Nunca más lo de la Oisoe

 

La familia del arquitecto David Rodríguez no la ha pasado bien ni antes ni después de su suicidio en un baño de la Oficina Supervisora de Obras del Estado, agobiado por las deudas que según un mensaje encontrado al  lado de su cadáver, lo obligaron a contraer Alejandro de los Santos y Joel Soriano, para concluir una escuela.

De su suicidio dudan sus parientes. Arguyen que los documentos que llevó en una carpeta no aparecen, tampoco uno de sus dos celulares e incluso hay rumores de que  no escribió la nota acusadora.

Si es cierto, ¿ese manuscrito fue redactado para beneficiar o perjudicar a los dos sujetos que menciona y que admitieron que hacían “favores” a contratistas?

En una mirada simple, si no lo escribió y son inocentes es una treta para afectarlos, porque los involucra en ese  lamentable hecho, en otra más allá, los favorece porque aunque sean culpables indirectos de su fatal decisión podrían esgrimir que es una trama en su contra ¿de quién?

Lo real es que Rodríguez está muerto, que estaba agobiado por las deudas, que su familia, que no vive de manera suntuosa, ha quedado en una situación difícil.

Pero no basta con su muerte. También hay que desacreditar y especular con versiones como que gastó parte del dinero en carro de lujo y una vivienda. 

Su hijo y su tío indignados han rechazado esas declaraciones. Pero no era necesario. Las imágenes hablan.

Después de la tragedia una montaña de denuncias fue levantada  contra empleados de la Oise. La mayoría nunca llegó a los medios, otras de forma tímida y habrá que ver si lo hicieron al organismo.

Si los ingenieros y arquitectos no  se quejaron antes en la institución estatal tal vez sería por miedo o  porque asumieron que era una guerra perdida.

Las acusaciones salpican incluso al subdirector técnico, José Miguel Florencio, del que contratistas que no tuvieron empacho en dar sus nombres y apellidos, aseguran los obligó a tomar préstamos en el Banco de Reservas y a particulares.

De ser cierto lo que afirman ¿Qué caso tenía entonces hablar dentro, si la podredumbre llegaba a esa altura?

Es  una lástima que el tema esté en debate después del suicidio de un ser humano que dejó tres hijos huérfanos y ojalá que ya ocurrida la desgracia, las autoridades no paren hasta sanear esa y todas las entidades públicas.

El Estado no puede ser convertido en una letrina.

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