NEXUS 1492 y la comunidad rural dominicana

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EL AUTOR es comunicador. Reside en Praga, República Checa.

 

Al parecer nuestra isla es un museo subterraneo. Más de dos centenares de asentamientos indigenas han sido descubiertos y su incuantificable valor arquelógico sólo nos depara la esperanza de un prestigio ajeno, pero no el mérito.

La profesora Corinne Hofman del departamento de arqueología caribeňa de la universidad holandesa de Leiden en colaboración con la universidad alemana de Konstanz,   ha recibido por parte de la Unión Europea 15 millones de euros para su investigación arqueológica en su proyecto NEXUS 1492 “La colonización de las Américas“. La profesora Hofman ha integrado a los estudiantes doctorales en dicha investigación realizando así una minuciosa y profesional labor en el area de la investigación arquelógica.

Los imnumerables hallazgos arquelógicos en los diferentes asentamientos indigenas son el testimonio y que podriamos cuantificarlos para el estado dominicano como un “buen activo“ para las relaciones dominico-holandesa ó europeas. Sin embargo, para las universidades europeas involucradas en este proyecto, sería entonces de un gran valor agregado dentro su portafolio académico y publicaciones científicas que se ofrecen como informaciones patentizadas al derecho de autor.

Mientras que los moradores de las comunidades rurales que habitan en el entorno de los asentamientos quedan perplejos ante la presencia caucásicas que por antonomasia popular les denominan “Los gringos“.

Casi siempre, el más astuto suele ser el elegido alcade de los pueblos y el de este perdido villorio de Valverde se llama Filiberto. – ¡“Los gringos“ han encontrado oro! – Anuncia el alcade a sus indigentes compueblanos.

Al caer la noche, cuando los llamados  “gringos“ se marchan a la guarida, los pobladores llegan sigilosos   a escarbar la tierra hasta con los dientes, apartando  la tierra parte a parte en busqueda de un tesoro perdido.  El desengaňo es abrumador. Quizás al encontrar, lo que estas tierras nunca  les dio, alguna ceramica rota y una mirada estridente de la cuenca de una noble, polvorienta calavera  tristemente les recordó que sus miserias no se iran esta noche a dormir.

Muy temprano,  al almanecer los laboriosos “gringos“ contemplan con desprecio disimulado y discreto el estropicio.

A la profesora Corinne Hofman se le ocurre que la mejor forma de evitar en un futuro estas mismas  peripecias es integrar a la comunidad en su proyecto arqueológico. Ella con su equipo de cientificos se reunen con los habitante de la comunidad y les explican la importancia de su misión, a la vez les solicitan su apoyo y cooperación.

Al caer la tarde, los lugareňos marchan hacia las verjas de andamios de palos con alambres, donde están sus casas de barro y palma seca. Sin agua potable, sin energia eléctrica, sin escuelas, sin servicios médicos y desnutridos. El infortunio se acuesta junto al ocaso con la certidumbre desvanecida de no encontrar por o menos una alhaja en el tesero perdido. Mas la duda queda.

Con todo y con eso, la ambición intelectual, la arrogancia, la insensatez, el complejo de superioridad  de los llamados “gringos“, no les permiten comprender lo que está fuera de su bienestar.

¿Que sentido tiene para la comunidades rurales dominicanas aledaňas a los asentamientos indigenas del  proyecto NEXUS 1492?

Involucrar a estas comunidades como observadores o vigias de las investigaciones arqueológicas de universidades europeas, es un absurdo más en nuestra desgraciada realidad.

Sí, podriamos cuantificar esos museos subterraneos como riquezas de  estas comunidades rurales que pueden generarles recursos para solucionar sus necesidades básicas.

¿Por que este proyecto NEXUS 1492 no involucra a estas comunidades con proyectos anexos como son: tratamiento de agua potable, tratamiento de agua residuales y sus usos, implementacion de energia solar, talleres de técnica agricola, talleres de carpinteria y albaňileria para los moradores de esas comunidades?

La Unión Europea dispone de suficientes recursos y tecnología para eso. Empero, la ambición del colonizador no cambia. Hace más de 500 aňos vinieron a estas tierras por el oro y les pusieron al aborigen, a quien llamaron hombre salvaje, las cadenas. Ahora, vienen por otro tipo de riquezas. La información y el conocimiento.

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