OPINION: Hilaria y Donaldo, el último debate

imagen
EL AUTOR es comunicador. Reside en Santo Domingo.

Todos los que están listos para el sufragio libérrimo en las próximas elecciones en los Estados Unidos de América, esperan el día, The Election Day. El velo se cierra y la consulta de toda la Unión Americana se compacta, para sellar definitivamente quien será el próximo mandatario del país de Washington, Jefferson y Lincoln.

 

He leído y he visto hasta la saciedad hasta donde ha llegado la pasión política en la Tierra anglosajona. Todos en la tierra del Tío Sam ven de todo, menos la anatomía de lo esencial y lo accesorio. Dice Brinton Crane en su popular obra La anatomía de la revolución que frente al hecho histórico el investigador debe adoptar una actitud de total imparcialidad (detachment) que no es precisamente indiferencia. Es imposible, sostiene, arribar a un juicio que merezca el calificativo de honrado con una mente tarada a priori pro conclusiones previas. Que es la posición típica del fanático. Sólo del examen exhaustivo y equilibrado de todas las premisas, las negativas como las positivas, puede llegarse a algo que se acerque a la verdad.

 

Crane se sitúa exactamente en este punto de mira para estudiar, como lo haría un profesor de medicina en la mesa de disección, los «casos» de fenómenos revolucionarios (de ahí el título de su libro). Y toma como ejemplos –pudiéramos decir especímenes—la revolución de 1648 en Inglaterra, la revolución americana de 1776, la francesa de 1789, y la rusa de 1917.

 

Su método, que no es otro que el del filósofo en su eterna búsqueda, nos permite como  primer resultado hacer un descubrimiento básico: en el proceso revolucionario, como en todo en la vida, hay que distinguir entre lo esencial y lo accesorio.

Los fanáticos andan sueltos tanto republicanos como demócratas todos dan a su gladiador el triunfo de los sondeos, debates, y cual es quien ha logrado sacar más trapos sucios a luz pública dentro de un ambiente que la economía se tambalea; los asesinatos en diversos estados de la Unión se agigantan y la corrupción no se detiene ni aún en la Casa Blanca.

 

En estos momentos decisivos vale la pena hacer aquí algunos pininos de semántica, siquiera sea por vía de repaso. ¿Qué es lo esencial? ¿Qué es lo accesorio? Esencial es lo que pertenece al ser o a la naturaleza de un objeto dado; es lo que no se puede cambiar sin alterar la índole misma del objeto. Sin intentar juego de palabras, puede decirse que si a un objeto se le cambia el ser, deja de ser, ya no es el mismo objeto. La esencia, o el ser, pues, son invariables e inmutables. So pena, desde luego, de convertir una cosa en otra cosa completamente diferente.

 

Lo accesorio, en cambio, es, literalmente, lo que se agrega a la esencia del objeto, lo adjetivo, lo que sí puede alterarse sin que por ello el ser experimente cambio substancial alguno. Un hombre, por ejemplo, lleva en su ser la condición innata de persona. Esta no la puede perder  nunca, salvo que dejase de ser humano. Las circunstancias pueden modificar su impresión externa – desde el vestido hasta la cultura, incluyendo los hábitos, las virtudes, los vicios, los gustos, y hasta las filiaciones de pensamiento o de fe–, pero no su entidad esencial. Ni siquiera los accidentes que disminuyan o quebranten su apariencia física. Hilaria Clinton y Donaldo Trump seguirán siendo Hilaria y Donaldo, anquen pierdan un ojo, un brazo, o todo su cuerpo resulte mutilado.

 

Hilaria Clinton tiene un historial político que no le hace ningún favor a la verdad, porque está comprometida con los intereses más nefastos del mundo liberal. Dicen que por dinero baila el mono. Ella tiene toda una carrera de bailar bien ese merengue y los resultados le han salido muy bien económicamente. Por su parte, Donaldo Trump es un magnate que se ha convertido en un «político» que sólo brilla, porque no es un político manoseado. Estos ingredientes serian los accesorios en el terreno que ellos se mueven.

 

Pues bien, este criterio de lo esencial y lo accesorio tiene idéntica vigencia ante el hecho político que vive la Unión Americana en estos momentos críticos de su historia política. Desde el  punto de vista de nuestra filosofía democrática, lo esencial es la Libertad. En tanto y cuando este principio se mantenga intacto, todos los cambios imaginables en la estructura social y económica pueden considerarse «adjetivos». En teoría por lo menos, no variará la esencia fundamental del estado. Ahora bien, si se quieren cambiar  ciertas enmiendas de la Constitución, para beneficio de mercaderes de la política, ahí es que está el detalle. Ninguno de los Partidos de la Unión está por encima de la Carta Magna en el cual están fundados sus cimientos. Porque quieren convertir lo esencial en accesorio.

 

Este es el método que se desprende de los estudios de Crane. Una determinada medida de gobierno puede aparecer como más o menos «radical» según los intereses que afecte o la posición de quien la juzgue. Pero ese radicalismo puede al mismo tiempo ser puramente accesorio, es decir, discutible y subsanable en el tiempo siempre que exista el terreno político que le sirva de base.

 

Este terreno no puede, para nosotros, ser otro que la conservación sin merma de la idea democrática. El postulado simple de que el poder es una función representativa y delegada, sujeta al ritmo  periódico de la consulta popular. Partiendo de ahí, y siempre de ahí, todo lo demás resulta accesorio, y puede aprobarse o rechazarse según las circunstancias determinen en cada caso.

 

Es esta línea de pensamiento, la del análisis imparcial del ensayista citado (con la sola parcialidad de la libertad), la única que puede darnos la exacta perspectiva de las cosas y los hechos.

En esta recta final y si usted vota en La Unión América, vote por lo que el dictamen de su conciencia le indique. Sin jamás olvidar que no es bueno cambiar lo esencial por lo accesorio. En las urnas es que se va a decidir el verdadero debate.

JPM

0 0 votos
Article Rating
Suscribir
Notificar a
guest
0 Comments
Comentarios en linea
Ver todos los comentarios