Los abusos de un Estado canalla

 

¿Cuáles son las razones que han provocado las guerras en África y en otras partes del mundo, entre países vecinos? Paul Collier, el mayor experto británico en las economías del subdesarrollo,  examinó hondamente el problema  en varios informes entregados al Banco Mundial  ( Doing well out of war,1999;  “Causas económicas de las guerras civiles y sus implicaciones para el diseño de políticas” 2006).  Posteriormente resumió todas las experiencias  en  su obra, El Club de la Miseria(2008, Turner, Madrid). Hasta ese momento nadie había examinado con mayor penetración  las causas que empujan a las poblaciones desesperadas por el hambre y la falta de expectativas a la guerra y al conflicto.  Fueron tales las magnitudes del problema examinado  que volvió a retomar sus reflexiones en   Las guerras en el club de la miseria (2009, Turner, Madrid).

Las  importantes conclusiones  a las que ha llegado  Paul Collier  pueden servir de plataforma para explicarnos la actitud que han asumido los haitianos contra la existencia de la República Dominicana.  Haití ha basado la solución a los problemas de su país en la fabricación de un conflicto.  Ha constituido un conciliábulo de fuerzas que ha  despojado a la comunidad internacional de toda neutralidad en lo que toca a sus relaciones con la República Dominicana.  En Barbados, Ban Ki Moom  acaba de pronunciarse ante  los quince jefes de Estado del Caribe, que forman parte del CARICOM,  a favor de una intervención en los asuntos internos de la República Dominicana (2/7/15).  Igual solicitud ha hecho el Secretario General de OEA, Luis Almagro.  Tras estas intervenciones,  los Estados del CARICOM han solicitado  el respaldo del Papa. Todo lo cual quiere decir que la hoguera del conflicto se halla muy lejos de apagarse.  El desarrollo de un conflicto internacional que involucre a las dos naciones puede ser la oportunidad tan anhelada por los haitianos de cambiar sustancialmente sus carencias de recursos y el estado de postración en que lo ha dejado una larga historia de fracaso e incertidumbre.

  1. La fabricación de una crisis humanitaria

Todo el esfuerzo diplomático emprendido por el Presidente Martelly ante el CARICOM, por el  Primer Ministro, Evans Paul ante la Unión Europea, por  el Canciller ,Lerner Renould ante la OEA y ante todos los medios de comunicación de Estados Unidos y  por el  embajador haitiano  Denis Regis,  ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas se ha centrado en sembrar la idea de que  el Gobierno dominicano ha provocado una crisis humanitaria.  Entre los políticos haitianos, se baraja la  idea de que la única forma de atraer la atención del mundo y provocar una intervención de gran envergadura se haría bajo la coartada de que Haití se halla, por causa de la República Dominicana, ante una crisis humanitaria, semejante a la provocada por el terremoto del 2010.  En aquella ocasión, la diplomacia del mundo se colocó al lado de las víctimas.  Naturalmente,  Haití no puede acaparar  permanentemente la atención del mundo.  Un mundo,  aquejado de guerras, epidemias y grandes catástrofes.

Para volver a la palestra pública, y concitar la atención del mundo  los dirigentes haitianos han decidido declararle la guerra diplomática a la República Dominicana. Convocar a todos sus aliados internacionales. Culpar a  nuestro país de todos sus fracasos; envenenar todas nuestras relaciones internacionales; hundir rotundamente la imagen internacional del país; boicotear el turismo y plantear con urgencia, ante todos los organismos multilaterales,  la intervención  en la República Dominicana.  Han hecho un llamado formal a Ban Ki Moom para que desmantele con argucias la soberanía de los dominicanos. Han invocado la mediación del Papa para que se involucre y se pronuncie contra los dominicanos. Por todos los medios, los haitianos están buscando la chispa que encienda la pradera.

Mientras los haitianos nos desacreditan y nos presentan como  una porción detestable de la humanidad, los dominicanos se enfrentan, en silencio y sin solidaridad,  a las terribles consecuencias de esta ocupación que ha vuelto la vida de los más pobres en un auténtico infierno.  En los Guaricanos, Franklin Martínez fue atacado brutalmente por ocho haitianos ( hay siete fugados).  Le rompieron el cráneo a martillazos. Esparcieron  su masa encefálica por el suelo y  apuñalearon su cuerpo con un cuchillo de degollar animales, de esos que llaman, lengua de mime.  Fue una muerte horrible. Sólo tenía dieciséis años. Su madre se halla desconsolada. Allí en los Guarícanos,  los haitianos roban, matan, violan, atemorizan a la población, y la policía no se mete,  y la prensa, secuestrada por un periodismo dirigido por traidores, calla y mira para otro lado. ¡ Ay, si Franklin Martínez, hubiera sido haitiano,  como nos hubieran desacreditado las ONG!,  y  desde luego, se hubiera  pronunciado el Comité de derechos humanos, y la cancillería haitiana. Se hubiera convertido en un conflicto internacional.   Esto, desde luego, no son hechos aislados. Ocurren todos los días y en todo el país.  Los haitianos nos infligen todo tipo de atropellos, sin  que lo sepa el Papa ni Ban Ki Moon ni Almagro ni ninguna de las autoridades del CARICOM. Y, lo que es peor, sin que se entere el Presidente dominicano, ni los miembros de su Gobierno.

El modelo del conflicto

Todos  los factores que   producen  conflicto se hallan brutalmente presente entre las dos sociedades desiguales que comparten la isla de Santo Domingo.  La dualidad transforma las desventajas de una, en amenaza para la otra.

  1. El primer factor es la  decadencia económica de Haití.. Una sociedad con  el más alto nivel de desempleo 70% ; sin seguridad alimentaria,  con el más bajo ingreso per cápita, donde más del 70% vive con menos de un dólar, considerada por todas las agencias económicas como un Estado fallido. El espectacular decrecimiento de su economía por el embargo de 1990;  por la recesión del 2007;  por los ciclones del 2008 y el terremoto del 2010 ha provocado un decrecimiento de menos de un  13%, de su producto  interno bruto (PIB) proporción de destrucción que aún no ha sido alcanzada en actualidad.
  2. El segundo factor son los bajísimos niveles de educación; . El analfabetismo en Haití  supera el 50% de la población .
  3. El tercer factor es el desbordamiento demográfico. Haití tiene una densidad de población de más de 340h/km2, y la población crece a un ritmo galopante. La densidad de la  población supera la de América del Sur calculada en 24h/km2, la  de América Central que se halla globalmente en 89h/km2;la de México de 6oh/km2, la Estados Unidos de 34h/km2 y la de Canadá de 4h/km2.

La combinación de todos estos factores ha llevado a los haitianos a  centrar toda su esperanza en  un conflicto de grandes proporciones.  Ante el cementerio de proyectos, la pérdida total de la esperanza, la irresponsabilidad de sus gobernantes, se ha echado andar la idea de que una guerra o un conflicto con los  dominicanos pueden crear oportunidades de lucro,  que de otra forma nunca aparecerían.  El conflicto  se halla estimulado por la necesidad del  pillaje. El uso  de la comunidad internacional para extorsionar al vecino. Los haitianos han hallado una legitimación de su lucha entre los grupos dominicanos que han adoptado la traición.

Los desafíos de esta generación

Nos hallamos, dentro del territorio dominicano, con dos ambiciones divergentes y contradictorias. Por un lado, los dominicanos se mantienen apegado a los derechos de tener un Estado diferenciado de Haití; y por otro, Haití entiende que la vecindad debería generar derechos especiales sobre el territorio dominicano. La confrontación de las dos poblaciones  y  la lucha por la supremacía en el territorio todavía no se ha traducido en una batalla por la supervivencia. El pueblo dominicano se halla solo.  Excluido brutalmente del trabajo, abandonado por sus dirigentes políticos, desacreditado por todas las ONG que promueven la colonización del vecino y por la diáspora haitiana que cultiva  el descontento y financia la venganza.

Todo el esfuerzo emprendido contra la existencia de la República Dominicana no puede ser explicado exclusivamente por razones económicas.  A estas condiciones, sin duda, poderosas hay que añadirle la  fabricación de una conciencia de culpa , que ha convertido a la víctima del descalabro haitiano, en el responsable de todas sus calamidades. Coincide  todo esto con una campaña para neutralizar los valores patrios e  idealizar  la dominación haitiana. A los haitianos se les dice que, la  República Dominicana perteneció a esa nación en una etapa remota y presenta en  su historiografía  y, se le estimula   el deseo de volver a un pasado, considerado como ideal, por un pueblo de mente simple y primitiva y por unas élites que no han hallado la fórmula de enfrentar los grandes problemas.

Los desafíos que enfrenta esta generación, que lleva la misión de salvar a la nación son muchos:

  1. Evitar que Haití nos conduzca lentamente al caos y la desaparición como Estado.
  2. La batalla por la recuperación de los mecanismos de supervivencia;  por la preservación  de nuestros yacimientos de empleos;
  3. La batalla por la conservación del territorio. Haití consume más de 6 millones de metros cúbicos de madera por año. El 77% de su población sólo consume  carbón vegetal, y de nuestro país se extraen, según el Banco Mundial, más de 50 mil toneladas de bosque.
  4. La batalla contra la depredación de todas nuestras conquistas sociales; del esfuerzo que en el pasado emprendieron todas las generaciones de dominicanos.
  5. La batalla por la soberanía, por la independencia, por el derecho a ser independiente de la compleja realidad que padece Haití. Esa es, quizá, la madre de todas las batallas. Es la lucha contra los propósitos del  intervencionismo extranjero, que impulsado por Bill Clinton, se ha propuesto comprometer todo el esfuerzo dominicano en una aventura binacional, a través de los empresarios Juan Bautista Vicini y Marc Antoine Acra. La  tesis que envuelve el razonamiento de los grupos empresariales  que han llevado al Congreso el Plan Binacional Quisqueya es cambiar la soberanía nacional por negocios, desmantelando la frontera y convirtiéndola  en una gran zona franca de trabajadores baratos. El pueblo dominicano no es una rata de laboratorio que pueda someterse, inconsultamente, al experimento de hombres guiados exclusivamente por el lucro y  el deseo de riqueza a expensas de su soberanía y de su independencia.

Los dirigentes haitianos no tienen ningún interés en dedicarse a trabajar para sacar a su país del atolladero, y convertirlo en un territorio viable. No les interesa, pues, salvar a su sociedad, sino escapar de ella. No se han propuesto recuperar a su territorio del descalabro medioambiental, sino apropiarse del nuestro. No  se han propuesto darle a su sociedad las exigencias  que hace toda población:  empleo, salud, educación, seguridad;  porque les resulta más fácil apropiarse del bienestar del vecino.  Y, además, desacreditarlo y a  deformar su imagen.  Entre los dominicanos el patriotismo  no puede estar de vacaciones.  No hay fuerza mayor que la que inspira la justicia, la independencia y  la libertad. Se impondrá al pillaje, a la mentira,  a la conspiración , a la guerra  y al saqueo de un Estado manejado por canallas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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