Monumental biografía de Trujillo
El tiempo, que como el agua que discurre todo lo aclara, diafaniza y precisa, ha demostrado que la más nítida radiografía del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo la escribió con densa documentación el historiador Euclides Gutiérrez Félix, “Trujillo, monarca sin corona”, Editora Corripio, 2008. Hasta esa fecha, varios escritores publicaron sus versiones del luengo protagonismo de Trujillo en la vida nacional que se extendió por 31 años y siete meses detentando el monopolio de los relámpagos del poder supremo, que cono todo, por prolongado que sea, perime, desciende del apogeo al perigeo, y desaparece, conforme a la sentencia; Gloria, transit est, inscrita en el frontispicio del Baluarte del Conde. Robert D, Crassweller escribió antes de Euclides Gutiérrez Félix una excelente interpretación biográfica de Trujillo en su obra Trujillo, la trágica aventura del poder personal, disponiendo de toda la documentación que fundamentó su obra en versiones suministradas por el doctor Joaquín Balaguer y el licenciado Luis Mercado Checo cuando apuraban la cicuta del exilio en Nueva York (1962-1965). La diferencia entre la obra de Crassweller y la de Gutiérrez Félix consiste en que el primero no conoció ni a Trujillo ni al país, mientras el segundo todo lo contrario, inclusive trató de cerca al tirano cuando éste lo escogió en 1960 como senador de la República para promocionar a jóvenes talentosos como fueron Gregorio García Castro, Manuel Antonio Jiménez Rodríguez (Manolín) y Luis Dhimes Pablo. Desde su adolescencia en Montecristi, donde su padre el capitán pensionado del Ejército Euclides Gutiérrez Abreu se desempeñaba como jefe de guardacampestre de la Grenada Company, su hijo demostró una inteligencia superior al promedio, vestía impoluto y paseaba los domingos por las calles de la Ciudad del Dromedario Dormido a lomo de caballos pura sangre. Historiador de detalles de primicias, Gutiérrez Félix ilustra que contrario a los que no pocos han propalado en relación al mote de “Chapita” que algunos íntimos llamaban a Trujillo, se debió a su color rojizo, no al mito con el prurito de denigrar, de hurtar efigies de santos en la iglesia de San Cristóbal y que José Trujillo Valdez, progenitor del dictador, nació en Las Matas de Farfán, hijo del coronel español José Trujillo Monagas y su concubina mulata Silveria Valdez. EL MERITO MAYOR Los pormenores del protagonismo de Trujillo con nimios detalles resultan asaz valiosos en la obra de Gutiérrez Félix, empero, considero que el mérito mayor lo demuestra en el estilo de narrar, con la precisión y el esmero de un joyero helvético, libre de prejuicios, juzgando, analizando é intepretando al personaje desde su nacimiento, niñez, primeros desempeños públicos, telegrafista, guarda campestre de la South Porto Rico Sugar Company en La Romana., inicios en la carrera de las armas con la Constabulary del afrentoso interventor yanqui (1916-1924), las trapisondas para escalar la jefatura de la Policía Nacional y del Ejército, que le sirvió de garrocha para asaltar el poder y propinar el zarpazo de la traición a su comandante en jefe y protector, el presidente Horacio Vásquez, haciendo caso omiso éste de las denuncias que le confiaban sus más allegados, de los propósitos no tan ocultos del brigadier de 39 años que terminó derrocándole. DESPREJUICIADO Gutiérrez Félix, distinto a otros biógrafos de Trujillo, consigue refractarse tanto a la diatriba como al elogio, y se circunscribe en su magistral biografía de Trujillo, a narrar, desprejuiciado, balanceando la bácula de Temis, juzgando con la difícil imparcialidad humana, como si actuara de juez en rol de audiencia en un estrado, como el jurista que también ha demostrado ser, como el catedrático universitario y articulista que es, como el político inspirado en su maestro el ex presidente Juan Bosch, que ha conducido su jalonar político. Confieso que esta monumental biografía de Trujillo por Euclides Gutérrez Félix es el libro que he leído más de una vez, como Biografía del Caribe del ilustre colombiano Germán Arciniegas, como El Quijote del universal Miguel de Cervantes y Saavedra, de este paisano a quien mi inolvidable afecto Ramón Alberto Font Bernard ¡ay, se me fué!, identificó como “una de las cabezas mejor amuebladas de la República”, junto al ex presidente Leonel Fernández, juicio de valor que comparto absoluto.