A los directivos del CDP

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El autor es periodista. Reside en Nueva York.

Los directivos del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) deberían emprender un proceso de saneamiento de la entidad, y dejar establecido  quiénes son sus miembros, por lo menos, en lo que compete a la urbe de Nueva York.
 
Se dice que ciertos comunicadores, que se identifican como miembros de la entidad se han dado a la tarea de chantajear, pasar facturas y otros desmanes. En una expresión cuyo mensaje es obvio, algunos coinciden en que “andan con un cuchillo en la boca”.
 
Tanto los directivos de la seccional neoyorquina como la sede principal en Santo Domingo, deben implementar los mecanismos para que en los artículos, programas y demás espacios, se identifique a sus protagonistas proveyéndolos, y haciendo obligatorio el uso de carnets, cintillos y otras señales  Y, no basta con el conocido membrete que dice: PRENSA.
 
En la comunidad neoyorquina, algunos sindican a cualquier comunicador o particular periodista, como miembro de la entidad. En este caso, puede haber personas que pretendieran hacerle daño a nuestro organismo.
 
En cuanto a las irregularidades en nuestra matrícula; en 1999, varios directivos sometieron una lista de unas 22 personas que no calificaban para ser miembros, y según se nos ha dicho, por ciertos intereses en Santo Domingo, se obvió esa objeción. Es por ello que en esta demanda  nos dirigimos a los directivos de nuestra principal entidad.
 
En una pasada actualización, algunos, por amiguismos y tráfico de influencias quedaron enrolados como miembros del CDP.  Con esta ligereza se lesiona la ley que crea el organismo, sobre todo cuando uno y otros de éstos, han recibidos beneficios y privilegios inmerecidos. Con ello, se ofende la conciencia laboral de legítimos colegiados.
 
Es decir, personas que nunca tuvieron un sostenido ejercicio aquí, ni en República Dominicana, y jamás fueron periodistas de oficio, quedaron insertos en la lista del CDP, de nuestra seccional.  
 
La sustituida ley 148, tenía carácter de obligatoriedad  y era necesario ser titulado para ejercer el periodismo, al menos que se tuviese dos años o más de ejercicio  remunerado. Pero la actual, 10-91, es menos flexible. Nadie se puede incorporar al CDP, si no posee el título universitario.
 
Por el descrédito in crescendo de nuestro oficio, las corruptelas de impostores y otros desaprensivos que también podrían ser colegiados, es necesario que asumamos reglas que nos identifique a todos, para que no paguen justos por pecadores.
 
Y, serían razonables, porque si un colegiado incurre en cualquier desliz que afrente lo ético del periodismo, quedaría debidamente identificado. En otras palabras, debe haber igual trato para todo el que cometa irregularidades. En este caso, lo que es igual no es ventaja. 
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