Cultura del fraude

En 1970, con apenas 20 años de edad y haciendo pinitos en la carrera de periodismo, me tocó cubrir las elecciones –la tercera a que acudían los dominicanos tras la caída de Trujillo-, en que Balaguer forzaba su primera reelección en el poder. Desde entonces he cubierto 17 elecciones -13 presidenciales y cuatro congresuales y municipales-, como periodista y en algunos escenarios como consultor.

El palito, la cadena, la compra de votos, el robo de urnas, la compra de cédulas, tecnología ‘buena’ y ‘mala’, el trasiego electrónico de votos, los hackers. He visto y oído todos los argumentos. Recuerdo los guardias con pañuelos rojos en las puntas de las bayonetas, las amenazas de despidos de empleados del gobierno, retirar las tarjetas de asistencia pública. He visto como unos y otros enarbolan y cambian los alegatos cuando están en oposición y luego de los mismos cuando están en el poder.

Hay una cultura del fraude electoral en República Dominicana, desde el inicio mismo del proceso democrático iniciado tras el derrocamiento de la dictadura de Trujillo, con las primeras elecciones generales, el 20 de diciembre de 1962.

No me extraña, entonces, ver como en la lucha por el poder, algunos se aferran tanto a la victoria que no admiten la derrota. Como reiteradamente pretenden hacer creer el sofisma de que sus alegatos no se basa en la ambición del poder, sino que procuran el bien común, el respeto a la voluntad popular, como fundamento de la democracia.

La Junta Central Electoral, árbitro constitucional del proceso, ha ido explicando punto por punto las denuncias del sector perdidoso y complaciendo las demandas que ha ido haciendo –cotejo del ciento por ciento de las actas, una autopsia forense- pero sin dejar de cumplir sus responsabilidades en el cronograma que le impone la ley de cara a las consultas nacionales de febrero y mayo del 2020.

Las puertas se han ido cerrando en las narices del sector que alega el fraude. Las telefónicas –Claro y Altice- certificaron que no hubo interferencia externa de las tansmisión de las actas de cómputos durante la tarde-noche y la noche del domingo 6 de octubre hasta la madrugada del lunes 7. El cotejo de las actas y los votos físicos dio correcto, al 99,8%, con una diferencia de alrededor de mil votos –mitad y mitad para Leonel y para Gonzalo- de una participación de casi dos millones de votantes. La convocatoria de la demandada autopsia forense de los equipos electrónicos utilizados en el proceso de votación y transmisión de los datos, ambas situaciones ya determinadas que fueron limpias, primero por el cotejo y luego por la certificación de las telefónicas.

El presidente de la Junta Central Electoral salió en defense fiera de la institución y del proceso y desmontó, punto por punto, las acusaciones contra la Institución, incluyendo la última de que la ‘trama’ del fraude se inició con el incendio ocurrido en almacenesde la Junta en julio pasado. Esto rebozó la copa de la paciencia del presidente de la Junta, quien respondió con tanta dureza a sus acusadores, que trazó una raya de Pizarro, indicando que el organismo y sus ejecutivos no seguirán ‘aguantando palos’ sin defender su honestidad y la profesionalidad del trabajo electoral realizado.

El golpe de bolsón lo dio este martes la mayoría del Comité Político del PLD -24 de los 34 miembros- en un comunicado leído en conferencia de prensa en que apoyan a la Junta –siguiendo las líneas públicas del Episcopado, el empresariado privado, las universidades y las organizaciones de la sociedad civil, entre otros-, apoyan el resultado de las primarias y dan la espaldas a las denuncias y acciones del presidente del partido, quien se queda con los seis miembros de la cúpula peledeísta que le siguen ciegamente.

El camino de Leonel Fernández a lo interno del PLD está, por tando, signada. ¿Qué hará de cara al proceso electoral del 2020? no se tiene definido oficialmente, pero todo apunta a que tratará de ser candidato, como sea, lo que si hace dejará al desnudo que su ‘lucha’ si es por la candidatura y por volver al poder, no por el ‘respeto a la institucionalidad y el proceso democrático nacional’, como ha enarbolado reiteradamente.

La sociedad dominicana no puede dejar que la crisis interna en el PLD, arrope al resto de la sociedad, a la cotidianidad, lo que se ha tratado, pero no se ha logrado.

Lo importante, en medio de los alegatos, los dimes y diretes, es la necesidad de lograr el fortalecimento, restablecer la credibilidad y imagen de la Junta Central Electoral, cuyos ejecutivos, con virtudes y defectos, van dando los pasos prudentes pero firmes para garantizar los eventos en carpeta donde, realmente, es que se jugará el poder.

sp-am

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