Necesitamos la cuaresma despejada, lejos del carnaval (OPINION)
He estado reflexionando sobre el carnaval; todo es máscaras, un ocultar el rostro para desinhibirse, para soltar la verdadera personalidad o esencia de la gente, y eso, no es agradable en ningún escenario. No logro captar el encanto, lo positivo, que se desprende de disfrazarse, imitando diablos, de golpear, chiflar, de bullas enloquecedoras, etc. ¿Fomentan negocios, con antivalores? Me confunde ver organismos del Estado promoviéndolo y muchas personalidades orgullosas de ser elegidas rey o reina de este. Ninguna cosa o procedimiento, mediante el cual se desfigura algo, me atrae; es simulación para ocultar lo que realmente eres y siente.
Pienso, que más que fiestas de carnaval, de disfraces, deberían promover la fiesta de la autenticidad. Por ejemplo, en fechas fijas, como lo hacen con el carnaval, se pueden organizar, planear excursiones al campo; para que las familias, sin mascara, vayan con los hijos a observar cómo viven los campesinos, a aprender el proceso de cultivar la tierra, de criar animales y valoren más los productores.
Quizás el haber nacido en el campo, rodeada de árboles, animales, ríos, cantar de las aves, saltando por doquier sin postura; tal vez, por haber sido formada en un hogar donde mis padres enfatizaban valores morales y cristianos, por encima de lo material, esto es, honestidad, sinceridad, respeto, laboriosidad, etc.., quizás por eso siempre he vivido sin mascara; concentrada en conocer el alma del individuo, sin detenerme en su envoltura, en lo material.
El carnaval, asociado a disfraces, bulla, colorido, desinhibición, es una catarsis multitudinaria, es un igualitarismo nacional, donde las máscaras borran las diferencias sociales, de jerarquía, etc.., donde casi todo está permitido y para que los participantes resguarden su identidad y reputación, cubren el rostro con antifaces. Siento una profunda pena por quienes tienen que disfrazarse para gozar de la vida.
Conocedora como soy de otras culturas, reconozco que, en todas ellas, el carnaval tiene la misma misión: con habilidades y pinceladas enloquecedoras, abren negocios por doquier. La clave es hacer una fiesta de enmascarados, con música, bulla, bebidas, gritos, para ayudar a desinhibirse y poder obtener jugosas ganancias. Ojalá lo planifiquen, respetando la
privacidad y tranquilidad de las familias del entorno, que no comparten ese bullicio.
Pido a Dios, que algún día el Estado dominicano aleje el carnaval y sus diablos cojuelos, de la cuaresma, de las actividades cristianas. Tienen misiones diferentes: el carnaval busca el cuerpo y la cuaresma busca el alma. Despierta sospecha que las fiestas con máscaras, de la carne, la pongan a coincidir con lo espiritual; parecería que la meta fuera, competir u obstaculizar el acercamiento a Dios, al Todopoderoso. Necesitamos la cuaresma despejada, lejos del carnaval, para que la población, serenamente, se dé un baño espiritual y los padres de familias, lleven sus hijos a orar.
jpm-am