Nuestros vacíos emocionales

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LA AUTORA es sicóloga. Reside en Santo Domingo.

Por KATIUSKA SUAREZ DE VARELA

El vacío es un sentimiento difícil de explicar, que se aferra a nuestra alma con fuerza. Una persona puede tenerlo todo y, sin embargo, sentir un profundo hueco en su interior. Sentirse vacío es pensar que nuestra existencia no tiene sentido, a pesar de que nuestro alrededor demuestre todo lo contrario.

El vacío es una emoción que hiere nuestra arquitectura emocional, son heridas que si no curamos a tiempo, pueden complicarnos la existencia.

Regularmente intentamos llenar ese vacío con amor, con comida, con trabajo, con personas, con alcohol, cargando la agenda social, dedicándole más tiempo a nuestras aficiones o creando adicción al ejercicio. Nos sentimos derrotados, no queremos pensar, nuestras fuerzas flaquean y recordar ese “vacío” nos hace daño.

Pero, al hacer esto solo logramos tapar, momentáneamente, ese hueco, ese vacío. Cuando tapamos el hueco de una taza con el plato, ésta solo permanecerá tapada hasta que un movimiento provoque que éste se mueva o caiga. Y entonces quedará el hueco de la taza al descubierto. Lo mismo pasa con nuestros vacíos, cuando lo tapamos con esas actividades y adicciones, cualquier situación fuerte que vivamos, moverá esta «tapa momentánea», quedando ese hueco al descubierto.

Entonces, qué hacer frente a nuestros vacíos? LLenarlos en lugar de taparlos.

Cuando una persona se siente vacía, parece como si una serie de emociones negativas decidieran aliarse, coger fuerza y complicar nuestra vida. Aparece la desmotivación, la desilusión, la insatisfacción, la angustia, el hastío o la tristeza para adueñarse de nosotros. La lucha contra el vacío no es fácil. Caer atrapado en sus garras es tener la sensación de que estamos a la deriva, inmersos en un mar de dudas e inseguridades.

Uno puede decidir dejarse vencer por este sentimiento o tomar las riendas y luchar contra él. Para ello hay que comenzar la tarea de conocer y aceptarnos a nosotros mismos. Hay que bucear en nuestro interior, identificar los factores que provocan ese cúmulo de emociones negativas para ponerles remedio. Mirar hacia dentro.

Exteriorizar lo que sentimos y hablar de lo que nos atormenta suele ser una buena manera de comenzar a sanar nuestras heridas emocionales. Pide ayuda, no siempre tenemos todas las herramientas que necesitamos para solucionar nuestros problemas. Pedir ayuda no significa ser débil, sino tener la capacidad de darse cuenta que necesitamos a alguien para afrontar nuestro problema.

Valora lo que tienes, no se trata de ser conformista, sino de aceptar la realidad tal y como es. Céntrate en aquello que te hace sentir bien, potencia tus virtudes y trata de no dejarte dominar por tus defectos. Sé consciente de que la perfección no existe y que cada uno de nosotros somos únicos e irrepetibles. Busca de Dios y ámate.

Si tu vació viene de una relación disfuncional con tus padres, o una pareja, busca la manera de reconciliarte. De perdonar. Trabaja tus vacíos, llénalos, recuerda que taparlos no solucionará el problema.

Agradece, perdona, deja ir…Ama lo que tienes y se feliz!

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