El ejercicio del poder

Las largas permanencias en el poder de personas y partidos políticos tienen defensores y detractores. Los primeros entienden que ello permite realizaciones y cambios que de otra manera serían imposibles de lograr; los segundos están convencidos de que la falta de alternabilidad en el manejo de la cosa pública da lugar a que quienes gobiernan  y sus allegados se aprovechen de la situación  y caigan en prácticas corruptas,  conformando grupos de adictos al poder y sus beneficios, que generalmente van en contra de los mejores intereses de los países que sufren este mal.

En las naciones donde la institucionalidad es débil o inexistente las consecuencias son funestas. Venezuela y Nicaragua son dos buenos ejemplos de lo que puede pasar cuando políticos y partidos se perpetúan en el poder. Hoy en Venezuela se vive una enorme crisis institucional y económica, con su población, sufriendo una escasez de todo lo inimaginable y una sociedad fracturada.  En Nicaragua, los Ortega se han convertido en una dinastía, modificando la Constitución a su antojo y adueñándose del país.

Los gobernantes de ambos países sufren  lo que se ha denominado el síndrome de hubris, o la enfermedad de los líderes.

David Owen, un médico neurólogo inglés que incursionó en la política,  ocupando posiciones de mucha importancia, reconoce que durante los años que ejerció esa actividad su personalidad cambió, decidiendo por esa causa estudiar profesionalmente el comportamiento de los políticos.  En un libro escrito por él, bautiza como el “Síndrome de Hubris” a las transformaciones que ocurren a los gobernantes que llevan mucho tiempo en el poder.   Afirma que «el Poder intoxica tanto que termina afectando el juicio de los dirigentes, hasta el extremo de no escuchar, y no reconocer sus errores, y creerse indispensables e insustituibles”.“La Hubris o Hybris es un concepto griego que puede traducirse como desmesura”.

En nuestro país el PLD tiene unos 20 años gobernando con un interregno de cuatro años, en los cuales del 2000 al 2004 el PRD estuvo en el gobierno.   En este largo tiempo es innegable que se han construido importantes obras y logrado avances en la organización del Estado y la educación pública, pero esa prolongada permanencia también ha dado lugar a que un buen número de sus dirigentes hayan cambiado,  convirtiéndose en  personajes adustos, lejanos y en algunos casos prepotentes, indiferentes a los reclamos sociales y envueltos en actos de corrupción que hoy afloran en todo su esplendor,  impulsados por la confesión de la constructora Odebrecht.

Estos políticos se han convertido en poderosos empresarios, compitiendo con ventaja frente a los que tienen la vida entera trabajando.   Creo que necesitamos hombres y mujeres diferentes en la política, menos comprometidos con sus partidos y más identificados con las verdaderas necesidades de la Nación.

En estos momentos existe una extendida percepción  de malestar que contradice el optimismo de las cifras de crecimiento económico que exhiben las autoridades.  Buena parte de la ciudadanía se encuentra hastiada e indignada por  las falsas promesas, la impunidad y el descaro,  y  muy asustada por la ola de delincuencia.

No tenemos fórmulas mágicas para solucionar estos problemas, pero todos debemos de exigir  cambios y aportar soluciones.

De algo sí estoy convencido, este asunto es demasiado importante  para dejárselo sólo a los políticos.

sp-am

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