OPINION: Robert Jackson y su historial anti-dominicano

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El autor es educador. Reside en Nueva York

La olla está caliente en el Distrito 31 del Senado Estatal. Las declaraciones de Robert Jackson en el programa Pura Política del Canal NY1, le añaden un ingrediente incendiario a la campaña por el puesto dejado por Espaillat. Este señor se atrevió a afirmar que no tiene que ser un dominicano el que ocupe ese escaño porque hemos tenido otros políticos dominicanos que han caído presos, y que por lo tanto no han sido buenos representantes.

 

Ningún político que caiga preso por corrupción o por cualquier otra causa puede ser un buen Representante. Eso no se puede negar. Pero tan sólo insinuar que un político va a ser corrupto porque sea dominicano es una falta de respeto inaceptable, sobre todo refiriéndose a la comunidad que Jackson aspira a representar. ¿O es que Jackson se olvida que en esta ciudad no hay un solo grupo étnico que pueda decir que no ha tenido un político preso por corrupción? Ahora, los latinos y los afroamericanos son los grupos a los que se les han endilgado más estereotipos en este país.

 

¿Cómo se le ocurre a este hombre, cuya raza afroamericana ha sido una de las grandes víctimas, estereotipar a los dominicanos tildándolos de corruptos con una desfachatez increíble? Sólo hay que observar su expresión corporal, cuando lo dice, para entender la burla que encierra su afirmación.

 

Pero esta no es una declaración desafortunada aislada.

 

En su historial de lucha en la comunidad Robert Jackson ha hecho otras barrabasadas desde que comenzó su carrera política utilizando la junta escolar como trampolín.

 

Para que el meollo o contenido fundamental de este artículo se entienda claramente, nos vemos en la necesidad de divagar brevemente sobre lo que hasta la llegada del alcalde Bloomberg constituían las juntas escolares. Estas juntas tenían muchas responsabilidades, y la mayor de ellas  era trabajar con las comunidades escolares para mejorar el rendimiento de los estudiantes. Estaban reguladas por el estado siguiendo mandatos federales.

Las juntas escolares en NYC  cambiaron radicalmente durante  el gobierno del alcalde Bloomberg, quien no sólo le quitó el poder a los padres, sino que hasta nombró como canciller a un administrador, negándole el puesto a un educador. Poco antes de estos cambios las Juntas Escolares nombraban a todo el personal que trabajaba dentro de un distrito y le otorgaban la permanencia a los superintendentes, directores, maestros y otros funcionarios importantes. También establecían los mecanismos necesarios para desarrollar el currículo y administraban el presupuesto. Es decir, que eran organismos prácticamente omnipotentes en el ámbito escolar local.

 

Los miembros de las juntas escolares lograban sus puestos a través de elecciones especiales donde participaban los padres de los estudiantes. Todo el que tenía un hijo/a en la escuela tenía derecho a votar, sin importar su situación migratoria. Ciudadanos, residentes e indocumentados participaban por igual.

 

Estas elecciones provocaban una amplia efervescencia política en todos los rincones de los Estados Unidos debido a la importancia que adquirían estos funcionarios a causa de la prestancia de sus decisiones en el entorno local, lo cual fue utilizado por muchos  participantes para saltar a la palestra pública y encauzar sus aspiraciones políticas. Sin embargo, Washington Heights, como la población prácticamente no tenía experiencia y desconocía sus derechos, fue víctima de un grupo minoritario que manipuló esas elecciones por décadas para mantener un control casi absoluto, impidiendo que los miembros de la mayoría de los padres fueran parte importante en la toma de decisiones.

 

Es así como, en nuestra comunidad, los padres latinos comenzaron a organizarse en sus respectivas escuelas, no sin una férrea oposición de la élite controladora. Este grupo hasta tenía una lista de quienes estaban en línea para ocupar todas las posiciones de importancia. Las cosas negativas que se desarrollaban en las escuelas contra la comunidad latina produjo una gran agitación política que motivó la elección de varios miembros de nuestra comunidad a la Junta Escolar, entre ellos Luis Rivera, Raúl Coca, Guillermo Linares, Roberto Lizardo, Milagros Méndez, Santiago Piña, Nirma Báez, Felicidad Peguero, Anthony Stevens Acevedo, Heriberto López, Arturo Ortiz, Lilliam Contreras e Isabel Navarro. Ya los afroamericanos tenían a la Sra. Gwen Crenshaw y posteriormente llegó a esa junta (para desgracia nuestra) el Sr. Robert Jackson.

 

El candidato a senador estatal Robert Jackson es un hombre muy afable, conversador y decente. Un político nato. Pero, sin lugar a dudas, un enemigo jurado de la comunidad dominicana en Washington Heights. Él tiene un amplio historial que documenta las decisiones tomadas en contra de la comunidad dominicana, en contubernio con otros miembros de la junta y apoyadas por el entonces superintendente Anthony Amato. He aquí algunas de las peores decisiones tomadas por el Sr. Jackson en contra de nuestra comunidad.

  1. Se opuso a que la junta nombrara a  Miladys Báez como Superintendente del Distrito 6. La Sra. Báez, quien probablemente es la figura más relevante entre los líderes educativos dominicanos, es en la actualidad vicecanciller de las escuelas de la ciudad. O sea, que ella no era suficientemente buena para dirigir las escuelas del Distrito 6, pero resultó que, de acuerdo con las autoridades actuales, está capacitada para ser la jefa de todos los superintendentes de la ciudad. Ustedes se imaginan la figura emblemática e inspiradora que esta mujer hubiera sido en  esos años para los padres y los estudiantes dominicanos de este distrito. Es una pena que Jackson no tuviera visión de comunidad y votara en contra de esta brillante educadora dominicana.
  2. En una decisión imperdonable, Jackson votó en contra de que en el Distrito 6 se estableciera un Curriculum sobre la Historia y Cultura Dominicanas. Jackson es un profesional universitario, y estoy  seguro que tomó una materia llamada Estudios Étnicos porque es una clase obligatoria para todos los estudiantes universitarios del país. En esa clase se destaca el origen racial y cultural de los estudiantes y las contribuciones que sus ancestros, en este caso los  afroamericanos han hecho en este país, las cuales yo sé que han sido muchas. Entonces mi pregunta para él es la siguiente: ¿cuál es la razón que motiva un voto negativo para que nuestros estudiantes también conozcan sobre su origen y la importancia de su cultura? Otro fallo garrafal de Jackson, y al mismo tiempo un ataque innecesario a nuestra comunidad.
  3. Votó en contra de proclamar  las escuelas del Distrito 6 con los nombres de figuras históricas dominicanas. O sea, se opuso a  Gregorio Luperón, Salomé Ureña, Las Hermanas Mirabal y Juan Bosch. Juan Pablo Duarte se salvó de su antidominicanismo rabioso  porque esa escuela se bautizó con el nombre del padre de la patria antes de que él llegara a la junta. Eso hubiera sido parecido a que Arturo Ortiz o Milagros Méndez se hubiesen opuesto a que se bautizara una escuela con el nombre del Rev. Martin Luther King Jr., Se imaginan ustedes el revuelo que semejante decisión hubiera causado en la comunidad afroamericana. No creo que él tampoco se hubiera dado el lujo de oponerse a bautizar una escuela con el nombre de Adam Clayton Powell o Malcolm X. Entonces, ¿qué ganaba Jackson haciendo una oposición injusta en contra de nuestra comunidad y de nuestros héroes y personalidades importantes?
  4. Ayudó a nombrar a un individuo sin cualificación como Jefe de Personal del Distrito, sólo porque le convenía momentáneamente al entonces superintendente Anthony Amato.  Varios ex-miembros de la junta me confirmaron que este señor, aún sin tener credenciales para ocupar el puesto, se la puso  difícil a mucha gente buena de la comunidad.

 

Para muestra sólo basta un botón. Una sola de estas decisiones aberrantes debe ser suficiente para que le pasemos factura a Jackson el próximo 13 de septiembre. Creo firmemente que ningún miembro de esta sociedad: latino, blanco o afroamericano debe permitir que se elija a un candidato que en el pasado ha usado el poder como punta de lanza para imponer decisiones educativas a las cuales él les impregnó una marcada connotación racial y política. Odiamos tener que sacar a relucir estos aspectos negativos de la personalidad del Sr. Jackson, pero él solo decidió asumir estas posiciones evidentemente perversas, reñidas con la moral, las buenas costumbres, la confraternidad humana y el respeto al derecho de los demás. Por supuesto, que durante este proceso eleccionario tendrá que afrontar las consecuencias de sus actos. ¿Cómo vamos a votar por un candidato que insinúa que la comunidad a la cual aspira representar podría estar ligada a la corrupción?

 

Por el contrario, Marisol Alcántara va a ganar su elección al Senado Estatal sustentada en méritos personales, en cualificación, en trabajo por la comunidad, en la organización de sindicatos de enfermeras y en su disposición de poner su capacidad al servicio del bien común. No hay una hora del día en que esta mujer no esté disponiendo de su talento y su capacidad de trabajo para ayudar a solucionar problemas. Ese ha sido su norte, su comportamiento diario desde que la conocimos años atrás, y estoy seguro de que no lo va a cambiar cuando se convierta en la primera mujer dominicana en ser electa al Senado Estatal en todos los Estados Unidos. Marisol Alcántara, un verdadero orgullo de la comunidad dominicana en New York.

 

Apoyemos a nuestras mujeres.

jpm

 

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