OPINION: Difundir el legado de dominicanos ilustres en escuelas de NY

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El autor es escritor e investigador histórico. Reside en Nueva York

Los anteriores escritos de esta serie los dedicamos a exponer la reducida cantidad de publicaciones de procedencia netamente dominicana en los anaqueles y colecciones de consulta de la biblioteca pública de la ciudad de New York, y de manera especial, en la áreas de Washington Heights, Inwood y algunos puntos de Bronx, Brooklyn o Queens en donde se concentran los mayores núcleos de inmigrantes de origen dominicano.
Las consultas realizadas con diferentes líderes comunitarios y directivos de algunas entidades creadas con la finalidad expresa de mantener al inmigrante dominicano conectado con sus raíces culturales, ha dejado sentada la premisa de que se hace necesario desencadenar una gran cruzada que arroje como resultado una copiosa lluvia de libros, que inunde a raudales las bibliotecas neoyorquinas, contagiándolas con los fascinantes pasajes de la aleccionadora historia de nuestra nación, la gallardía de sus adalides y heroínas, la desbordante belleza de sus atributos naturales, la sabrosura de su gastronomía, el ingenio creativo de sus intelectuales, plasmado en artículos periodísticos, impresionantes novelas, ensayos, cuentos poemas y, en fin, la chispa y versatilidad de las costumbres, el folklore y todas las demás vertientes a través de las cuales se expresa la idiosincrasia del dominicano.
Hemos colegido en que se hace necesario concitar el interés, entusiasmo y disposición de todas las partes envueltas en esta gran jornada, puesto que para los dominicanos de la diáspora, sus representantes oficiales y dirigentes comunitarios, la difusión de los aspectos más positivos de la cultura dominicana debe constituir un objetivo fundamental.
Esa significativa labor por la que venimos abogando no debe circunscribirse, solamente, al ámbito de las bibliotecas públicas sino que debe profundizar en el meollo central, el lugar en donde, además del hogar, comienza a producirse el moldeado del intelecto y raciocinio de nuestros muchachos: nos referimos a las escuelas.
Como hemos señalado, gracias al esfuerzo y dedicación de varias generaciones de inmigrantes, en el curso de varias décadas los dominicanos han dejado establecido su impronta en diferentes áreas del desenvolvimiento económico, el área de servicios y el quehacer educativo, social y comunitario de la ciudad de new York. La presencia de destacadas figuras del liderazgo dominicano en elevadas posiciones de dirección, así lo atestigua.
Esa pujanza y ese protagonismo han dado como resultado el emplazamiento de estatuas, bustos, tarjas y monumentos con los que se honra la memoria de figuras descollantes en la historia del devenir económico, político y social de la República Dominicana. Igual sucede con el nombramiento o rotulación de calles, tramos de avenidas, plazas o edificaciones en lugares emblemáticos que forman parte de la vida diaria de nuestros compatriotas.
Gracias al empuje, habilidad e inteligencia de algunos líderes y activistas comunitarios, en la ciudad de New York se ha erigido numerosos planteles educativos que han sido bautizados con los nombres de figuras dominicanas de indiscutible valía en el orden patriótico, político cultural y social.
Las escuelas Juan Pablo Duarte (P.S. 132), Luis Belliard (P.S. 8) y Profesor Juan Bosch (P.S.178), las intermedias Hermanas Mirabal (I. S. 90) y Salomé Ureña de Henríquez (I. S. 218), junto a la preparatoria Gregorio Luperón (H. S.), así lo atestiguan.
A los fines de las propuestas que estamos enarbolando, nos proponemos gestionar la entrega de volúmenes completos de obras en las que se exalte el descollante papel jugado por cada uno de los citados personajes en las etapas de la vida republicana en que les tocó vivir.
Dichas publicaciones, junto a retratos, efigies, banderas y otros documentos de carácter educativo serán entregados en calidad de donación a cada plantel en particular para que sean emplazados en exhibición permanente en un lugar cimero de tales instalaciones, de tal suerte que los estudiantes y el profesorado puedan conocer, de manera directa, la vida y obras de la persona en cuyo homenaje fue bautizado su centro académico.
Con ello, se estará honrando debidamente a nuestros prohombres y heroínas y se estará dando continuidad a la edificante y atinada medida que comenzó con el bautizo y rotulación de las citadas escuelas.
En cuanto a los clubes, sociedades, centros, institutos, fundaciones, templos religiosos, casas de cultura, entidades gremiales, profesionales, regionales, provinciales, y demás organismos de tipo gregario en donde confluyen colectivos humanos constituidos por nuestros compatriotas, entendemos que se deben redoblar las acciones en el orden siguiente:
1.- Incentivar entre los directivos de tales entidades la instalación de unidades bibliotecarias en los locales que tienen a su cargo.
2.- Incrementar el número de publicaciones dominicanas en sus bibliotecas, vigilando la calidad de los enfoques y el nivel y profesionalismo de los autores de tales obras.
3.- Mantener una política de puertas abiertas a todo público interesado en tener acceso al conocimiento, de tal suerte que el disfrute de estas facilidades no se circunscriba, solamente, a los estudiantes, asociados o miembros de una institución en particular, sino que llegue a todos por igual.
4.- Fomentar entre los asociados y miembros la creación de talleres de estudio, clubes de lectura e intercambio de libros, tertulias y círculos literarios, y, en esa medida, estimular la asistencia a conferencias de carácter educativo, actos de puesta en circulación de obras, exposiciones artísticas, fotográficas y de artesanías, eventos folklóricos y otras actividades en las que se difunda y exalte la cultura, raíces, idiosincrasia y demás elementos que definen nuestra nacionalidad.

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