¿Actuó Rosario de manera apropiada?

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.

A LO ARJONA.- El problema no es que el Embajador pueda revocar la visa por diligencias propias o mandato del Departamento de Estado. El problema tampoco es que los funcionarios aprecien en demasía el permiso de entrada a territorio norteamericano. El problema es que el Embajador de Estados Unidos se mueve mucho, se entromete en todo,  y ahora con la amenaza de quitar la visa el imperio puede tener un dominio mayor sobre República Dominicana, su gobierno y su pueblo, que las dos veces que lo intervino en el siglo pasado. Habrá que lamentarse por el momento no tener Wkileaks a manos y que haya que esperar cuarenta o cincuenta años a que abran los archivos y pueda conocerse el chisme que ahora afecta a Roberto Rosario. Y chisme es, y chisme se queda, pues en un país de conjeturas cualquier  cosa pudo haber pasado. Y es mejor imaginar, intuir, suponer, que hacer caso a las muchas necedades que menudean en los medios. La Embajada se creía discreta, pero las versiones que caminan por las calles o se paran en las esquinas demuestran lo contrario. Los norteamericanos de aquí no guardan secretos y comparten sus confidencias con el primer dominicano que pregunte…

LAS IDAS Y VUELTAS.–  Los compañeros de Roberto Rosario en la Junta Central Electoral votaron solidaridad y pedido de información, excepto Eddy Olivares que aprobó la segunda, pero no la primera. Dicen que el Embajador norteamericano visitó el Palacio Nacional para enterar de manera directa y personal al presidente Danilo Medina de lo que estaba sucediendo o iba a suceder. El comunicado de la representación diplomática habla de que la revocación de la visa a Rosario no afecta las relaciones entre ambos países. Lo que lleva a suponer que el jefe de Estado dio asentimiento a la medida. La Cancillería dijo en su momento no tener nada al respecto, y ayer en la mañana se comentaba que James Brewsters acudiría al Ministerio de Relaciones Exteriores, y se supuso que con fines de apoderarlo de la situación. Los hechos, dichos así a la carrera, confunden y no se tiene claro si hubo un procedimiento o se aplicó un protocolo. Si se fue al Palacio Nacional y ahora a Cancillería, el asunto no puede verse como algo personal…

EL PERSONAJE.- La historia Patria de Bernardo Pichardo dice que una oficial del consulado norteamericano solicitó una cita al presidente de la Junta Central Electoral e insistió que era urgente, como son todas las diligencias de la Embajada de Estados Unidos. La  oficial no llegó sola, sino acompañada de un hombre un poco misterioso, como los personajes de John Le Carré. No intercambió tarjeta, como es propio en estos casos, o como hicieron el anfitrión y la visitante principal, y solo accedió a identificarse al producirse una especie de impasse. La conversación no arrancaba, y la razón era que Roberto Rosario, libreta en mano, esperaba que el testigo, aparentemente de piedra, diera sus generales. Cumplido el requisito, se entró en materia. La funcionaria norteamericana le dijo al funcionario dominicano a lo que iba: a que entregara sus pasaportes para cancelar los visados. El personal y el diplomático. Al inquirir motivo, se le respondió que más adelante. Rosario procedió prontamente, y parece que el orgullo le nubló la mente…

SIN MÁS PENSAR.- Tenía a mano el pasaporte diplomático, y lo entregó rápidamente sin pensar en el procedimiento, prometiendo que más tarde le haría llegar el documento personal. ¿Actuó Roberto Rosario apropiadamente? Ahora nadie sabe cuál es el procedimiento, aun cuando no es la primera vez que se le revoca la visa americana a un dominicano. Incluso a dominicanos con credenciales oficiales. Caso del senador Amable Aristy Castro, por ejemplo. Rosario no tenía que resistirse, pero debió pedir tiempo para averiguar si el mecanismo al uso era el correcto. La visa personal, como su nombre lo indica, es personal. Pero la diplomática, presidente de la Junta Central Electoral, ese otorgamiento pasaba a su sustituto. El orgullo, insisto, le nubló la mente, y Rosario pensó que el incidente podría ser más enojoso si demandaba el cumplimiento de un protocolo más riguroso. Para fines electorales él mismo había decidido que la vía fuera la Cancillería. Ahora pudo haber hecho lo mismo, y decir a la oficial que procurara esos documentos en el ministerio de Relaciones Exteriores…

(Reproducido del Listín Diario)

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