MONTEVIDEO: Historia de Manuel del Cabral en Buenos Aires

MONTEVIDEO, Uruguay.- Alrededor del mundo se celebran muchos encuentros, convites, congresos, jornadas y festivales de poesía y literatura. He participado en una docena de ellos, y de lo que he visto, el Encuentro de Poetas y narradores de las Dos Orillas, que se celebra cada año en octubre en Punta del Este, está entre los de mayor calidad organizativa.

He conocido aquí a importantes figuras de las letras contemporáneas de varios países, especialmente de Chile, Argentina, Uruguay, Ecuador, Brasil, España, México, Perú y Colombia.

Este año tuve la posibilidad de compartir diálogos con Antonio Requeni, quien además de ser un buen poeta argentino, fue, en los mismos años que el dominicano Manuel del Cabral vivió en Argentina, un destacado periodista cultural que trabajó 36 años en el diario La Prensa y colaboró diez años en La Nación, ensayista, cronista, y en sus méritos cuenta el haber entrevistado y compartido muchas horas de camaradería con Pablo Neruda y Jorge Luis Borges (entre otros nombres grandes). Fue amigo del hombre que identificó en la morgue del hospital Fiorito el cadáver del maestro Pedro Henríquez Ureña cuando este murió en la estación de Avellaneda en el interior de un tren que lo llevaba a su trabajo docente en el liceo de La Plata: Bartolomé Chiessino.

*El autor es escritor. Reside en Montevideo.
*El autor es escritor. Reside en Montevideo.

Me contó Requeni que Henríquez Ureña viajaba acompañado de otro profesor, Augusto Cortina, quien entró en pánico y huyó cuando el maestro, filólogo, humanista, literato y filósofo dominicano fue atacado por un síncope cardiaco y cayó a su lado. El cadáver fue expuesto en la morgue del hospital y le encontraron en un bolsillo la tarjeta del impresor Bartolomé Chiessino, a quien llamaron por teléfono para que fuera a ver si conocía a esa persona. Se apersonó y fue así como se pudo identificar el cadáver de una de las cumbres de la literatura hispanoamericana.

En esas noches de dialogo sobre literatura, aprovechando las breves pausas que permitía la intensidad de las lecturas, conferencias y debates del encuentro de escritores en Punta del Este, Antonio Requeni me contó una historia de Manuel del Cabral que voy a compartir.

Primero digo lo que todos conocen, quién es Manuel del Cabral. Uno de los grandes poetas latinoamericanos del siglo XX. Y era uno de esos hombres que no necesitaban ni esperaban que otros hablaran por él. No tenía modestia. Reclamaba en todo escenario el lugar que le correspondía. Fue diplomático en la época de los dos tiranos que gobernaron en la República Dominicana desde el 1930 hasta el 1978 (con un interregno de siete meses de democracia). En su juventud fue linotipista y vendedor de libros antes de renunciar a la carrera de derecho en la universidad para consagrarse a su vocación poética. Emigró a los Estados Unidos donde trabajó como limpiador de ventana hasta su designación en 1938 en el Servicio Exterior, iniciando una carrera diplomática que lo llevó a ocupar puestos, además en Colombia, Panamá, Perú, Chile y Argentina, país donde se produjo la mejor divulgación de su obra y desde donde se dio a conocer como poeta continental.

Antonio Requeni conserva esta anécdota. Transcurrían los finales del cincuenta o principios del sesenta cuando entrevistó a la poetisa de América Juana de Ibarború y esta le dijo que el mejor poeta de América era el peruano Jorge Carrera Andrade.

Requeni reaccionó sorprendido porque en su concepto figuraba Pablo Neruda como la indiscutida voz americana. Más adelante escribió un artículo en La Nación, de Buenos Aires, resaltando la obra de Carrera Andrade.

Al día siguiente el dominicano Manuel del Cabral tocó la puerta de su casa. Llevaba debajo del brazo varios volúmenes de su autoría y le dijo: «Mira Antonio, yo soy Manuel Cabral. Tú escribiste sobre Jorge Carrera Andrade, y yo soy mejor poeta que él, entonces tienes que escribir sobre mí. Soy mejor incluso que Juan Ramón Jiménez y mi obra «Chinchina busca el tiempo» es superior a «Platero y yo».

El autor de «Compadre Mon» le mostró una antología preparada por él mismo, con este titulo: «Darío, Vallejo, Neruda y Manuel del Cabral, los cuatro grandes poetas de América».

Antonio Requeni (1930) es una de las mejores voces de la poesía argentina, miembro de número de la Academia Argentina de las Letras y Correspondiente de la Real Academia Española, condecorado por el gobierno de la República Italiana con la Orden de Cavallieri Officiale. En la actualidad es crítico bibliográfico de La Nación. Ha publicado «Los viajes y los días», «Cronicón de las peñas de Buenos Aires», «Camino de canciones», entre otros.

jpm

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