Nuevos rumbos para la relación dominico-haitiana
Desde su fundación, el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD) ha mostrado su preocupación por el tema haitiano, haciendo planteamientos y propuestas tendentes a que este tema sea enfrentado en forma equilibrada sin causar grandes traumas a nuestro país, al efecto, por medio de este trabajo, presentamos la visión y los criterios del CRD sobre dicha problemática, además el rumbo idóneo que el organismo de desarrollo entiende que los dominicanos y los haitianos debemos tomar para su correcto encauzamiento.
Es un tema muy delicado que tiene sus orígenes muy atrás, en pleno siglo XVII, cuando España se vio obligada a ceder la parte occidental de la isla a Francia, mediante el Tratado de RYSWIK (1697) y otros tratados que fijaron las fronteras como el de Aranjuez (1777) y el de Basilea (1795). Ahí se inicia el recelo de la parte oriental hacia los habitantes de la parte occidental que en ese entonces eran los fuertes y terminaron ocupando la parte oriental al convertirse en República en 1804.
La historia nos narra los acontecimientos posteriores: En la parte occidental de la isla se desarrollaría la más próspera de las colonias francesas de Ultramar y como tal, demandó grandes cantidades de mano de obra esclava que fueron llevadas a esa media isla desde varias regiones de Africa Occidental y fueron explotadas de tal forma que ya para finales del siglo XVIII provocó grandes levantamientos que pusieron en riesgo la Colonia Francesa.
La Revolución Francesa (1789) precipitaría la lucha de los esclavos al abolir la esclavitud como uno de sus postulados; aunque los patronos esclavistas de la Colonia Francesa se cuidaron de no acatar esa disposición en dicha Colonia de “Saint Domingue”, fue inevitable que el hecho repercutiera y animara más a los grupos sublevados. Es así como surge la conocida Revolución Haitiana o Guerra Social Haitiana (1791-1804) como la describe Juan Bosch en su obra de “Cristóbal Colón a Fidel Castro”, fue una guerra cruel, devastadora, de grupos raciales de negros contra blancos y ya para el 1 de Enero de 1804 surge la República de Haití. La primera nación negra de América.
LA OCUPACIÓN HAITIANA
El Surgimiento de un Estado relativamente fuerte en Haití, unido a la debilidad de la colonia Española de la parte oriental de la isla, animó al entonces gobernante haitiano Jean Pierre Boyer, un dictador ambicioso y cruel a ocupar en marzo de 1822 la parte oriental de la isla y establecer el control haitiano en todo su territorio, creando el Departamento Cibao (En Santiago) y el Ozama (En la ciudad de Santo Domingo de Guzmán).
Durante 22 años sufrimos esa ocupación, muchas vejaciones y ultrajes, intentos de cambiar nuestras costumbres y hasta la forma de aplicar nuestra religión, además de grandes despojos de propiedades. Esto terminó provocando que se generaran odios y rencores que aún persisten en muchos sectores.
Al surgir la República Dominicana en 1844, no nos independizamos de España sino de Haití y de ahí para acá han persistido los recelos, pues ya para esa fecha comenzaban a surgir en la ya República Haitiana grandes problemas económicos, fruto de la devastación y destrucción de los bienes de producción que poseían los blancos (Franceses). Esto estimuló en gran medida a los haitianos a activar el proceso migratorio a la parte española.
Los haitianos desde esa época han mirado hacia el Este de la isla y lo han hecho más intensamente en la medida que aumentaba su población y escaseaban allí los medios de subsistencia y en la medida también en que se desarrollaba la agricultura y la industria azucarera en la ya República Dominicana.
UNA REALIDAD ECONÓMICA:
A pesar de las restricciones que puso el Estado Dominicano en la Era de Trujillo, restricciones que llevó al Gobierno Dominicano a iniciar una repatriación forzosa que culminó con la “Matanza de Haitianos” de 1939, lo cierto es que la ocupación pacífica de haitianos a la República Dominicana no ha cesado y crece cada año sin que el Estado Dominicano aparente tener solución.
Este proceso de ocupación continúa, generando una enorme preocupación en el Consejo Regional de Desarrollo (CRD), pues ya la ocupación haitiana más que un problema social es un problema económico para ambas naciones, pero más para la República Dominicana.
El modelo de desarrollo que nos hemos dado en las últimas décadas ha desalentado mucho a los trabajadores jóvenes del campo que han elegido dos caminos: Irse para New York, entendiendo por New York cualquier destino o país, o trasladarse a las ciudades y allí tratar de abrirse un espacio en la marginalidad y la pobreza.
El vacío que han dejado esos centenares de miles de dominicanos del campo, ha sido ocupado por trabajadores haitianos y hoy no existe una sola actividad dentro de la agropecuaria nacional que no precise de la mano de obra haitiana, para seguir existiendo.
Posteriormente vino el auge de la industria de la construcción y el problema era el mismo, los dominicanos con fuerza para trabajar, no se decidían por los trabajos duros, por el fuerte sol y la rudeza de un pico y una pala y la mala remuneración de dichos trabajos; preferían el motoconcho o irse en yola.
Dejaron ese espacio vacío, que fue también ocupado por los haitianos, pero resulta que ya los obreros haitianos no sólo nos hacen zanjas, sino que son los albañiles de las obras, los varilleros, plomeros, colocadores de pisos, y hasta maestros de construcción, etc.
¿A cuántos miles de millones de pesos al mes equivale la mano de obra haitiana en el país?
¿Qué pasaría con la economía dominicana si de pronto desapareciera la mano de obra haitiana?
¿Quien sustituiría a estos obreros?
¿Los más de 800 mil jóvenes que están dedicados al motoconcho en todo el territorio nacional?
Creemos que no, es por esto que en el CRD planteamos que el problema de la inmigración haitiana es más un problema económico que social para la República Dominicana, que por no atenderse como debería ser ha devenido en un problema político de repercusión internacional. Construimos una trampa y caímos en ella y ahora no encontramos la forma de salir.
UN MODELO ANTINACIONAL
Lo que vive hoy la República Dominicana se comenzó a diseñar varias décadas atrás. Se destruyó la Industria Azucarera y se sustituyó por el modelo neoliberal de las zonas francas industriales que atrajeron a cientos de miles de obreros y obreras; no se profundizó ni se continuó con los planes de hacer una reforma agraria integral que retuvieran los habitantes del campo en sus predios y que incluyera a los jóvenes que iban creciendo, abriéndole nuevos horizontes sin tener que abandonar sus ciudades y predios.
Posteriormente las zonas francas fracasaron en su mayoría al no poder competir con la tecnología y mano de obra más barata de otros países y esos cientos de miles de jóvenes ya no querían ni podían volver hacia atrás a sus campos.
Este es el origen de un modelo económico excluyente, generador de pobreza y de los altos niveles de delincuencia que hoy tenemos.
LOS NACIONALISTAS ANTI HAITIANOS Y LAS ONGS PROHAITIANAS:
Ni unos ni otros presentan una solución, ni las más mínimas ideas para que se busquen soluciones reales al problema.
A los nacionalistas se le acabaría el discurso y perderían vigencia en la sociedad dominicana; los espacios en los medios que les dan fuerza y posición social, política y hasta económica.
Y para las ONGS, si se acaba el tema haitiano, simplemente desaparecen y con ellas se irían cientos de millones de dólares que se dedican por años a mantener una burocracia que vive de administrar la pobreza haitiana, manteniéndolos en el mismo lugar o peor.
Y así pasa el tiempo y cada día la población haitiana en el país crece y crece, no solo por los que cruzan la frontera, sino por los miles de nacimientos que aumenta la población cada año.
LOS ORGANISMOS INTERNACIONALES
Lo que pasa con Haití y República Dominicana no es casual; es la continuación de una política internacional que ya se ha practicado en Euro Asía. El caso de los Balcanes, con Kosovo – Serbia y otras Ex Repúblicas Bálticas, es lo mismo que se ha dado aquí. La única diferencia es que aquellos son blancos y Haití es una nación negra y pobre. Por suerte aquí aún no se ha llegado a la guerra como en aquella región.
Hoy los organismos internacionales, agrupados en unas cuantas naciones (Anti haitianas de paso)que pretenden venderse como haitianòfilos, siempre que los mantengan fuera de sus territorios,quieren imponernos sus soluciones, que no son otras que un Estado, dos territorios y una integración política, pues la integración económica ya la tenemos.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES DEL CRD:
Seriamos ligeros si desde la óptica del CRD nos limitáramos a citar el problema y no plantear ideas que permitan al menos aligerar la problemática.
He aquí algunas al margen de los Organismos Internacionales:
1. Que en razón de que entre Haití y República Dominicana existe un comercio de tal magnitud que hoy es nuestro segundo socio comercial, se disponga la negociación formal de un tratado de libre comercio con nuestro vecino y mercado exterior más cercano. Esto beneficiará a ambas naciones, eliminará el contrabando o lo reducirá ampliamente y mejorará la seguridad en la frontera.
2. Desarrollo Fronterizo: Diseñar un plan decenal de desarrollo de nuestra frontera. El sello más efectivo en la línea fronteriza, tendente a frenar la migración masiva de haitianos hacia nuestro territorio, es crear una frontera viva de dominicanos con empresas en la región, donde los trabajadores binacionales puedan trabajar y regresar a sus ciudades.
3. Con la ayuda internacional crear ciudades satélites en Haití con buenas escuelas, hospitales e incentivos para que la frontera no deje espacios abiertos a los haitianos para ingresar libremente.
Con los miles de millones de pesos que cada año invierte el Estado Dominicano en brindar salud a los haitianos que cruzan la frontera y las miles de mujeres haitianas que vienen a parir en los hospitales dominicanos de todo el país, se construyan al menos cuatro hospitales fronterizos en territorio haitiano y que sean allí donde nazcan los hijos de los haitianos, pues de otra manera tanto las madres como los hijos se quedan por miles en el país cada año.
4. Que para las mujeres embarazadas ya en territorio Dominicano se desarrolle una política humana de salud y se brinde logística de asistencia y transporte para que las haitianas embarazadas de todo el país sean llevadas cada semana en autobuses especiales a parir en esos hospitales y que sus hijos sean empadronados como ciudadanos haitianos y obviamente que se queden en su país.
5. Que se aplique la Ley que establece que el 80% de la mano de obra utilizada en las empresas sea dominicana y que sólo el 20% sea extranjera. Esto acompañado de un cambio de actitud de los patrones y un Reforzamiento Real de la Seguridad Social que haga dichos trabajos atractivos a los trabajadores dominicanos para que se estimulen a volver a las labores agrícolas o de la construcción.
6. Que se refuerce el Plan de Regularización, que más que un plan que avanza es un proyecto fallido por lo lento y lo poco efectivo que ha resultado.
7. Convertirnos en un país que se haga escuchar en todos los foros internacionales. De ahí la importancia que nuestro servicio diplomático y consular estè integrado por personas preparadas, capaces de enfrentar en cualquier escenario internacional las continúas campañas de descrédito que se montan frecuentemente contra el país.
Hay muchas otras ideas que pueden ser puestas en marcha de manera unilateral por el Estado Dominicano, sin importar lo que hagan o digan los organismos internacionales o los grupos nacionales pro o anti haitianos.
El Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD) ha preferido dar un paso al centro, pues la realidad es que Haití siempre estará ahí y nosotros también; que el territorio será del mismo tamaño y que en 20 años en la isla seremos 30 millones de habitantes que demandaran más agua, más alimentos, más energía, más servicios de salud y educación y más y más fuentes de empleos. Y en ese mismo tiempo tendremos menos agua, menos bosques, más contaminación y más pobreza acumulada en ambas naciones.
Reflexionemos.
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