Niñas viejas: a los 15 son madres y a los 30 abuelas

Los embarazos en la población adolescente crecen de manera alarmante, ocasionando serias consecuencias para millares de familias. Esa embarazosa situación deja sueños marchitados, vidas truncadas cual fruto cosechado a destiempo. Indubitablemente, muchas jovencitas tienen que sacar de la mochila escolar cuadernos y libros para luego colocar pañales y biberones.

 

Algunos se cuestionan, ¿pero si todo tiene su tiempo para qué precipitar la siembra?  Sin embargo, las autoridades de Salud Pública deben intervenir con urgencia para disminuir los números que proyectan esta delicada realidad de niñas que encanecen su espíritu juvenil convirtiéndose en madres a los 15 años de edad. Así el porvenir se pierde y se deja atrás. Como dije una vez en un poema: “cuando el futuro queda, en un tímido condón guardado en la cartera”.

Los embarazos en las adolescentes son una tendencia que parece no dejar ninguna enseñanza, pues en muchos casos la sorpresa continúa, sobre todo,  cuando otro bebé se suma a la cadena, ahora en calidad de nieto. ¿Cómo? Así mismo, entonces la señora con apenas 30 cumplidos ya es abuela. Esto es el laberinto degradante del círculo de la pobreza y la hinchazón visible de una sociedad que promueve más el sexo que la educación. Solo hay que encender un televisor al medio día, y… “mueve que mueve la cintura”.

“En los sectores populares y marginales, ocho de cada diez jovencitas  embarazadas deciden parir. Las dos restantes acuden al aborto. En cambio, en los estratos sociales medios y altos, la cifra de las que recurren al aborto es mayor porque en estos grupos la maternidad adolescente es mal vista”. Es preocupante que los números de embarazos en adolescentes en República Dominicana continúen creciendo como la criatura que llevan dentro. Si no se ponen las medidas preventivas para frenar este desastre social nacerán millares de problemas como consecuencia de este alarmante fenómeno.

La sexualidad en los jóvenes es un juego placentero, pero la maternidad y la paternidad implican una preparación  corporal, psicológica, académica, económica y social. Ya no es posible improvisar la venida de un niño, no se quieren justificaciones para el nacimiento de seres no esperados. La mocedad no es tiempo para procrear sino para formación personal y de  prepararnos hacia un porvenir luminoso. Las hormonas hacen crecer los pollos con rapidez, pero una vida humana desarrollada en un hogar estable jamás podría ser como una granja.

Son múltiples los factores que inciden en el fenómeno analizado, no obstante, padres, educadores y funcionarios orientadores del sector de la niñez y la adolescencia, deben desarrollar programas que funcionen como candados colocados antes del robo. También proponer leyes que impidan ciertas situaciones permisibles. Por ejemplo, la venta de bebidas alcohólicas está prohibida a los niños, niñas y adolescentes, pero los menores acuden a los moteles donde se las venden y los dejan entrar sin presentar ninguna identificación.

La labor para frenar el exceso de adolescentes en estado de gravidez  es más preventiva que de medidas extremas. Una campaña bien dirigida podría aportar mucho, porque si la juventud es  el ahora y el hoy, la niñez es el mañana. El futuro  debe llegar con la satisfacción de que la brisa natural ha empujado el barco de la vida a un puerto seguro, no a un inhóspito  arrecife de incertidumbre.

jpm

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