OPINION: Abinader, el compromiso partidista y los carenciados

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EL AUTOR es periodista. Reside en Santiago de los Caballeros.

El gobierno, el Estado, la política durante décadas ha estado sometida al clientelismo, al dame lo mío, a la fidelidad del parentesco, amiguismo, clientela política electoral, compromiso personal.  El saber, la responsabilidad civil está y ha estado ausente.

En ese esquema sistémico se llega al Poder, se llega hacer presidente, alcalde, diputado, senador, etc. adulando a las masas con discursos vacíos, prometiéndole villas y castillos, el discurso ideológico, político es ausente total.

El compromiso partidista es vital al llegar al poder, la clase política no se sale de ese juego.

Y el compromiso va más allá, las Iglesias, el militar, empresarial, sindical, popular.

Esa expresión vieja de la política es casi imposible desterrar, desmontar.

Sera imposible tener instituciones representativas y eficaces que puedan fundamentar unas formas y procedimientos democráticos, ético sino se eliminan las prácticas corporatistas y clientelisticas, así como la tutela militar de la política.

Y eso no lo hace un presidente solo, por más voluntad y entrega que le ponga a esa causa, es preciso el consenso, la unidad, no solo con los actores de la sociedad civil, sino con el liderazgo político nacional de todos los partidos, empresariales, religiosos, etc.

Ese es el camino que debe trillar Luis Abinader.

El apego a grupos políticos que poseen las características estructurales de las clientelas, es decir, las máquinas políticas son muy fuerte, determinante y decisiva para hacer un buen gobierno.

Es una red clientelar que domina al partido, actúan en favor de la promoción política de sus líderes, y su propósito es controlar los puestos de gobierno, ni más ni menos.

El éxito al llegar al Poder, al gobierno se concibe como resultado de las «recomendaciones» de algún dirigente.

Son militancia dirigida por las elites política. Se trata de tropas leales orientadas por lealtades de grupo, más que por la preocupación por decisiones políticas específicas o inquietudes sociales e ideológicas.

Luis Abinader está en un juego difícil, tiene demasiados obstáculos para poder adecentar la política, la vida pública nacional.

El PRM no dejara de ser, al igual que los demás partidos, un protector y gestor frente al Estado y fuente de empleo y de ascenso económico y social.

Decir lo contrario es mentir, engañar e ilusionar vanamente al pueblo.

A la política se va en busca de gloria, ascenso social, económico y notoriedad.

Los menos buscan la gloria.

Al parecer la modernización no es necesariamente sinónima de la decadencia del clientelismo, la década del PLD así lo demuestra.

Leonel Fernández y Danilo Medina así lo evidenciaron.

Como se deshace Luis Abinader de la burocracia hipertrofiada y parasitaria, que dista de ser un servicio público y que abarca a una alta proporción de los asalariados del país. No hay manera, menos en medio de esta crisis mundial y local que lo lacera todo.

Para el presidente Luis Abinader cambiar todo eso e impulsar un nuevo liderazgo político tiene que tener claro que solo sería posible, tiene que ser el resultado de coaliciones estables de partidos, destinadas a superar el clientelismo político tradicional -individualista y excluyente y agregar las demandas ciudadanas básicas.

Debe seguir el dialogo y pactos con el liderazgo nacional, con los partidos e incluso ampliar el abanico de dialogo con los demás partidos.

Es la única vía de hacer lo prometido y tener una gobernabilidad de cambio verdadero.

JPM

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