Monedas y ciudadanos, comparados por Gresham, Russell y Aristófanes
Durante casi un cuarto de siglo, desde 1996, con un leve interregno, el PLD ha gobernado hegemónicamente empeorándolo todo: inseguridad, delincuencia común, desigualdad, corrupción gubernamental, impunidad. ¿Cómo hemos permitido eso? ¿Por qué no son los mejores dominicanos quienes ejercen el poder, a favor de las mayorías? ¿Estará pagando nuestra generación la culpa del imperdonable pecado político cometido por quienes condenaron al exilio al Padre de la Patria? ¿Seguiremos permitiendo que se perpetúe en el poder el PLD fundado, supuestamente, “para completar la obra de Duarte”, pero gobierna negando el ideario del Patricio? Valiosas hipótesis se han planteado tratando de explicar por qué los mejores son descartados del ejercicio gubernamental.
En el 1559 el economista Thomas Gresham explicó a la reina Isabel I, cómo sus antecesores envilecieron y desmeritaron la moneda, rebajando su contenido de metal valioso. Copérnico también abordó el tema pero, al fin, la Ley de Gresham se formuló así: cuando existen dos monedas con el mismo valor facial acuñado, o igual poder liberatorio, la moneda de baja ley, la moneda mala, desplaza del intercambio monetario a la moneda buena. Existiendo dos tipos de monedas los comerciantes y particulares pagan con la moneda mala, que se queda circulando de manera exclusiva, mientras que la moneda buena se guarda para aumentar los patrimonios o para fundirla y venderla como metal puro. Económicamente la moneda mala desplaza la buena y, en el ejercicio del poder, el político inescrupuloso desplaza al ciudadano virtuoso. Aquí, después de ajusticiado Trujillo, Balaguer puso en circulación “papeleticas” de mala ley que desplazaron las monedas metálicas acuñadas de 10, 25 y 50 centavos, que fueron guardadas por todos.
En 1923 el filósofo Bertrand Russell en su ensayo “La Necesidad del Escepticismo Político” señaló: “Hay una ley de Gresham para la política, así como la hay para la moneda. Y el que aspira a fines más nobles será expulsado…”. Señaló que a los políticos: “No les interesa ninguna cosa difícil de explicar… ni lo que pudiera restarle importancia a la clase política”. La partidocracia tradicional usa malas artes y confunde al votante para que no pueda diferenciar entre el ciudadano que ejercería la política honradamente, con soluciones sensatas, y el demagogo pecaminoso que traiciona sus proclamados ideales, apropiándose de fondos públicos.
En el 405 a.C. hace 25 siglos, Aristófanes, en su comedia “Las ranas” expresó, por primera vez, que las diferencias existentes entre buenos y malos ciudadanos son las mismas que entre buenas y malas monedas. Esta extensa cita lo dice todo: “Muchas veces he tenido la impresión de que a esta ciudad le sucede lo mismo con sus ciudadanos nobles y buenos que con las monedas antiguas y el oro nuevo. Y es que no usamos en absoluto aquéllas, que no están falsificadas … las más bellas de todas y las únicas bien acuñadas y de valor contante y sonante en todo el mundo…… y sí estas otras, esa porquería, acuñadas ayer o anteayer y que son del peor cuño. E igual sucede con los ciudadanos, porque insultamos a todos cuantos sabemos que son bien nacidos, sensatos, justos, buenos y nobles, educados en las palestras, en los coros y en la música, y en cambio usamos para todo….. esa basura nacida de basura, de esos recién llegados de los que en otro tiempo probablemente nuestra ciudad no se habría servido, ni siquiera para usarlos como chivos expiatorios. Pero aún es tiempo, insensatos, de que cambien su manera de ser y usen a los buenos porque hablará bien de ustedes, si tienen éxito, y si fracasan, al menos dirán los sabios, que cayeron con honra”.
Rompiendo el maleficio descrito por Aristófanes, Gresham y Russell, “Conciencia Nacional”, movimiento ciudadano apartidista plantea: “Estimular la selección de los mejores ciudadanos y ciudadanas a las candidaturas de los cargos a ser elegidos en las elecciones del año 2020”, para derrotar los candidatos del PLD, monedas de baja ley, que pretenden entronizar hasta el Bicentenario, año 2044, un régimen totalitario de partido hegemónico único, sin pesos y contrapesos derivados de la separación de poderes, fundamentos esenciales de la democracia. Montesquieu preconizó: “Todo estaría perdido si el mismo hombre, y el mismo cuerpo de principales, o de nobles, o de pueblo ejerciesen esos tres poderes”. Enfatizó que se trata de que “…el poder detenga el poder…”El victorioso Frente Unitario Democrático Opositor (FUDEO) promoverá la votación por los mejores, y estimulará que ciudadanos de buena ley, comprometidos con el cambio democrático, vigilen las mesas electorales evitando la repetición de tradicionales prácticas fraudulentas.