Nos estamos quedando sin amigos

“La sociedad dominicana es el producto de una historia seriamente deformada, donde un gran número de sus integrantes ha institucionalizado el desorden, la inmoralidad, la indisciplina y la corrupción como patrones normales de comportamiento. La conducta de la baja pequeña burguesía está regida por el afán desmedido de escalar sectores o capas superiores sin miramientos, haciendo cuanto esté a su alcance para lograr, siempre en el plano personal, los lujos o formas de convivencia atípicos en una sociedad atrasada. Este afán desmedido lleva a una gran cantidad de hombres y mujeres de la pequeña burguesía a actuar en la mayoría de las ocasiones de común acuerdo con la oligarquía que sustenta el poder; «… hay un sector adscrito al frente oligárquico que le sirve de instrumento nacional de poder y al mismo tiempo aspira a integrarse en él al nivel más alto… hay un sector, probablemente el más numeroso, cuya única ambición es asegurar lo que ya tiene y mejorarlo”. Con el párrafo anterior, contenido en los libros Composición Social Dominicana y Dictadura con Respaldo Popular, Bosch explica el origen de nuestros males sociales y el bardo Pedro Mir, lo hace a su manera poética, cit “Supe entonces que el asesinato ocupaba el lugar del pensamiento. Que en la luz de la casa comenzaba a aclimatarse, el puerco cimarrón y la araña peluda. Que la lechuza se instalaba en la escuela. Que en los parques infantiles se aposentaba el hurón y el tiburón en las fuentes. Que engranaje y puñal y muñón y muleta, en los copos de la cuna o que empezaba entonces la época rotunda del bien y del mal”. En torno a estos textos, Nemen Hazim reflexiona: ¿Hemos sido dirigidos los dominicanos, por líderes con formación y vocación para estructurar una sociedad que sus cabezas ejerzan las actividades propias del desarrollo y la civilización? ¿Ha habido en la vida republicana e incluso antes de que ejerciéramos la soberanía, algún proceso histórico que no esté marcado por la fuerza, la indolencia, el entreguismo y el enriquecimiento ilícito? ¿Ha existido continuidad en el crecimiento orgánico como nación, del desarrollo natural social que debe experimentar todo pueblo para alcanzar el nivel necesario de pensamiento crítico y un estado de bienestar mínimo que sean comunes a todos los integrantes de la sociedad? (terminan las citas). Pues bien…en la sociedad descrita por Bosch y Mir, y cuestionada por Hazim en los párrafo anteriores, se desarrollan en abundancia las peores lacras sociales, entre las cuales tenemos en nuestra Republica Dominicana desde su fundación y actualmente potenciadas, el manejo del Estado en base al amiguismo y compadrazgo, el encubrimiento vía la impunidad, la práctica del hamponismo y lambonismo por el envilecimiento de una parte importante de la población que subsiste en una pobreza aplastante y denigrante de la condición humana, y por demás, la rampante corrupción a todos los niveles que está amenazando con destruir todos los cimientos de la sociedad. Los sucesivos gobiernos que hemos tenido en ciento setenta (170) años, se han empleado a fondo en crear y mantener las condiciones propicias al desarrollo de las lacras citadas, porque de su existencia se benefician los que gobiernan y las clases que ellos han representado a lo largo de los diferentes periodos históricos que se han dado en ese tiempo. En estos gobiernos, surgidos de la confabulación descrita por Bosch, lógicamente, las malsanas actuaciones de unos y otros, quedan impunes. El pacto entre ellos es sellado para una lealtad de complicidad recíproca, lo que da lugar a la existencia de islas de poder, que han ejercido potestades para hacer y deshacer sin mayores consecuencias, porque en esta estructura, “la justicia”, obrando como algo manipulable, siempre estará a favor de la impunidad de ellos. Con esta forma de gobierno, como ya se ha enunciado, se ha creado una sociedad de compadres y amigos, en la que la constitución, las leyes y las instituciones son letras muertas, viniendo a ser por ello, que los exgobernantes no se llevan al banquillo de los acusados porque “son sagrados”, por igual, fulano, porque es mi canchanchán; y los potentados en general, tampoco son objeto de la justicia, y si por casos extremos, tienen que ser juzgados y condenados, entonces, se hacen los arreglos de lugar, para que permanezcan el menor tiempo posible encarcelados. Los ejemplos de ambos casos en sus diferentes versiones, los tenemos por cientos, sino por miles. La otra gran tara social que tenemos, lo compendia el asunto de la cultura del lambonismo y del encubrimiento, también llamado, “del tape”. Somos una sociedad subdesarrollada, en la que el miedo a perder el empleo, el bono gas o la botella y hasta el espacio vital, obliga a millones a rendir culto al líder de turno y a militar en el partido que lo ha llevado al poder, porque es el único modo de asegurar la subsistencia y muchas veces hasta la vida. Con el tiempo, esta práctica política, unida a una pésima educación, en un pueblo “mal comio” ha forjado una sociedad egoísta, algo canalla y envilecida. Es lo natural, en un medio donde impera el sálvese quien pueda y en el que no se cultiva la espiritualidad del ser, sino la materialidad, para sobrevivir aplastando a los demás. Es ese ambiente, el que ha creado un ejército de ciudadanos con pobrísima formación cívica, que acorralado por la pobreza y destruido su ser por la enajenación que ella produce, ya animalizado o idiotizado en esa indigna existencia, donde ya no eres dueño de ti, sino una presa de los barbaros que más tienen, entonces, obligadamente te enredas en eso de confabularte con el enemigo, adoptando al efecto, el modo de vida que ellos han trazado para que puedas sobrevivir. De tal forma, en este medio, se da la “cultura del tape”, dando lugar a huestes de encubridores, que envilecidos, sin amor propio y hasta sin concepto, se dan por loar, defender y votar por hombres, que entregan los recursos naturales del país a intereses foráneos a quienes benefician hasta con el 97% del total de las ganancias obtenidas, pero que también, endeudan la nación más allá de las posibilidades, que destruyen las instituciones, que se asocian con el narcotráfico, que soslayan la inversión en la educación, la agropecuaria y la salud, que han permitido una inmigración dañina al país, y que han querido convertir en parias a cientos de miles de dominicanos de decencia haitiana, bajo el maligno pretexto de que sus ascendientes son migrantes irregulares, porque están en tránsito y que los efectos de esa irregularidad se transmiten de padre a hijo, obviando que la dominicanidad de esa gente, tiene sus raíces en más de cien años de historia y sustento en el precepto constitucional del jus soli. También, la facción de fanáticos producidos por esta sociedad, apoyan con pasión a esos “lideres” que con sus malsano accionar político han propiciado que millones de dominicanos hayan tenido que emigrar de su país y que han robado y siguen robando descaradamente, no solamente sobrevaluando hasta en cien por ciento las obras y compras de Estado, sino, que además, roban en toda negociación de bienes y servicios que implican de manera mafiosa obtener jugosas comisiones con la aprobación de transacciones millonarias, que en todo caso, van en perjuicio de nuestro pueblo. En estos consentimientos, hasta se pasa por alto la conducta de los violadores y golpeadores de mujeres, para tenerlos como figuras presidenciables o idóneos candidatos para senadores y diputados. Las votaciones por estos individuos, ya se estableció, se hacen para asegurar el medio de subsistencia que puede ser un empleo, una botella, un bono gas o cualquier otra prebenda, pero también hemos visto, que se hace a cambio de romo, drogas, picapollos, por quinientos pesos, por electrodomésticos, por un colchón, una cama, por hojas de zinc, por asfaltados de las calles, es decir, a cambio de cualquier cosa, y otros lo hacen alegremente, para seguir comiendo con grasa, mas no así, por conciencia y sentido patriótico. En este patas arriba, la deformación es tan profunda, que todos tenemos un motivo para encubrir los desmanes en que incurren “los nuestros”. Por ejemplo, la iglesia católica argumenta para tapar a los miles de violadores que alberga en su seno, que lo hace para salvar el prestigio de la iglesia. Pero lo peor de esa aberración es, que los feligreses siguen considerando a los jerarcas de esa institución milenaria como sus guías espirituales y hasta representantes de Dios sobre la tierra. Esta aberracion también se manifiesta, cuando se encubre un incesto cometido en el seno familiar, al ciertas madres defender al padre u otro familiar cercano, protagonista del hecho, incluso, llegando al colmo de reprender y castigar a la hija o hijo, que devela la violación de la que ha sido objeto, justificando el encubrimiento, con el pretexto de mantener el supuesto buen nombre de la familia. Para los políticos este argumento se emparenta con los alegatos de gente sinvergüenza: “dejemos eso así, él es nuestro líder, él es de los nuestros, no importa, todos roban. Siguiendo esa tesitura, el presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt protegió al degenerado ladrón y asesino Anastasio Somoza, al decir: «Puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta. Todos estos argumentos para encubrimiento, “tape” y dejar pasar, tienen de común, el criterio, de que “la ropa sucia se lava en casa”, soslayando las recomendaciones de la moderna microbiología, de que todo lo microbiológicamente peligroso, debe quemarse o enterrarse bien lejos del hogar. En una sociedad como la dominicana, donde todas las lacras expuestas están presentes, es algo bien complicado escribir y hacer política de vanguardia sin que tengas opositores recalcitrantes, que incluso quieran atentar contra tu vida, porque te consideran un traidor o simplemente un estorbo a sus intereses. En esta nación, dado la vitalidad del neotrujillismo, donde no existe la lucha ideológica sino por lo material, es difícil tener de amigos a quienes profesan ideas contrarias a esos modelos de vida, donde también el nacionalismo, el patriotismo y concepción filosófica de la vida en su aspecto metafísico son diferentes a los nuestros. En un artículo reciente, titulado “Participación política y democracia” Eddy Olivares Ortega, juez titular de la Junta Central Electoral, expone lo siguiente: “Los nobles ideales se han ido y, con ellos, los partidos que los encarnaron. Ahora, al militante de la convicción ideológica y los principios solo le queda el recuerdo de aquellas jornadas memorables en las que con valor espartano arriesgó la vida por su pueblo. Su participación fue motivada por uno de esos líderes que se fueron a vivir a las páginas de la historia. Para él, desencantado, la actividad política ha terminado. Los corporativos partidos de hoy, ni sus líderes, son dignos de un militante de su estirpe” (termina la cita). Tal como establece Olivares en el párrafo anterior, son muchos los que decepcionados han dado por terminada la actividad política. Ahora bien… ¿es justo y decoroso, que nos demos por vencidos ante los estropicios de Leonel Fernández, Margarita Cedeño, Danilo Medina, Félix Bautista, Víctor Díaz Rúa, Euclides Gutiérrez Félix, Alejandrina German, los Pared Pérez, los Castillo, Héctor Valdez Albizu, y ante desmanes de la camarilla de diputados y senadores que hacen y deshacen irrespetando nuestra Constitución y nuestras leyes y burlándose del pueblo? ¿Es valiente y patriótico dejarnos acorralar y aplastar por Miguel Vargas y su estado mayor, compuesto por Fiquito Vásquez, Peggy Cabral, Eduardo Jorge Prats, Julio Maríñez y otros tantos de esa especie? ¿Es correcto tirar la toalla, al darnos por derrotados por los reformistas como Morales Troncoso, Quique Antún, Amable Aristy Castro, Víctor Gómez Vergés, Víctor Gómez Casanovas, Leonardo Matos Berrido y por otros de esos predios, como Miguel Soto Jiménez y Jorge Radhamés Zorrilla Ozuna, Milton Ray Guevara y por las centenas de periodistas que por paga defienden a esos camaleones y galipotes de la política vernácula, que confabulados se han burlado del país, y que sin desmayo siguen en lo mismo? Cierto… para combatir a esa gente hay que echarse a medio país en contra. Sus seguidores, como hemos establecido son legiones. No olvidemos, que la nación en gran parte se ha envilecido, por lo que, enfrentar a tantos adversarios, es como para quedarnos sin amigos. Yo lo prefiero así…para mí no tiene lógica, ni es decente, ni coherente, ser amigo de los enemigos de la patria. ¿Y usted amigo lector, que piensa al respecto?

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