Niños en las calles: indiferencia gubernamental

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LA AUTORA es profesora. Reside en Santo Domingo.

POR MINERVA GONZALEZ GERMOSEN

        Traer un hijo al mundo exige mucha responsabilidad, este dependerá emocional y económicamente de sus progenitores durante un largo tiempo. Ante esto, planear su llegada es lo idóneo, no obstante, en países como el nuestro, familias de clase muy pobre no prevén la llegada de estos, y casi siempre tienden procrear más hijos de los que pueden mantener, lo que obliga al padre, que por lo general no cuenta con preparación para desempeñar un empleo digno, dedicarse al chiripeo para llevar alimentos a su hogar.

     Conseguir alimento para toda familia se convierte casi siempre en dificultad por lo que, todos deben salir en su búsqueda, incluyendo a los niños. Estos, terminan abandonándola e incorporándose a actividades que no requieran mucho esfuerzo. Lo recaudado en principio es entregado a los tutores, pero con el tiempo, los chicos terminan quedándoselo al comprobar que a veces es empleado en la compra bebidas alcohólicas o juegos de azar por parte de los padres.

      Ante esta realidad, los niños terminan dejando el hogar y uniéndose a otros infantes con situaciones similares. Las vidas de estos seres se convierten en una odisea en las calles, realizando cualquier actividad que le permita comer, refugiándose en cualquier cueva o casa abandonada. Lo cierto es que, en las intersecciones de las avenidas principales, niños de diferentes edades deambulan en busca de dinero para su alimentación o el consumo de sustancias que deterioran su salud, todos tienen en común la desprotección, inseguridad e indiferencia de las autoridades gubernamentales.

      Su existir es una monotonía entre el peligro incierto y el despojo de lo poco conseguido, por parte de algún compañero más astuto. Las calles se convierten en ocasiones, en antros de promiscuidad, donde pueden ser seducidos por migajas de pan por degenerados que se aprovechan del hambre y carencias que sufren los infantes. Las grandes avenidas de nuestra ciudad se convierten en selvas de cemento donde estos niños conviven ignorados por el gobierno.

       Vivir sin pautas de tutores, los convierte en seres despiadados que únicamente piensan en conseguir el dinerito que cubra sus necesidades básicas, esto podría ser comida o sustancias prohibidas. Estas últimas los ayudan evadir su triste realidad, por lo que casi siempre en intersecciones se reúnen para improvisar juegos de cartas, bolas, parches y dominó, con la intención de arrebatarle lo que ha conseguido el compañero. Por lo general, estos juegos terminan en enfrentamiento entre los participantes, por no dejarse despojar de obtenido de jornada del día.

     Estos infantes son formados en la inclemencia de las calles, convirtiéndolos en seres crueles, inhumanos y pocos solidarios en muchos de los casos, para sobrevivir en medio de compañeros con situaciones similares necesariamente muestran un comportamiento agresivo, esa es cara que conocen de la vida. Sin embargo, no todo el que deambula en las avenidas es huérfano, algunos tienen padres, pero huyen del maltrato a que son sometidos, prefiriendo dormir en contenes, cuevas alrededor de Güibia o cualquier casa abandonada y la incertidumbre de cada amanecer si no han muerto en el intento.

     En vista de que violan sus derechos al recibir malos tratos, huyen a callejear, aunque estas sean la peor escuela para el fomento de antivalores; transformándolos en los peores delincuentes. En la calle aprenden a delinquir para subsistir, el medio, la marginación social, familiar y gubernamental los convierte en infantes delincuentes.

     Los chicos que tienen por hogar cualquier avenida con un gran flujo de vehículos son desertores del sistema educativo o analfabetos, que no han tenido otra opción que callejear para sobrevivir, ante la indiferencia de autoridades gubernamentales. Estos, son una franja de la clase muy pobre, y que la ignorancia de sus progenitores los condena a abandonar el lugar donde deberían velar por sus derechos como seres humanos, amor, techo, alimento y educación.

     Este es un problema sociopolítico sobre el que han hecho muchas investigaciones y los causantes se tienen identificados, ¿entonces siendo así? Por qué el gobierno no comienza con lo que nunca se ha hecho, por la niñez marginada en las calles, y ni si quiera tiene que crear grandes proyectos. Ese es un gasto que puede omitirse, puede imitar lo hacen países con realidades similares a la nuestra, niños en las calles por diversas razones. Expertos han asegurado que bajarían los índices de delincuencia.  Si en verdad se tiene la voluntad de detener la ola de delincuencia, es un foco en se debe centrar la atención.

     En fin, la proliferación de infantes deambulando por las calles evidencia el nivel de pobreza en que andamos, aunque los análisis económicos afirmen lo contrario. Una salida inmediata podría ser indagar las medidas tomadas por los países con realidades similares a la nuestra, luego adecuar un espacio donde puedan acudir estos infantes y ofrecerle alimentos, techo y asistencia profesional.

     De esta manera, al ser asistidos podrán con el tiempo sanar e incorporarse a la sociedad que han sido excluidos, darle continuidad al proyecto evitando que se corrompa, responsabilizar a personas honestas, sensibles y, por último, verdadera intención por parte del gobierno para que dentro de unos años no existan en Santo Domingo niños sobreviviendo en medio del peligro de las calles.

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aalinareyes
aalinareyes
6 Años hace

A todo esto hay que agregar la cantidad de ninas entre los 10 y 15 anos que en la zona costera son enviadas por los padres a prostituirse.