Sánchez Acosta Jazzeado
El pasado jueves 30 de abril, en el marco del International Jazz Day instituido por la UNESCO, se rindió tributo póstumo a Manuel Sánchez Acosta por su aporte meritorio al desarrollo de ese género definido universalmente como “la música de los músicos”. En el cual destacan sus composiciones ejecutadas por varias generaciones de intérpretes como Machito y sus Afro Cuban, Noro Morales, Tito Puente, Mario Bauzá, Bebo Valdés, Marco Rizo, Chico O’Farrill, Patato Valdés, Lalo Schifrin, Jorge y Adela Dalto, Paquito D’Rivera, Claudio Roditi, Giovanni Hidalgo, Sergio Brandao, Eddy Martínez, Mauricio Smith, Papa Molina, Félix del Rosario, Simó Damirón, Rafael Solano, Michel Camilo, Mario Rivera, Jorge Taveras, José Antonio Molina. Y el afamado Vangelis, quien grabara en New York sus temas. Obra poco conocida por nuestro público –incluidos músicos notables y eruditos- y que hoy cobra creciente vigencia desde Japón hasta Canadá y Colombia. Más familiarizado el dominicano con su labor autoral en boleros como Paraíso soñado, Ven, A primera vista, Maribel, baladas como Muñeco de trapo y los salpimentosos rítmicos Papá Bocó y El Ají Caribe.
Fui convidado por Fernando Rodríguez de Mondesert a realizar una semblanza del homenajeado, en una celebración que reconoció también al bajista Nelson Pimente, a los saxofonistas Carlitos Estrada y Guarionex Merette, así como a la consagrada vocalista Patricia Pereyra, nuestra Dama del Blues. Completado el programa con la vibrante actuación del Ramón Vázquez Trío. Cuatro años atrás, en el Centro León que acogió el Congreso sobre Jazz en el Caribe, presenté ponencia a sala llena bajo el título “S.A.: el Papá Bocó del Jazz Dominicano”. Acompañada de data show con imágenes reveladoras y un audio representativo de los temas emblemáticos de este compositor, a cargo de los íconos del Latin Jazz y de experimentados músicos dominicanos que los jazzearon.
Al terminar la audición, un público multinacional ovacionó de pie la obra de Sánchez Acosta, un creador de “síncopas endiabladas”, como le llamara un admirado Pedritín Delgado. Neciamente experimentalista, en cuya sensibilidad asomaba lo mejor de la tradición occidental de la música culta y los aires modernos. Y persistía como mandato telúrico popular el redoble cadencioso de la tambora, el golpe seco de la clave y el rastrillado acompasado del güiro. Allí se expresaron posesos sonoros fabulosos, al dominio diestro de sus instrumentos: pianos con teclas endemoniadas, cueros temblorosos replicantes, güiro arrastrando su rakachá, trompetas sueltas en sordina y saxofones soplando a pleno pulmón galopantes. Fue “montadera” colosal en mérito al gran Papá Bocó. Con cierre picante merenguero a lo Machito y sus Afro Cuban, Damirón piano merengue y Solano soltando maravillas en versiones múltiples del Ají Caribe.
Música fraguada 60 años atrás en el corazón musical del mundo, en el Manhattan alocado por el mambo que enfurecía los zapatos danzantes en el Palladium, La Conga Club y China Doll. En el Waldorf Astoria que acogía la orquesta de Cugat con Miguelito Babalú Valdés vocalista. Macerada en los clubes de jazz de los negros del Harlem, donde Mario Bauzá, Chano Pozo, Dizzy Gillespie, Chico O’Farril y Machito, ensamblaron alianzas rítmicas y melódicas, colaron la percusión antillana en las bandas de jazz, e instituyeron los estándares Tanga y Manteca. Acreditando su estirpe instrumentista, arreglista y autoral. Cuando ya un Juan Tizol trombonista borinqueño había armado su Caravan con el Duke.
El inicio de la velada no podía ser otro que el Papá Bocó, un tema galopante que lo persiguió hasta sus últimos días. Era como el ánima que sólo se despega del cuerpo cuando este yace. Compuesto a dos manos en NYC por Negrito Chapuseaux, letra, y Sánchez Acosta, música y parte de la letra, nostálgicos de sesiones brujeras en su Santo Domingo -testigos Sylvia D’Grasse y Simón Damirón. Registrado en 1956 con grabaciones originales de Machito, Graciela, Negrito, Sylvia, Laserie, Julio Gutiérrez al piano, Patato Valdés y Chino Pozo en percusión. Excelente factura de pura montadera, Celina y Reutilio lo grabaron como “música santera”. Beltrán lo hizo suyo y la orquesta de Billo. Versiones en merengue, salsa, merengue de calle. Rhina Ramírez se “monta” magistral. Como lo hacía el querido Negro Plebe, Tirso Guerrero.
La apertura de la cabalgata Bocó la puso el arreglo y la dirección de José Antonio Molina en formato sinfónico-swing, apoyándose en versión swing precedente del saxofonista Reyes Alfau. Figura en CD Paraíso Soñado Homenaje a Manuel Sánchez Acosta, 1999, volumen V de la serie Canciones Dominicanas en Concierto producida por Rafael Solano para E. León Jimenes. A Manuel le encantaba. Tiene solo de trompeta de Jason Carter. A seguidas, no podía ser otra, la versión big band referida grabada en 1967 en Lp Papa Molina y la Súper Orquesta San José, Estudios Mozart -Papa tiene otro arreglo sin grabar. Tercer pase, Félix del Rosario y los Magos del Ritmo, con el duelo de saxos, el tenor de Félix y el barítono de El Manso, vocalización cabal de Frank Cruz. Algo vivido en el Night Club Europa en 1964. Electrizante, con la pista repleta de danzantes posesos.
Jazzistas internacionales se apoderaron del tema y se dedicaron a PapaBoquear. Michel Camilo le metió velocidad en el teclado con Giovanni Hidalgo en los cueros en contrapunto vertiginoso de dedos ágiles y manos mágicas: Hands of Rhythm, 1997. Camilo y su trío presentaro en el Teatro Nacional en 2002 otra versión maravillosa, más intimista y trabajada, con percusión de filigrana a cargo de Guarionex Aquino. En ocasión del homenaje que se le tributara a MSA con los músicos de Calle 54, bajo auspicio del Banco Central. La quinta, de Adela Dalto en su CD Papa Boco, 1996, parece salida de un safari africano de los estudios de Hollywood. Una trompeta con sordina anuncia la caravana. Solo de trompeta del brasileiro Claudio Roditi. Aloisio Aguiar, keyboards. Sergio Brandao, bajo. Steve Berríos, drums, batás. Milton Cardona, batás. Café, bells, quintos. Una Tex-Mex, Adela es viuda de Jorge Dalto, pianista de George Benson, Tito Puente, Gato Barbieri, Grover Washington. Vocalista de la banda de Mario Bauzá, junto a Graciela. Buenísima.
Un paréntesis nos lleva al ciclo de Noro Morales, un maestro del piano nacido en Borinquen y establecido en New York desde 1935, quien en los 40 y los 50 rivalizó con su orquesta frente a las afamadas bandas de Cugat y Machito. Ejecutante virtuoso y exitoso, se le llamó el Duke Ellington Latino. Grabó profusamente en la era de la rumba, el mambo y el chachachá, amenizando los más sofisticados ambientes bailables. Amigo de Manuel, puso su música a volar por los cielos, tanto con su big band como con su quinteto. Saona, que conocíamos en voz de Rhina, aparece como rumba en el Lp No Blues, Noro. Grabado en 1958 y lanzado en 1959, incluye también el afro jazz Kalunga y el bolero cha-cha Casémonos ya, de Sánchez Acosta. Versionó Papá Bocó, en big band con elaborado arreglo y tramos donde se cuela el rock. Igual el merengue afro Pica Mosquito y el superbo Mississippi Mambo, una pieza cuajada de misterios en la que Noro se luce con la ayuda del rakachá del güiro y el redoble de las pailas. Igual grabó Cómo Está, El Ají Caribe y otros temas del médico músico.
En 1959 Bebo Valdés y la orquesta Sabor de Cuba llevaron al acetato ese Mississippi Mambo, sin dar créditos de autoría, referido como “mambo tradicional”. En recopilaciones recientes de los éxitos de Bebo se coloca DR (Derechos Registrados). Noro lo grabó en 1954 con los debidos créditos y figura en su Lp Hollyday in Havana. Bebo Valdés incluyó a los músicos Alejandro “Negro” Vivar, Luis Escalante, Generoso Jiménez, Gustavo Más, Rafael Quesada, Virgilio Vixama, Enrique Hernández, Guillermo Barreto, Rolando Alfonso, Cándido Camero.
Mario Bauzá metió Yamasá en el CD My Time Is Now, 1993, un merengue jazzeado de Manuel, con tremenda banda, ensamblando los metales perfectamente armonizados. Arreglo del boricua Ray Santos, intervienen el baterista Bobby Sanabria –estrella del Congreso El Caribe es Jazz que se celebró en Santiago- Carlos ‘Patato’ Valdés, José Mangual, Jr., Joe González, Milton Cardona, Ray Díaz, Rudy Calzado, Chico O’Farrill, entre muchos.
Marabundeando, así denominé el ciclo Sánchez Acosta y Marco Rizo, a dos pianos y ritmo, que forma el Lp Arriba, 1960. El afro chacha Marabunda –otro de los temas de MSA que hoy alcanza vuelos entre las nuevas generaciones-, el chacha blues Guava Shell (Casquito de Guayaba), el merengue Tamarindo, la guajira moderna The rain, Merengino, el chacha mambo Mango Jam y Mississippi Mambo, en interpretación estupenda de su autor. Una muestra de calidad, del talento versátil de Sánchez Acosta y de su destreza en el piano, secundado en el detallismo por la agilidad de Rizo, el pianista de Dessi Arnaz y la banda del histórico serial de TV I Love Lucy.
Como coronación meritoria, una selección del CD Manuel & sus Amigos Nueva Música Sánchez Acosta, 2002, que le editáramos a este entrañable maestro en el Banco Central con la participación de grandes jazzistas. La Tambora de Debussy: Tito Puente, percusión y vibráfono, Paquito D’Rivera, saxo, Eddy Martínez, piano, Nelson Hernández, saxo. Yo soy la Güira, Andrea Brachfeld, flauta, Mauricio Smith, saxo. Papá Bocó, profundo, con el duende Vangelis insuflando aires majestuosos al ceremonial musical, Claudio Roditi –a quien el tema persigue con ropaje multifacético- soplando suelto con el Loa montado, Sergio Brandao, otro brasileiro atado a la música del dominicano, con golpes de bajo, trazando pauta. Un momento grandioso para un tema grandioso.
De un Manuel que nos mira desde el Cielo, donde sus percusiones animan la fiesta de los buenos, con un poco de ají Caribe bien picante, algo de ron de caña y un túbano encendido. Y por qué no, un pañuelo colorao.