OPINION: La quema del judas en Sevilla

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Nueva York.

Jamás pensó Julia Quezada, la compatriota nuestra que al parecer perdió la razón y los estribos en España, que el asesinato del pequeño hijo de su pareja, “Pescaito”, podría servir como elemento de comparación entre la migración de dominicanos a otras tierras y la invasión de haitianos que hoy padece el país que ella abandonó hace veinticinco años.

 El hecho en cuestión, lamentable desde cualquier óptica, ha conmovido a todos los dominicanos, que no han escatimado esfuerzos en condenar la acción criminal de esta otrora muchacha dominicana, que una vez invirtió la ruta del descubrimiento en búsqueda del porvenir. Pero también ha perturbado a los españoles que, al igual que nosotros, se sienten altamente preocupados por la migración sin control, desde países en condiciones de pobreza mayor.

 El asunto es que, con la celebración de la Semana Santa, tan tradicional en España como en Santo Domingo, se produjo el acontecimiento que me mueve a compartir con ustedes estos trazos. En esa zona de la península ibérica se castiga al judas traidor, de una forma muy peculiar y también muy festiva.

 Mientras nosotros “culpamos” a Judas Iscariote por la captura de Jesús y su posterior crucifixión, los habitantes de Coripe, un pueblito de Sevilla, al sur de España, personalizan en el judas a ser quemado, a una figura del lugar que -durante el año- haya dado motivos para la crítica y el repudio de sus conciudadanos.

 Es la forma “civilizada” de dejarle saber a algún truhan del pueblo, por lo general político, que no se le quiere y que sus acciones no son aceptadas, ni bienvenidas en la comunidad. La muchachada, disfruta al límite estas muestras de fervor, por el componente festivo que implica y los adultos, dejan sentir el peso de sus “simpatías” contra la persona objeto del escarnio.  

 Ese estilo tan significativo de crítica pública, nunca ha sido practicado en nuestro país. Al contrario, nosotros nos hemos acostumbrado dócilmente, a soportar con estoicismo las vagabunderías de los granujas (autoridades, políticos, comerciantes, sindicalistas y personalidades en general) y ni siquiera en Semana Santa se lo recordamos.

 Porque esos gastados sermones de las “siete palabras”, a fuerza de antiguos, resultan ya muy interesados. Y son por demás, la opinión de los “pastores”; pero conviene que también se oiga el pensar de las “ovejas”. Es una pena que no hayamos copiado esta maravillosa costumbre de los conquistadores; mientras que sí hemos sido fieles a sus peores mañas.

 Yo creo que somos tan permisivos que, hasta al judas mismo, un día de estos terminaremos por absolverlo y condonarle la sentencia. Y puede que hasta lo recompensemos, como se hace con los malos funcionarios que, al retirarlos del puesto por incompetentes o delincuentes, se los nombra con el eufemístico cargo de: “Asesor del Poder Ejecutivo”, en los asuntos que precisamente el susodicho no pudo resolver; y todo, para que continúen desfalcando el Estado.

 El pobre Judas Iscariote, que ya don Juan se encargó de reivindicarlo, con la brillantez propia de su pluma justiciera -tal y como hizo con el restaurador de Gaspar Polanco- solo está a la espera de que el pueblo dominicano, con la infinita bondad de que dispone, dé por terminado su calvario histórico y lo coloque, cual Barrabás, junto al Nazareno; quien de seguro, cuando en su gloria esté, también se acordará de su antiguo tesorero.

 El caso es que Julia Quezada, la dominicana que confesó el asesinato del pequeño Gabriel, fue objeto de una quema simbólica por una comunidad que se siente crispada con la migración que según ellos, los acogota y es “de baja calidad”. Algo similar a lo que sentimos los dominicanos hoy.

 Los españoles, sin embargo, cuentan con el recurso del Estado, que tiene políticas claras para controlar la migración. Nosotros, por el contrario, solo sufrimos con estupor, la indiferencia del Gobierno ante la invasión pacífica y constante de los haitianos. No tan solo “de baja calidad” sino, extrema en número, ilegal, altamente costosa para nuestro exiguo presupuesto y abusivamente contaminante para nuestra cultura.

 En este escenario contradictorio entre España y República Dominicana, no podemos mas que sorprendernos de la inusual forma con que el pueblo español condena la conducta criminal de Julia; pero mas aún, de la dicotomía que se genera cuando ciertos sectores de la misma sociedad, también rechazan las condenas.

 Es ahí -en ese contrasentido- donde se evidencia el paralelismo. Tanto allá como aquí, el pueblo común, indefenso y frustrado, apela a la “justicia de la manada” (que no siempre es racional, admito) para evidenciar y condenar acontecimientos que lo laceran, pero que el estatus-quo, el establishment o la clase gobernante (como quiera que se le llame) no parece ni siquiera advertirlo. 

 Al mismo tiempo, igual aquí que acullá, aparecen las voces disidentes, condenando los hechos y calificándolos de vandálicos, odiosos, racistas y xenófobos. Primero oímos los pronunciamientos de las “ONG” alarmadas, pues esa es su razón de ser; luego a los medios irresponsables que solo sirven a los intereses de sus dueños y finalmente, la de los pusilánimes funcionarios, que únicamente atienden a “mantener el orden” que garantice su existencia.

 Es muy cierto que en Sevilla se quemó simbólicamente al judas y que en Pedernales -a no ser por los militares- probablemente hubiéramos llegado a “quemarlo en persona”, una catástrofe sin dudas, como la que está sucediendo con los linchamientos que semanalmente se registran. Pero es igualmente cierto, que ésto solo pasa cuando hay un vacío de autoridad.

 Pienso que el beneficio que tristemente nos dejará Julia Quezada con su infeliz experiencia, debe ser analizado con criterio crítico y disposición de asimilar las enseñanzas. Ella pagará por su culpa, un precio que nunca sabremos qué tan justo será, pero todo apunta a que probablemente, nunca saldrá de la cárcel

 Los españoles entretanto, no aguantan un inmigrante indocumentado mas; y nosotros estamos al tris de hacer un desacato mayor, por las mismas razones, y ésto debemos evitarlo a toda costa.

 ¡Vivimos, seguiremos disparando!

JPM

 

 

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Raúl Muñoz
Raúl Muñoz
5 Años hace

Este es un trabajo que estimo excelente no solo por lo que el autor dice sino con la buena calidad con que lo dice. Gracias.

J. A. RAMIREZ M
J. A. RAMIREZ M
5 Años hace

Excelente articulo, nos solidarizamos cien por ciento con las ideas expresadas por el articulista. Ideas como las vertidas por el señor articulista, son las que debemos de leer, porque nos ayuda a comprender las realidades que suceden en este mundo tan injustos para la gran mayoría y justos para la minoría. Además, que sus ideas, están en una justa balanza que nos permite sacar excelentes conclusiones: La simbólica actitud de los españoles en ese lugar de Sevilla, por el comportamiento de la compatriota nuestra; el comportamiento de los funcionarios públicos por todas sus triquiñuelas en la administración de los recursos… Leer mas »