Las bases del PLD, en espera de sus líderes

El PLD -del sistema de partidos políticos en la República Dominicana-, es quizás, o sin quizás, el único partido político cuyos dirigentes de bases y medios hacen honor -casi ciego- a una disciplina-mítica ortodoxa que ni siquiera la masificación, las alianzas variopintas políticas-electorales ni el paso por el poder han podido desterrar. De esa liturgia, mezcla de obediencia y pendejismo, ha abusado su cúpula, pues todavía en esas instancias (bases y dirigencias medias) hay miembros que andan por ahí con un termómetro midiendo el bochismo –y habría que indagar, sólo por curiosidad, cuanto dará en algunos- y que no le cabe, siquiera, realizar “un lio organizao” como ha planteado un doliente-nostálgico del otrora partido de cuadros que fundara Juan Bosch. Es más -y para ser más gráfico-visceral- hay fundadores del PLD que no saben siquiera a qué sabe un dulce de la “fabrica de Presidente” que es hoy su partido.

Y fue de tanto arraigo la formación política-doctrinaria que le legara su fundador, que incluso su desaparición física no hizo colapsar -como en el caso del PRD y del PRSC- al partido; y contrariamente, hizo la más brillante transición de un liderazgo hegemónico-patriarcal (en los mejores términos doctrinario-político-ético) a otro de cuadros-dirigentes que, en el trayecto, desembocó entre tres liderazgos: Leonel Fernández, Jaime David Fernández Mirabal y Danilo Medina; y una cantera de liderazgos en ciernes.

A partir de ese relevo-liderazgo interno, el PLD supo concertar una alianza histórica (1996), hacer un gobierno-referente en materia de reformas y conquistas institucionales (96-2000), perder el poder –en el año 2000- por un azar político-coyuntural (la no reedición del Frente Patriótico y la muerte de Peña-Gómez); volver en el 2004 hasta la fecha, y lograr que dos de sus líderes –Leonel-Danilo- se releven en el poder, incluso, con el beneficio-novedad de estilos diferentes y agendas diferenciadas: uno enfocado en el rostro físico del país (para encauzarlo en materia de infraestructura, demanda salariales, relaciones internacionales y modernidad del Estado); y el otro, enfocado en el rostro de la gente (la agenda-deuda social-histórica acumulada a través de un ejercicio enfocado en la ejecución de políticas públicas orientadas hacia los pobres y los excluidos).

Y precisamente ese enfoque en la elaboración y ejecución de políticas públicas para conjurar el analfabetismo, impulsar las Pymes, rescatar y dinamizar la agro-industria, redimensionar –a nivel de todas las iniciativas públicas- la  equidad de género, promover el crédito a pequeños y medianos productores agrícolas, relanzamiento del turismo, enfatizar y redimensionar la enseñanza escolar-inicial (tantas extendidas, estancias infantiles, etc.), transparentar el gasto público a través de veedurías, creación del 9-1-1: un sistema público de asistencia ciudadana las 24 horas, y sobre todo, el accionar de un Presidente entregado  -diariamente y en primera persona- al cumplimiento y ejecución de las políticas públicas que genera el gobierno que encabeza, es el que le genera altísima valoración ciudadana-pública.

Justamente, un gobierno que la gente en las calles –sin importar banderías políticas- y en el ámbito público-privado genera empatía, y que incluso, en el exterior, también, genera interés y trascendencia reflejado en estudios de organismos internacionales y centro de monitoreo regionales sobre buena gestión pública y grado de valoración ciudadana de los Presidentes.

Y entonces… ¿qué hacer?

Precisamente, esa respuesta hace rato que ya las bases y la dirigencia media del PLD la asimilaron (como buenas y válidas) y que se podría sintetizar en el sentido práctico de una de las frases de uno de sus dirigentes más emblemático (Euclides Gutiérrez Félix): “… en política se hace lo que conviene”. Pero además, ¿cómo ir, en término político y de conveniencia partidaria, en contra de lo que la gente en las calles quiere (¡a Danilo Medina!)?

Es justamente aquí en donde aparece el viejo y consabido dilema de la dialéctica y la trasmutación del político en el ejercicio de su oficio: la Política.

Evidentemente, el PLD vive hoy –en su cúpula- un desenfoque político-practico –post-Bosch- de su propia trayectoria y legalidad orgánica, pues abajo (en las bases) nunca ha habido ni asomo de desobediencia a las decisiones jerárquicas establecidas. Y no importa –para el caso- si se equivocaron o no, si pusieron “las carretas delante de los bueyes”, o si todo el mundo, allí, ejerció su derecho (o en el peor de los casos, y como ya se escribió, que alguien Prefirió saltar al vacío con la soga al cuello”).

No obstante, la política, como se ha dicho, se nutre de realidades y la realidad del PLD es –tal y cual lo decidió el CP- dos escenarios:  a) presentar y agotar todos los esfuerzos para el éxito de una reforma constitucional a los fines de postular al actual Presidente, Danilo Medina, basado en sus altísimos niveles de aceptación y de valoración ciudadana; y b) hasta tanto, ‘frizar’ los de mas proyectos presidenciales, incluido el calendario de las primarias internas, y luego, si no pasa la referida reforma –que no debería ser por contraria peledeísta-, Congreso Elector o, la emergencia de un tercero por consenso (esta última vía, hagamos la salvedad, es una aspiración interna frente a un posible tranque).

Como vemos, en el PLD, las bases están clara y solo esperan por sus líderes… y por supuesto, porque se pongan de acuerdo y se reafirme -¡como siempre!- la autoridad-legalidad del CP (atrapado y rehén de su propia e histórica legalidad jerárquica-orgánica).

Sin embargo, tal reafirmación jamás podrá cumplirse al ritmo de cocotazos ni de empujones (que podrían abrigar algunas cabezas calenturientas). Aunque ya un compañero local, me refresco aquella vieja tesis marxista-filosófica “Ley de la unidad y lucha de los contrarios” para poner en perspectiva teórica el trance dialéctico-político que vive el partido.

O tal vez y de mas pertinencia, en la magistral cuentística de Bosch, los peledeístas, encontremos el significado del abismo doloroso en el que nos encontramos, y quizás, el relato-cuento “Rumbo al Puerto de Origen” nos convoque-obligue a reflexionar orgánicamente. Volvamos a él…, pues.

 

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