No más Cuba, ¿pero sí otro Haití?

 

 

Los Estados Unidos, han saludado la apertura y el deseo del gobierno cubano de regularizar las relaciones diplomáticas y comerciales entre los dos países, truncadas desde el 3 de diciembre del 1961. El principal pedido del coloso del norte es, que el régimen cubano se aboque a celebrar elecciones libres y democráticas lo antes posible.

El próximo 1ro. de junio la República Dominicana cumplirá 50 años celebrando elecciones  libres y democráticas cada cuatro años.  Han sido casi trece cuatrienios consecutivos celebrando certámenes presidenciales. Además de veintiún eventos electorales eligiendo autoridades congresuales y municipales.  Treinta y cuatro libérrimas elecciones montadas de manera ininterrumpida a través de cinco décadas.

Pocos países del área, pueden exhibir una democracia como la nuestra. Democracia que se ha ido arraigando en la conciencia del pueblo dominicano, a tal punto, que bien atrás quedaron aquellos tiempos en que el periodo electoral era presagio del fin del mundo.

El antípoda de esta situación es Haití, desde su independencia de Francia  el 1ro de enero del 1804, este pueblo ha venido de sobresalto en sobresalto.  Muy pocas elecciones libres se han llevado a cabo en ese territorio y cuando las han efectuado, no han estado exentas de traumas.  Como es el caso en la actualidad.

Este largo introito nos sirve de base para hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que se persigue con el cuestionamiento hasta la necedad del montaje de las elecciones generales del próximo 15 de mayo?

La Junta Central Electoral ha dado todas las explicaciones que le han sido solicitadas por diferentes entidades, tanto  nacionales  como extranjeras, con los Estados Unidos de América  a la cabeza.   Ha cedido a más de una presión, aunque también ha tenido la gallardía  de plantarse con dignidad a defender nuestra soberanía y nuestro derecho a la libre determinación como Estado independiente.

Al mismo tiempo que se hacen insólitas exigencias a una entidad como la JCE, que ha sido ponderada internacionalmente por su trabajo.  Al punto, que el presidente de la misma fue elegido recientemente como vice presiente de la  Asociación Mundial de Órganos Electorales, se hacen de la vista gorda con los haitianos y llegan al colmo, como lo hizo la OEA recientemente,  de felicitar unas elecciones efectuadas en ese país el pasado año, donde hubo una pírrica participación de la ciudadanía y de las cuales, hasta el día de hoy,   no se tienen los resultados de la primera vuelta y la segunda se ha pospuesto tres veces.

Por todo esto es que nos preguntamos:  ¿A qué se apuesta? ¿Al caos en La Española? ¿Cuál es la idea? Sabemos que potencias internacionales con Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y Canadá principalmente, tienen como agenda prioritaria, resolver el gran dilema que les representa, en todos los sentidos,  la población haitiana con su secuela de problemas.

Viendo todos estos acontecimientos y a riesgo de que se nos tilde de haber sido infectados por el virus Vinchista, creemos y lo hacemos llenos de pavor por lo que pueda suceder, que se está jugando a generalizar el desorden en toda la isla. Igualarnos con Haití y darnos el mismo trato.

Hay experimentos que terminan en desastres.  La primavera árabe es un excelente ejemplo.

carlosmccoyguzman@gmail.com

 

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