OPINION: Mi compromiso

 

Palabras  de aceptación de la candidatura a diputado por la circunscripción no. 1  por el Polo Soberano y por  la Fuerza Nacional Progresista (FNP)

Señoras y caballeros:

Mis  primeras palabras son, desde luego, para agradecer la apertura  que ha tenido la Fuerza Nacional Progresista (FNP) al escogerme como uno de los candidatos por la circunscripción Núm.1. En un momento, particularmente excepcional de la historia dominicana, cuando los dirigentes políticos en casi su totalidad se han olvidado de la patria resulta una encomienda a la que sólo puede obligarme la lealtad a las ideas que he divulgado y el amor a la patria.

Cuando José Martí, el apóstol de América,  preparaba la Guerra de Independencia de Cuba, le escribió una carta al generalísimo Máximo Gómez, que le  había preguntado qué ganaría involucrándose en semejante aventura, y Martí  le respondió con estas palabras: Yo ofrezco a usted, sin temor de negativa, este nuevo trabajo, hoy que no tengo más remuneración  que brindarle que el placer de su sacrificio y la ingratitud probable de los hombres”

Como  cada domingo, escucho  siempre  muy atentamente las  comparecencias  del  doctor Castillo, en su programa La Respuesta. En los últimos programas, ante las prolijas pruebas presentadas por el disertante, he quedado rotundamente  abrumado.

Vivimos brutalmente las consecuencias del decreto 327/13 mediante el cual el Presidente de la República, quebrantando la Constitución, prohibió la deportación de los extranjeros que hubieren ingresado ilegalmente al país, y ahora resulta, que la conspiración haitiana, en comandita con el intervencionismo internacional, han paralizado radicalmente la posibilidad del que el país pueda ejercer las facultades constitucionales. Se ha llegado incluso a criminalizar el ejercicio de la soberanía, presentando la defensa de nuestras fronteras y el derecho  a impedir  que las poblaciones extranjeras se desplacen a nuestro territorio, como una violación brutal de los derechos humanos.  Son esas, las circunstancias que llevaron al Secretario General de la OEA, don Luis Almagro, incluso a pedir que se prohibiera el retorno voluntario de los haitianos a su territorio, y las que estimulan al Gobierno haitiano a rechazar a sus repatriados. Son esos los propósitos de la ONU, del Departamento de Estado y de la Uníón Europea al solicitarle al Gobierno que detenga la posibilidad de repatriar. Al parecer, el Estado se halla maniatado por las disposiciones políticas que ya había adoptado antes.

La nación cuenta con dos instrumentos para su defensa internacional.

  • Las instituciones del Ministerio de Defensa de las Fuerzas Armadas, cuya razón de ser es la conservación de la soberanía nacional y de la autodeterminación del pueblo dominicano. Defensa de la frontera terrestre, de los espacios marítimos y del espacio aéreo del territorio de la República Dominicana. Muchas veces Le hemos oído decir a los enemigos de la República, que esas instituciones sobran. Porque Haití no representa un peligro militar, como lo fue durante nuestra larga guerra de independencia y durante los períodos posteriores de la proyección de su poder. A todos ellos les cabe una enseñanza que le escuché al general Soto Jiménez: Las Fuerzas Armadas es mejor tenerlas, y no necesitarlas; que necesitarlas, y  no tenerlas.  Pero  en nuestro caso, los hechos verificables, la ocupación del país,  el desplazamiento de las poblaciones procedentes  del Estado vecino, que incluso reconoce la propia OEA  en su último informe muestra, que,  en las circunstancias presentes, nos hallamos en el mayor atolladero migratorio del continente. La prueba  fehaciente del fracaso. Culpar exclusivamente al Ministerio de Defensa sería un error. Porque sin esas  instituciones, ya hace rato, que hubiéramos sido borrados. Tal como acontecía en el pasado, sin defensa la nación no existiera.
  • El otro mecanismo es la defensa diplomática. Nadie puede dudar por el descrédito internacional de que somos víctimas de que Haití ha logrado envenenar nuestras relaciones internacionales. Que ha constituido una coalición con los 15 países del CARICOM para exigir la intervención en el dominio reservado del Estado dominicano; que ha exigido a los organismos de la ONU, a los embajadores de la Unión Europea, acreditados en su país, que su desgracia, su descalabro y su miseria, sea asumido por la República Dominicana, que nos han acusado internacionalmente de torturadores, y que, en vista de nuestro descuido y negligencia, le ha planteado a la comunidad internacional que la solución a sus problemas se halla en la República Dominicana. En lugar de decirles, que los haitianos, como extranjeros  que son, no están obligados a vivir en República Dominicana. Que pueden ahorrarse los inconvenientes que le trasunta la convivencia. En lugar de decirles que Haití no es un problema interno de la República Dominicana, que es otro país, y que la  solución debe ser buscada  en el seno de la comunidad internacional, no a expensas de  nuestro país,  nos han hecho naufragar en el meollo del problema.

Hechas estas reflexiones, nadie puede poner en duda que nos hallamos en un momento excepcional de nuestra historia, y que como ha dicho el doctor Castillo, el proceso electoral que viene podría constituir la ratificación del derrumbe definitivo de la República.

Hemos entrado al ruedo. Las batallas políticas se desenvuelven en un campo de descalificaciones. En esas durísimas refriegas ha participado como uno de sus grandes gladiadores el doctor Castillo. Quiero decir que en la batalla por la recuperación del país; no hay derechistas ni izquierdistas, sino patriotas. Por lo que respeta a su comportamiento político debo proclamar que nadie puede negar  que el doctor Marino V. Castillo  haya librado mil combates contra la corrupción desde hace más de cuarenta años. Nadie puede negarle que ha sido un freno, a costa de riesgos inmensos, contra el narcotráfico, contra la delincuencia y el crimen organizado, y nadie, ha de poner en duda, que, entre todas las fuerzas políticas, la única que ha defendido el país del proceso de disolución a que está siendo sometido, ha sido, igualmente, esta fuerza política que dirige el doctor Castillo. La política ha de asumirse como una misión de servicio al país, de lealtad a su continuidad histórica. Cuando se le da la espalda a esa misión, la política se convierte en un vulgar juego de intereses. Entre los políticos dominicanos predomina la ambigüedad calculada,  un discurso embrollado para no asumir compromisos con el país y, en los casos más escandalosos,  se ponen abiertamente  al servicio del intervencionista internacional.

Nosotros no le tenemos miedo a las ideas. El país tiene que hallar respuestas a las preguntas fundamentales. ¿Cómo vamos a recuperar los empleos que hemos perdido por el desplazamiento de poblaciones extranjeras en la agricultura, en la construcción, en los  servicios? ¿Es que a alguien le ha pasado por la cabeza la idea de que el país podrá vivir rotundamente privado de esos yacimientos de empleos? Inmediatamente surge otra pregunta. ¿Cómo vamos a recuperar los hospitales y la salud, no será, desde luego, importando enfermedades del país más insalubre del continente? Y  lo más desconcertante, ¿qué hacer cuando son los propios Ministros del Gobierno  le declaran la guerra a las conquistas sociales del pueblo dominicano? ¿Cómo es que vamos a evitar que los mismos fenómenos de ocupación extranjera no se reproduzcan en la educación ¿? Con semejantes circunstancias, la seguridad del país se halla completamente amenazada , si hemos privado a tantos dominicanos de los mecanismos de supervivencia, no debe extrañarnos que crezcan como verdolaga, la delincuencia, la descomposición  de las familias, la prostitución, el juego, el narcotráfico y la emigración ilegal. Porque esa es la única salida que se le ha dejado a una enorme masa del pueblo dominicano.

Mi compromiso

Quiero, ahora, explicarles la propuesta de lo que defenderíamos e impulsaríamos  en caso de ser favorecidos por el voto popular.

Para hacerle frente al desafío demográfico del desplazamiento de trabajadores, enfermos, parturientas, niños que amenaza toda las conquistas sociales y al sacrificio de nuestros parques y bosques nacionales, de los cuales, según el Banco Mundial, se extraen más de 50.000 toneladas anuales para alimentar las necesidades de Haití .

  1. Proponemos la construcción de un muro que contenga la marejada de población que huyen del Estado más pobre del continente, que proteja los bosques dominicanos, que le diga al mundo que los dominicanos no vamos asumir un Estado binacional.
  2. No podemos admitir que los dominicanos permanecerán perpetuamente privados de los yacimientos de empleos, y vamos a impulsar políticas de  nacionalización del trabajo, de modernización de la agricultura,  para elevar la calidad de vida de nuestros compatriotas  y romper, definitivamente, con el proceso de exclusión, producido por el modelo económico vigente y por la inmigración ilegal que lo sustenta
  3. Impulsaremos leyes que protejan la producción nacional, que sancionen el trabajo ilegal, que le devuelvan las conquistas sociales al pueblo dominicano, que se han vuelto precarias en la educación, en la salud y en la falta de seguridad ciudadana.
  4. La cultura representa la personalidad de la nación. Nunca antes el país se hallaba tan profundamente amenazado en su identidad y en las estructuras de las lealtades que cada dominicano ha de tener. En tal sentido, proponemos dos cosas. Legislar contra los ataques que desde la propia nación se le hace la República Dominicana, y establecer la prioridad para las industrias culturales nacionales, para que el esfuerzo de nuestros creadores: escultura, pintura, folclore se halle protegido del naufragio a que ha sido sometido. Más del 80% de los productos culturales del turismo han de ser dominicanos.
  5. Nosotros vamos a impulsar, desde las modestas curules del Congreso, el desafío político fundamental que es devolverle al pueblo los derechos que le acuerda la Constitución del 2010. El derecho a pronunciarse en un sistema de democracia participativa que incluye el referéndum, las iniciativas populares y el plebiscito. Porque sólo la participación del pueblo dominicano puede detener el proceso de disolución a que estamos siendo brutalmente sometidos.
  6. Son muchos losl desafíos que constituyen porción esencialísima del programa que sometimos al Vicepresidente de la Fuerza Nacional Progresista y al Polo Soberano. Tenemos un desafío demográfico. Un desafío medioambiental. El desafío institucional. El desafío sanitario. Un desafío político—porque toda la clase política corre el riesgo de deslegitimarse en estos desbarajustes–.  Y,  finalmente, el desafío moral. La pérdida de la autoestima y de los valores nacionales de unas élites que se han desnacionalizado, que conducen al país al despeñadero, adoptando sin críticas modelos que destruyen la familia, la patria, la identidad, los ideales, las estructuras de lo que somos y que nos apartan, definitivamente, del sentido inicial de nuestra vida como nación , planteando la entrega y la venta del país al mejor postor. Propondremos como  primer derecho del dominicano  la defensa de su identidad, de su lengua, de su historia, de su cultura, de sus símbolos patrios, de su ser nacional. Necesitamos devolverles a los dominicanos las conquistas sociales; sus empleos, sus hospitales, sus escuelas, su dignidad y esa será la bandera central de nuestra lucha de legislador.

Lo que estamos  proponiendo no es la victoria de una candidatura personal, sino evitar la derrota de la República.

No escapan a nosotros las realidades electorales, donde los amos son los dueños de banca de apuestas, los hombres de negocios  y los buscones de votos. Nosotros, ante el vacío de unos candidatos sin ideas, queremos que el pueblo dominicano escoja no sobre discursos de nieblas y vaguedades, no sobre juegos de palabras y ambigüedades, sino sobre posiciones claras.  Decía  Víctor Hugo: “Ningún ejército puede detener la fuerza de una idea que le ha llegado su tiempo” Entendemos que el pueblo debe votar por los que los defienden; no porque los engañan con mentiras.

Veamos, ahora, el tema desde otra perspectiva.

Solía decir el dictador Trujillo, que él podía convertir a un don nadie, a un pelafustán en un gran señor con sólo un decreto. Y, a su vez, transformar a una gran personalidad  en poco menos que un don nadie, en un muerto de hambre. Era natural que una dictadura oprobiosa  empleara esos procedimientos para someter a los ciudadanos a la servidumbre.  Sin embargo, en gobiernos democráticos se ha abusado brutalmente de esa posibilidad. La mayoría de los dominicanos no aprueba las disposiciones políticas que nos llevan a la pérdida de la nación. Pero no pueden manifestarse libremente porque temen ser fulminados por el rayo del  poder.

                  A  todos esos dominicanos sujetados por el  miedo, les recuerdo el sacrificio del patricio Francisco del Rosario Sánchez, que tras haberse opuesto al hundimiento de la soberanía, fue llevado a juicio a una corte marcial y fusilado en el Cercado el 4 de julio de 1861, ante los propios jueces marciales que castigaban su amor al país, privándolo de la vida, Sánchez, hizo una demostración gloriosa, convirtiendo su propia  muerte en una de las páginas memorables de la historia. Asumió  para  sí toda la responsabilidad del alzamiento; exculpó a sus compañeros de infortunio, y dijo estas palabras: “¿En virtud de qué ley se nos acusa? ¿Amparándose en cuál ley se pide para nosotros la pena de muerte? ¿Invocando la ley dominicana? Imposible. La ley dominicana no puede condenar a quienes no han cometido otro crimen que el de querer conservar la República Dominicana. ¿Invocando la ley española? No tenéis derecho para ello. Vosotros sois oficiales del ejército dominicano. Habéis derivado vuestro mandato de un caudillo dominicano. ¿Dónde está la ordenanza española que rige vuestros actos? ¿Dónde está el Código español en virtud del cual nos condenaríais? ¿Es posible admitir que en el Código Penal español haya un artículo por el cual los hombres que defienden la independencia de su país deben ser acusados y condenados a muerte?”. Más adelante agrega: “  Si hay un culpable, el único soy yo”

¿Conocen ustedes una muestra mayor de sacrificio, la de un hombre que apela a su propia muerte, para  que los demás  pueda conservar la vida?

Hay en la historia dominicana muchas muestras de grandeza. Como decía el gran Martí, con el cual inicié estas palabras:

. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra los que les roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana.”   Soy un modesto profesor.  No me he propuesto ser político. Sé que  aceptar esta candidatura, trae consigo un combate difícil, cargado de riesgos individuales y personales;  pero es un combate honorable y decoroso.

 

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