OPINION: ¿República Dominicana digital?

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La autora es profesora universitaria. Reside en Santo Domingo

 POR ANDREA TEANNI CUESTA

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), han transformado el pensamiento de la época actual, han generado nuevas formas de vida. De manera muy especial con el uso del internet. Dicha trasformación abarca todo los entornos familiares, laborales, y muy especialmente, sociales. Para una gran mayoría de persona resulta inconcebible la vida sin estar conectadas a  internet. No obstante, existe un gran número de personas que no tiene  acceso a esta; lo que hoy se denomina brecha digital.

  Brecha que no solo involucra aspectos tecnológicos, sino, que constituye un imbricado entre diferencias sociales, económicas y culturales. Cada una de estas corresponde a causas, que aunque parezcan las mismas, en el fondo subyacen marcadas diferencias. Por ejemplo, carencia de recursos económicos; diferencias de género y edad, en cuanto a conexión e incompetencia para sacar el mejor provecho de las tecnologías. En efecto, la revolución tecnológica crea otras formas de exclusión social.

Ante el panorama recreado anteriormente la República Dominicana no es la excepción. En esta se presenta la brecha digital con todos los matices pincelados. En consecuencia, no será una república digital hasta no estrechar las brechas social, económica y cultural. O en su defecto, será una república digital en la medida en que se cierre la brecha social con todas sus implicaciones; dígase, económica, educativa y cultural.

En la República Dominicana, el tema de las TIC cobra vida a finales de los años 90, precisamente de 1996 en el primer gobierno del Doctor Leonel Fernández. Así lo confirma Merejo (2015); el ciberespacio de internet  ha crecido, ya que para ese año había unas 2,819 cuentas y unos cuantos miles de cibernautas, panorama que fue cambiando entrado el siglo XXI, donde el crecimiento vertiginoso empezó a partir del 2001 con 64,382 cuentas y un promedio de 200 mil, y para el 2015 cuatro millones, 40%.

En otro orden, todavía para noviembre del 2016 la tasa de analfabetismo en República Dominicana era de 7.5 % según el director del proyecto Quisqueya Aprende Contigo, Horacio Medrano y reseñado por el periódico Listín Diario.  Hecho este, que ratifica los pronósticos de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe de que República Dominicana   no cumpliría con el segundo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio; lograr la enseñanza primaria universal. En efecto ese 7% representa, una brecha educativa.

En el orden económico, en la República Dominicana, según el ministro de planificación y desarrollo Isidoro Santana y reseñado por el periódico Listín Diario el 23-7-2017, el índice de pobreza es de 23.1%, según coincide con los datos presentados por otros organismos internacionales dentro de los que figuran la CEPAL y la OPHI. Lo que indica que persiste aun una considerable brecha económica.

Según Merejo (2016), a una  franja de dominicanos excluidos del espacio de la modernidad y del ciberespacio de la postmodernidad  les ha caído la miseria social, (déficit fiscal, plan de austeridad, reformas y pactos permanentes) y el flagelo de la corrupción y la impunidad como resultado de un proceso de modernización que se impone desde una élite política y económica sustentada en el clientelismo y el patrimonialismo.

Al conjunto de brechas que son causas y parte a la vez de la brecha digital se le suma un valor agregado; otra forma de exclusión social causada por las mismas TIC, y es lo que Merejo ha denominado el Precariado Social Dominicano. Se refiere este a una generación que va desde los 18 a 40 años, compuestos por nativos digitales y jóvenes Net, quienes pululan en las Zonas franca y el Call centers amparados en unas condiciones de trabajo desprovistas de toda seguridad social y de permanencia.

Las brechas no terminan con lo anterior,  ya está cuajada la brecha cibercultural. A razón de este concepto, vale aclarar el de cultura. ¿Qué es la cultura? En general, la cultura es una especie de tejido social que abarca las distintas formas y expresiones de una sociedad determinada. Por lo tanto, las costumbres, las prácticas, las maneras de ser, los rituales, los tipos de vestimenta y las normas de comportamiento son aspectos incluidos en la cultura.

De aquí, que por ejemplo, un joven nacido en la década de 1990 al 2016 cuenta con 26 años, al cual se le denomina nativo digital, dependiendo de sus facilidades para conectarse a internet. Lo que indica que aunque en proporción limitada hay una cultura digital, y por ende, una  brecha cultural. De acuerdo con Merejo (2015) las autoridades dominicanas no han visto el manejo de las TIC como una cultura, sino como una técnica. Esto trae como consecuencia que  la  la cultura humanística  sea subvalorada.

 El discurso del cibermundo y la necesidad de cerrar la brecha digital ha estado presente en el discurso político dominicano, ha sido materia de cumbres y campañas. De hecho el concepto de República Dominicana Digital denomina un proyecto  gubernamental.  No obstante, para lograr dicho cometido el país debe hacer algunos aprestos a fin de articular todos los elementos de un sistema social que permita la formación de ciudadanos que asuman la tecnología no solo como técnica sino como cultura.

Además del aumento de los dispositivos tecnológicos hay que invertir recursos económicos en el ámbito  de la cultura. Incluir en las escuelas las clases de música, danza, teatro; Aumentar las horas de lectura y de deportes, a fin despertar la sensibilidad en los ciudadanos. En los niveles y medio y superior volver a los estudios generales para lograr una formación más humanística. Orientar hacia la reflexión, para evitar la alienación y la atrofia cerebral, como afirma Mario Vargas Llosa en su ensayo: Más información menos conocimientos: Que mientras más inteligente sea nuestro ordenador más tontos seremos.

Hay que dejar de ver la democracia como aquel derecho que les permite a los ciudadanos solo votar cada cuatro años; y verla como un estadio de igualdad de oportunidades para todos. Oportunidad para educarse, para cultivarse, de acceder a los servicios de salud, de adquirir una vivienda digna, de obtener salarios dignos, entre otras.

Hay que revisar los planes educativos, elaborar propuestas  que saquen a los alumnos de la alienación y la repetición de conceptos y potencialicen el pensamiento crítico y reflexivo. Programas que desarrollen competencias en los alumnos y cambien una formación propedéutica por una que les sirva para la vida. Programas que incluyan en su esencia la filosofía para despertar el pensamiento complejo, a fin de formar un dominicano más sensible, menos superficial y más participativo.

Finalmente, la República Dominicana será una república digital y un mejor lugar para  en la medida en que se cierren las brechas social, económica, educativa y cultural.

JPM

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Dalton
Dalton
6 Años hace

Que banquete de informacion pertinente y necesaria para nuestra sociedad Dominicana.
Gracias Profesora por su escrito lleno de sapiencia y conocimiento. Me gustaria ser su alunno !

Andrea Teanni Cuesta Ramón
Andrea Teanni Cuesta Ramón
Responder a  Dalton
5 Años hace

Gracias por sus palabras, amo enseñar, lo considero el mayor privilegio que me ha dado la vida.