«Espacio pagado»

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El autor reside en Santo Domingo.

Varios grupos conocidos de comunicadores que defienden a rajatablas y  por paga al gobierno, deberían colocar al lado de sus escritos la frase: “Espacio Pagado”. Pues sus trabajos constituyen eso mismo, aunque disfrazados como “Artículo de Opinión”. En la presa escrita el que vende su pluma es un desvergonzado. Hacer de la conciencia un mercado es también otra forma de descaro.

Es evidente que con sus “escritos pagados” confunden a los lectores que buscan la verdad de los hechos y reclaman orientaciones sin tintes de parcialidad mercurial. Frente a los artículos de los “prestigiosos periodistas”, los dueños de medios digitales o impresos, bien pudieran colocarlos en la parte de los anuncios y cobrarles la publicidad. Tal práctica de redacción  es un comercio, y no un periodismo responsable.

En ese ámbito, cobrar por escribir distorsionando el contenido de lo analizado es bajeza del espíritu, derrumbe de la sabia razón. Es pagar con moneda falsa el alto precio de la verdad. Esa maniobra dolosa se asemeja al pecado del sacerdote que confiesa y da la hostia a cambio de dinero.

Quién duda que mojar la pluma en el erario como si fuese un tintero, contamina los párrafos y mata la objetividad de las cuartillas, porque se leen -o se ven- como rosas hermosas, pero están llenas de espinas.

Las bocinas venden su voz, empeñan su canto hipotecando el timbre de sus palabras. Los bocineros hablan por micrófonos infectados del virus de la corrupción. Esos predicadores del mal,  visten sus oraciones con túnicas blancas para confundirse con los corderos. No es casualidad que al final del Sermón del Monte, Jesús nos advierta de los falsos maestros (hoy periodistas): “Nada puede ser más peligroso para un rebaño de ovejas que un lobo disfrazado de cordero”.

Al criterio de la gente sensata, vender la palabra escrita para cambiar la realidad es un crimen, y debería estar castigado por el código penal. No veo deferencia entre un “veneno” y uno de esos “Espacio Pagado”. Ambos terminan intoxicando. Con la diferencia de que el primero lleva la inscripción de  “su consumo causa la muerte», además de tener una cruz estampada. Mientras el segundo carece de aviso. Por lo menos deberían colocar la expresión: “nocivo a los lectores”.

Los “espacios pagados” y las “bocinas” se solventan con dinero del Estado. Es decir, con los aportes de todos los contribuyentes, sin estar incluidos en la Ley de Presupuesto. Por lo tanto, es un capítulo más de corrupción. Las instituciones del gobierno tienen departamentos de relaciones públicas para defender sus políticas y sus acciones. ¿Por qué hay que malgastar dinero en pago de bocinas y plumíferos?

Una opinión pre-pagada es una estafa al consumidor de información. Quienes reciben cheques y depósitos en sus cuentas para atacar llamando “desestabilizadores” a los que marchan vestidos de verde, son parte del armazón de la corrupción. Sus escritos sirven de chalecos y caretas a los que sustraen y lavan el dinero distraído de las arcas. Y bien podrían ser igualmente procesados como cómplices y ocultadores del botín.

Y no es que criticar la marcha sea un delito, porque la democracia garantiza la libre opinión. Lo malo, lo perverso es ponerse sotana de cura y subir al púlpito de la verdad a ensuciar el prestigio de los organizadores de las marchas, a cambio de recibir beneficios, privilegios y ventajas; pagadas por todo el pueblo con sus impuestos. ¡Qué vergüenza!

JPM

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