Peligros del desencuentro: Leonel y Danilo

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EL AUTOR es educador. Reside en Villa Vásquez.

La explosión visceral de emociones o juicios, en materia política, resulta abyecta para en la posterioridad generar escenarios de entendimientos, acuerdos y pactos que tengan por propósito concertar los puntos en común de una parcela u organización partidaria.

Pensar que lo anterior es lo vivido en la actualidad, es el peor error de un político. Las manifestaciones de encono emocional, surgidas cuando se es cabeza hacen que se pierda el norte en la brújula política.

Durante tiempo considerable he sostenido la tesis de que tanto el Presidente Medina como el expresidente Fernández están obligados, si desean mantener a su partido en el poder, a crear los niveles de entendimiento necesarios que les garantice a ambos tranquilidad post-2020, principalmente en el ámbito judicial.

Ambos (Danilo y Leonel) son estudiosos del panorama. Se percatan de los símiles latinoamericanos con sus pares y ex-pares donde el/la que no está preso/a está siendo perseguido/a por los órganos judiciales.

Además el auge de la información manejada digitalmente, dificulta el ocultamiento y manipulación de la realidad, por lo que la indignación surgida por la conducción turbia de los recursos crea una avalancha de críticas difíciles de detener en torno a la figura Presidencial.

El presidente (en este país presidencialista) es lo más cercano a un dios (minúscula), a su vez es el ser humano más vulnerable y susceptible a todo tipo de ataques, pues por la misma pasta humana tiende a dejar escapar miles de acciones dolosas efectuadas por sus hombres de confianza, que usan ámbitos empresariales – estatales como mecanismo para transferir fondos públicos a sus bolsillos privados.

Escuchando la lisonja

La lisonja es el arma más conveniente para hacer que el ego (con el cual se nos forja poco a poco) se engrandezca y nos haga perder de vista la realidad. Lo ad-hoc del político dominicano es el grupúsculo, que no sigue a nadie solo el poder y sus beneficios, concentrado en hacer creer al mandatario (sea cual sea) de que es indispensable, un mesías y que sin su presencia el país camina rumbo al abismo y la destrucción.

Erradamente se desoyen las críticas bajo la premisa ad hominem y se descalifica al emisor, con o sin intención, amparado en alguna cualidad negativa (existente o no) apelando más a las emociones y costumbres que a la lógica, de la cual carece gran parte del pueblo (inducido por el bajo nivel educativo y la falta de interés en mejorarlo, de parte de las autoridades), para conducirlo a la no escucha de la realidad.

Eso mismo sucede con los cercanos de los mandatarios: descalifican a los que emiten críticas, que por lo general sirven para rectificar algún mal del gobierno mismo.

Ad verecundiam

Particularmente ésta frase de origen latín es de mi agrado en razón de que su significado tiene estrecha relación con otra frase, de igual origen, llamada magister dixit (el maestro lo dijo). A veces damos por sentado un argumento, no basados en la lógica o hechos que refrenden lo dicho, sino en el peso de quien lo dice.

Ésta espinosa frase a modo de estrategia ha sido utilizada para generar un ambiente de descredito en torno a figuras políticas.

Podría decirse del caso Quirino, el cual dice – sin ninguna prueba- que Leonel le debe dinero. Obviamente esa afirmación se prolifera para generar descredito. Pero muchos la creen pues quien la afirma es un ¿ex? Capo.

Finalmente, recaigo en el planteamiento casi inicial; los líderes del PLD están obligados a entenderse, no solo por el bienestar de su parcela partidaria sino para la tranquilidad post – 2020 de ambos, pues es evidente que para fines de ejemplificación, si quien resulta vencedor, en el balotaje electoral venidero, es del espectro opositor, los tribunales tendrían a muchos exponentes del PLD (justo o no) sentados en el banquillos de los acusados.

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