OPINION DE LEONEL: Una Agenda Global para el Futuro de la Humanidad

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EL AUTOR es abogado, presidente del Partido de la Liberación Dominicana y ex presidente de la República. Reside en Santo Domingo.

En medio de estruendosos aplausos y una clamorosa ovación, los líderes de los 193 Estados Miembros de las Naciones Unidas sellaron, recientemente, un momento histórico para la comunidad internacional: adoptaron a unanimidad los Objetivos de Desarrollo Sostenible como guía para alcanzar la prosperidad y el bienestar en todo el planeta.

Estos objetivos, que forman parte de la Agenda Post 2015, procuran alcanzar un mundo, económicamente más productivo y competitivo; socialmente, más equitativo e incluyente; y ambientalmente, más amigable y sustentable.
Anteriormente, los Objetivos del Milenio (ODM) aspiraban a cumplir esa función.

Estos fueron adoptados en el año 2000, en medio de la Cumbre del Milenio, e impulsaron los esfuerzos de los países desarrollados para trabajar con las naciones en vías de desarrollo en la disminución de la pobreza y el hambre; el combate a las enfermedades; la promoción de la igualdad de género; la reducción de la mortalidad infantil y materna; el cuidado del medio ambiente; el logro de la educación primaria universal; y la promoción de una alianza global para el desarrollo.

A pesar de los grandes logros obtenidos mediante la aplicación de esos objetivos, y de la gran atención que se puso a los graves problemas que engendra el subdesarrollo, muchas tareas quedaron pendientes, por lo cual se hacía necesario la elaboración de un nuevo plan con miras hacia el futuro.

Ese nuevo plan empezó a diseñarse en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en el año 2012, que se correspondía con el vigésimo aniversario de la primera cumbre, auspiciada también por las Naciones Unidas, en la misma localidad, en el 1992.

De los Objetivos del Milenio al Desarrollo Sostenible

Ese plan vino a diferenciarse del anterior, tanto por el procedimiento de debates y consultas, como por el alcance de su contenido.

En cuanto al procedimiento, los mecanismos utilizados para la negociación de los textos adoptados en la reciente cumbre celebrada en Nueva York, representan uno de los mayores esfuerzos de inclusión y diálogo entre los distintos sectores representados.

Mientras los Objetivos del Milenio fueron redactados por un pequeño grupo de expertos, los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible fueron elaborados por diversos grupos de trabajo creados de manera especial por la Secretaría General de las Naciones Unidas, en un proceso que se extendió por cerca de 18 meses.

La primera etapa surgió a partir de la Cumbre de la Tierra del 2012, a que hemos hecho referencia. Con el inminente término del plazo previsto para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, los gobiernos decidieron lanzar un proceso de reflexión que les permitiera vislumbrar el horizonte, en términos de desarrollo, durante los próximos 15 años. A partir de allí, el Secretario General nombraría un Panel de Alto Nivel, dirigido por el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron, el cual publicó su reporte, titulado, Hacia una Nueva Alianza Global, en mayo del 2013.

Al mismo tiempo, en el marco del Consejo Económico y Social de Naciones Unidas, se creó un Grupo Abierto de Trabajo. Este grupo, luego de doce sesiones de debates, propuso la lista de los nuevos objetivos, que ahora alcanza un total de 17.

En su informe de diciembre del 2014, titulado, “El Mundo que Queremos”, Ban Ki-moon hizo un llamado a los Estados Miembros a adoptar esos 17 objetivos como guía central de la agenda de la comunidad internacional hacia el 2030.

Durante las distintas etapas agotadas, no solo participaron los representantes de los gobiernos y las agencias de Naciones Unidas. También hicieron escuchar sus voces el sector privado, las universidades, los centros de pensamiento y la sociedad civil. Incluso, los pueblos, a través de consultas nacionales, tuvieron la oportunidad de hacer, en forma directa, sus aportaciones.

Sin lugar a dudas, se trató del proceso de consultas más participativo e incluyente que ha tenido esta organización a todo lo largo de sus 70 años de existencia.

Ahora bien, en cuanto a su contenido, los primeros seis objetivos se refieren a tareas que quedaron pendientes de los Objetivos del Milenio, que son: la erradicación de la pobreza y el hambre; el acceso a los sistemas de salud; la educación inclusiva y de calidad; la igualdad de género; así como la disponibilidad de agua potable y salubridad para todos.

Los siguientes seis objetivos describen el cambio de paradigma hacia el desarrollo sostenible que deben ser asumidos. Estos son los que tienen que ver con la energía sostenible; el crecimiento económico y el empleo productivo y decente; la construcción de infraestructura sustentable; la industrialización sostenible e innovadora; la reducción de la desigualdad social; la construcción de ciudades y asentamientos humanos inclusivos y seguros; y la creación de patrones de consumo y producción sostenibles.

A continuación, los objetivos 13, 14 y 15 se relacionan con el medio ambiente y procuran tomar acción inmediata para combatir el cambio climático y su impacto; la conservación y uso sostenible de océanos, mares y recursos marinos; y la protección de los ecosistemas terrestres y de los bosques; así como el combate contra la desertificación, la degradación de la tierra y la perdida de la biodiversidad.

El objetivo 17 se enfoca en el fortalecimiento de los medios de implementación y la revitalización de una alianza global para el desarrollo sostenible. Este último objetivo es vital, pues se trata de un eje transversal que ayudará al logro de los demás.

Los próximos 15 Años

En la actualidad, lo que caracteriza a la nueva agenda de desarrollo sostenible es su aplicación universal. Eso quiere decir que se procura garantizar el cumplimiento de sus metas e indicadores, tanto en los países desarrollados como aquellos en vías de desarrollo.

Algunos críticos de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible alegan que se trata de un número muy elevado de metas a conquistar.

Después de todo, sostienen, si no se había sido capaz de alcanzar ocho objetivos en los países pobres, ¿cómo podrá aspirarse ahora a alcanzar 17 en todo el mundo? Los defensores de los objetivos plantean que el desarrollo sostenible es un asunto complejo que requiere una visión más amplia que la simple solución de las necesidades básicas, y por consiguiente, reclama un mayor número de medidas.

Como el concepto mismo de desarrollo sostenible nos indica, los nuevos objetivos descansan sobre tres pilares: el crecimiento económico, la justicia social y la recuperación del medio ambiente.

Con su lema de que “nadie quede excluido”, uno de los mensajes más enfatizados y reiterados por Naciones Unidas es que mientras no se logren todos los objetivos planteados a escala universal, no podrá considerarse que dichos objetivos hayan sido plenamente conquistados.

Ahora bien, la gran interrogante es el de cómo podrá financiarse la realización de esos objetivos.

La reciente cumbre celebrada en Addis Abeba, la capital de Etiopía, abordó el tema y concluyó que los fondos necesarios a ser invertidos para su adecuada implementación requiere de cerca de 11.5 trillones de dólares al año.

Eso, obviamente, es una inmensa cantidad de dinero, y prevalece la incertidumbre, si en medio de la inestabilidad económica mundial y las turbulencias financieras internacionales, se podrá disponer de acceso a esos recursos.

El tiempo dirá. Pero, de ahí la importancia de la inclusión del sector privado y de la sociedad civil en el conjunto de actores a ser involucrados en la ejecución del proyecto.

No es posible simplemente esperar que los gobiernos, por si solos, logren alcanzar estos objetivos en base a recaudación de impuestos.

El momento ha llegado para empoderar a toda la población; para concertar alianzas estratégicas; para exigir que las naciones desarrolladas cumplan con su compromiso de aportar el 0.7% del PIB al desarrollo; para fomentar alianzas públicoprivadas; para integrar a las comunidades del exterior o diásporas; y para forjar auténticas y verdaderas alianzas globales.

Para la República Dominicana, la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible representa también un gran reto. Nuestra Estrategia Nacional de Desarrollo, que promulgamos en el año 2012, ya buscaba establecer, a grandes rasgos, los lineamientos que deberá seguir nuestra nación para alcanzar la prosperidad y el bienestar de nuestra población, y la protección de nuestro medio ambiente.

Ahora, con la decisión de la Cumbre de Desarrollo Sostenible, nuestro desafío será adaptar esos objetivos a la realidad dominicana, creando prioridades que respondan a nuestras necesidades y que estén en sintonía con nuestros compromisos internacionales.

 

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