No es modificar la Constitución…es corregirle un error

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EL AUTOR es Ingeniero-arquitecto. Reside en Santo Domingo.

La mayoría de las constituciones del mundo son frecuentemente reemplazadas o enmendadas de manera drástica. Más aún, el cambio constitucional ocupa buena parte de la actividad política en muchas naciones.

En los 18 países de América Latina han habido 392 modificaciones  constitucionales en los últimos 25 años, equivalentes en promedio a casi una Reforma o modificación cada año por país. Incluso, en Brasil han llegado a modificar su Constitución hasta tres veces en un año.

Si tomamos en cuenta estos parámetros, vemos que nuestra Constitución (conocida también como La Carta Magna, Ley Sustantiva o Ley de Leyes) prácticamente no ha sido tan afectada por este fenómeno de cambios, pues desde que fue proclamada en San Cristóbal, el 6 de noviembre de 1844, ha sido objeto de sólo 38 modificaciones, equivalentes a una reforma en promedio cada cuatro años.

En los últimos meses ha estado tomando cuerpo la posibilidad de una nueva modificación constitucional que pueda dar paso a una eventual reelección del presidente Danilo Medina, debido a una sorprendente alta tasa de simpatía que han estado arrojando todas las encuestas, a su gestión de gobierno. A ello también ha contribuido la forma sencilla, sin vanidad ni cinismo, que han presentado tanto Danilo Medina como su esposa, Doña Cándida Montilla de Medina.

No soy político ni nunca he tenido afiliación partidaria. Ahora bien, AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR… Al presidente Danilo Medina hay que reconocerle que no descansa, ya que a diario se la pasa inaugurando por todo el territorio nacional numerosa cantidad de obras, entre ellas miles de aulas escolares, estancias infantiles, centros de atención primaria, etc., obras éstas que han beneficiado a miles de ingenieros y arquitectos de todo el país, sin importar su afiliación ni bandería política, ya que han sido y siguen siendo asignadas mediantes sorteos. Muy distinto a como ocurría en los gobierno de Hipólito Mejía y de Leonel Fernández, que todas esas obras se las repartían entre  cinco o seis compañías.

Sencillamente, Danilo ha estado demostrando que sus declaraciones de “hacer lo que nunca se ha hecho” no eran puras palabras.

Tanto aquí como en otras naciones hay políticos cuyo propósito ha sido el de mantener en la ignorancia al pueblo para comprar conciencia y perpetuarse. Se necesitan cambios estructurales profundos, educar, concientizar y organizar al pueblo, para que reclame su derecho. Aunque con timidez, Danilo ha dado pasos  por ese camino.

Un periodo de cuatro años es corto, pasa rápido. No es posible desarrollar todos los proyectos en carpeta. En  el caso del Presidente Danilo Medina, no obstante su predecesor y compañero de partido, Leonel Fernández, haber gobernado doce años, ha tenido que dedicar alrededor de tres años en ayudas para que sobrevivan las pequeñas empresas, erradicando el analfabetismo, invirtiendo en la agricultura, en educación, tomando con seriedad el rescate y modernización de los hospitales, saldando el maletín de facturas que encontró, etc.

Algunos sectores se oponen a que se convoque a una Asamblea Revisora para una nueva modificación constitucional que pueda  dar paso a la reelección de Danilo Medina, alegando que se requiere de un supuesto referendo, que se necesitan varias leyes, que ya no hay tiempo, etc., etc. Sin embargo, esos mismos sectores no levantaron su voz para oponerse a que se eliminara el “nunca más” en la Reforma constitucional del 2010.

En medio de estos debates aparecen los más reputados expertos en Derecho Constitucional, entre ellos Nassef Perdomo y Cristóbal Rodríguez, quienes han expresado que la no reelección consecutiva no es un derecho fundamental, por lo que su modificación no requiere de referendo aprobatorio. Y además, el veterano político y eterno senador Amable Aristy Castro, afirmó recientemente que la constitución se reforma en menos de un mes.

Me parece que en lugar de llamarla “una nueva Reforma a la Constitución”, más bien correspondería decir: “para enmendar el error” en el que la Asamblea Revisora del año 2010 incurrió.

Creo que las dos últimas dos reformas constitucionales fueron improcedentes ya que ninguna fue fruto de un clamor popular, como el que se vislumbra ahora (según las encuestas), sino que fueron impulsadas para satisfacer un caprichos de sus propiciadores: la del 2002 promovida por Hipólito porque le gustó “el carguito” (aunque tuvo su parte positiva, al incluir el “nunca más”) y la del 2010, propiciada por Leonel Fernández para eliminar la reelección, pero cuyo  objetivo básico era excluir el “nunca más”. Esto último, dicho sea de paso, contrasta con esa emulación del “Nueva York chiquito” que tanto se ha pregonado.

Hipólito Mejía y Leonel Fernández tuvieron la oportunidad de optar por una reelección. Pero sin embargo Danilo Medina, que ha estado haciendo el mejor gobierno de los últimos 25 años, según las últimas encuestas, no puede tener el mismo privilegio. ¡QUE BIEN!

Los partidos políticos, que son los que nos ofrecen en sus listas a las personas en las que delegamos el poder de administrar el erario público y organizar la vida en común, son los que deben propiciar que se institucionalice “la reelección por un solo período y nunca más”, y que los ex presidentes, dada esa experiencia de Estado, queden designados Senadores Vitalicios, tal como ha sido instituido en muchos otros países.

 Es saludable dejar abierta la posibilidad de que el Presidente se pueda reelegir una sola vez. Sería su decisión, usar o rechazar ese derecho. De aceptarlo, la  población  con su voto diría si sigue o no al frente de la nación. En cualquiera de las dos vertientes, se debe dejar la vía libre al surgimiento de los nuevos liderazgos.

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