto Najayo. No es el primer caso ni será el último. Cualquier persona que haya estado preso, o tenido algún familiar, amigo, conocido en la rigidez de cualquier cárcel dominicana, sabe que así funciona el sistema. Pero uno de los motivos en este caso, es que más que ‘acomodamiento’ lo que se procura es la seguridad del preso, por múltiples razones.

 

Ahora ¿porqué la saña, la medida más rígida contra Angel Rondón?

 

Son varias las respuestas y/o conjeturas y/o especulaciones sobre la petición inicial  de la Procuraduría y la decisión del juez de ejecución de la pena.

 

Desde la Procuraduría se explicó la versión, extraoficial, de que siendo Angel Rondón el ‘eje’ visible del entramado, debía ir a un recinto diferente a donde se enviaran a los demás imputados sancionados con prisión carcelaria, a fin de ‘separarlos’ para ‘evitar’ que ‘contaminaran’ sus versiones sobre el caso.

 

Mucha gente cree que realmente Angel Rondón es el ‘eje’ del caso, y que él debe recibir la pena más dura. Y por ello hasta justifican’ el año de coerción -en relación a las aplicadas a los demás imputados, tres, seis y nueve meses de encierro- y el envío a La Victoria, una cárcel tipificada como ‘dura’ y ‘violenta’, superpoblada, donde se dice que ‘pasa de todo’ o que ‘pasa cualquier cosa’.

 

Los abogados, duchos en los ‘códigos’ que encierran las sentencias, se alarmaron de que las medidas de coerción se repartieran: siete a Najayo, dos a domiciliaria, tres con fianza y a Angel Rondón a La Victoria. Lo consideraron una condena anticipada. Mucho más que una medida de coerción.

 

La ‘tapa al pomo’ la puso el sociólogo y ex rector de la UASD, Roberto Santana, uno de los principales expertos en asuntos carcelarios, cuando advirtió: «Angel Rondón está más seguro en las calles que en La Victoria». Y dijo temer que fuera asesinado en esa prisión, que calificó como ‘todo un desorden’ e ‘incontrolable’.

 

La saña manifiesta contra Angel Rondón, entonces, trascendía a la rigidez de la sentencia de un año en La Victoria. Se generó la especie, aún de los acusadores más fieros de los imputados en este caso, de que era enviado a ese penal para que fuera ‘eliminado’.

 

Por todo ello es que creo correcta la decisión de no enviarlo a La Victoria.

 

Hay que establecer, con todo rigor, que los 14 ciudadanos que han sido imputados en este primer tramo del caso, son solo eso, acusados, y que su inocencia es lo que prima hasta que se pruebe su culpabilidad. Así lo establece la Constitución y así debe respetárseles, con todo apego a su seguridad y a sus derechos.

 

La decisión del juez Francisco Ortega, de distribuir órdenes de prisión de tres, seis y nueve meses y de un año, de enviar dos a sus casas con prisión domiciliaria y de imponer fianzas a otros tres, indica sentencias previas, al establecer que unos ‘tienen más o menos culpas’ que otros y por eso los tiempos de encierro dispuestos.

 

La calle, la presión mediática, el escándalo pudo más que la impartición de justicia. Es claro. Por ello, el año de prisión e inicialmente su decisión de envío a La Victoria, así lo demuestra. El imperativo constitucional, y mundial por demás, de que ‘toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario’, y de que ‘la prisión es la excepción de las sanciones penales’ fueron violentados olímpicamente por la bullanguería que clama ‘sangre’ y ‘cabezas’ en este circo en que la mayoría hacemos de payasos.

rlgonzalez50@gmail.com

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