OPINION: Reto de los agronegocios es producir con calidad para exportación
Por CESAR AYBAR
El reconocimiento a la excelencia exportadora del exportador dominicano en sus diferentes categorías reviste una importancia trascendental para el desarrollo del país, porque es un estímulo para las empresas que se han dispuesto a producir con estándares globales de calidad.
Estas empresas han hecho un esfuerzo para que sus productos no tengan fronteras y el mercado de los mismos sea uno: el global, y son un ejemplo a seguir para aquellas empresas que aún no se han atrevido a destruir los muros que les impiden expandirse a otros mercados.
Si en sentido general este premio tiene la importancia expresada, para el sector PYME es aún más relevante. Exportar se escucha bonito y cualquiera pensaría que es sencillo, pero no es así. En el mundo actual, exportar significa competir en un mercado global y hasta cierto punto abierto.
El desarrollo de los países es diferente y las exigencias de calidad son con frecuencia muy altas. Cuando exportamos nos estamos midiendo con países más desarrollados, que, generalmente, tienen sistemas educativos y de investigación y desarrollo más avanzados.
Estos países muchas veces tienen mayor acceso a la tecnología y al conocimiento. También nos estamos enfrentando a barreras invisibles que tienen que ver con aspectos de regulaciones bien estrictas que tienen e imponen los países de destino.
Exportar también significa vencer todos los obtaculos y barreras internas propias del país. Significa hacer grandes esfuerzos para lograr que toda la logística, permisos, y aspectos burocráticos estén bajo control. Hay que manejar muy bien los costos agravados por los impuestos no formales del sistema, de modo que se pueda competir en precios además de la calidad y no perder dinero.
En pocas palabras, ser PYME exportadora, y además, ser reconocido como excelencia exportadora PYME, es una proeza y es un acto de heroísmo en República Dominicana.
Entonces es que vemos la gran importancia de estos reconocimientos, porque con ellos le decimos a las demás PYME: si nosotros hemos podido, ustedes también pueden.
En cuanto al sector agroindustrial, me gusta mucho un término que está sustituyendo poco a poco el de agroindustria: agronegocio. La actividad agrícola y la actividad industrial (proceso) en relación con el campo, son negocios.
Ese término es interesante porque involucra agricultura, procesamiento y mercado (consumidor). Siento que el término te está diciendo de una manera indirecta que las tres actividades deben y tienen que estar relacionadas, yo diría más, deben de estar encadenadas.
La gran debilidad del sector agroindustrial en República Dominicana es esa: la desvinculación que existe entre la producción agrícola, el procesamiento y el mercado.
Estas tres partes del sector no interrelacionan de una manera armónica y constructiva, más bien se tratan como enemigos, pero como se necesitan, interactúan, sin embargo, lo hacen de una manera que perjudica y estanca o hace muy difícil el desarrollo del mismo.
Es necesario crear una nueva cultura en la relación de estos componentes del sector agroindustrial, una nueva forma de relación entre ellos. Esta nueva forma de relación debe llevar a cada parte del agronegocio a verse como una sola empresa.
Cada eslabón de esta cadena debe entender que es parte fundamental de la actividad y que todos tienen que ser rentables y auto sostenibles; de este modo se impulsaría verdaderamente un sector que es un fuerte generador de riquezas para el país.
El sector agroindustrial es una fuente de generación de muchos empleos, tanto rurales como urbanos. Por poner un ejemplo, un pequeño productor de fresas que tenga unas 15 tareas de tierra sembrada genera unos 15 empleos. Lo que significa que con sólo 500 tareas sembradas se generan 500 empleos rurales.
Si extrapolamos a otros cultivos, si por cada tarea de tierra sembrada se generan al menos un empleo, con la cantidad de tierra cultivable que hay en el país, la cantidad de empleos que se generan es impresionante.
Nuestra actividad agroindustrial y su conexión con los productores del campo, por ejemplo, ayuda a generar más de 2500 empleos rurales.
Nuestra industria genera 100 empleos directos urbanos y ayuda a generar otros 500 a 600 empleos más en otras ciudades. La agroindustria de por sí genera un impresionante movimiento económico, tanto rural como urbano.
Solamente con multiplicar cada empleo directo generado por un promedio de 5 personas que son una familia, se puede ver que son 16000 personas con seguridad social, alimentación, educación y cierta capacidad de consumo.
Además de los servicios que esta actividad contrata: Electricidad, comunicaciones, comidas, transportes. Y los insumos que demanda: empaques de cartón, envases diversos de diferentes materiales, productos textiles, etc.
La agroindustria es una actividad muy importante para la economía dominicana y se puede convertir en un pilar importantísimo del producto interno bruto de la nación.
jpm